La tasa de usura en Colombia sigue descendiendo, marcando 16 meses consecutivos de reducciones, una tendencia que se inició en 2023, cuando los bancos comenzaron una competencia de tasas en el segmento de consumo. En septiembre, la tasa de usura se fijó en 28,85% E.A., según certificó la Superintendencia Financiera de Colombia (SFC), lo que representa una disminución frente al 29,21% E.A. registrado en agosto.
Este descenso en la tasa de usura llevó al indicador a niveles que no se veían desde abril de 2022, cuando se situó en 28,58% E.A. Esta reducción es significativa para los consumidores, ya que representa la tasa máxima que pueden cobrar las entidades financieras al otorgar un crédito, lo que hará que las compras con tarjetas de crédito sean más económicas en este mes.
Ahora puede seguirnos en nuestro WhatsApp Channel y en Facebook.
Los analistas del sector financiero señalaron que esta continua disminución en las tasas de interés podría ser un impulso clave para la reactivación del consumo, al tiempo que refuerza la confianza en las entidades bancarias. Además, destacan que este ajuste podría ofrecer un alivio para los deudores actuales, al hacer que los préstamos sean más accesibles y menos costosos, reduciendo la carga financiera para quienes necesiten acceder a crédito.
Este comportamiento favorable en la tasa de usura podría traducirse en un mayor dinamismo en la economía, ya que con tasas más bajas, más personas estarían dispuestas a solicitar préstamos sin el temor de tener que pagar intereses excesivos, lo que a su vez podría estimular el consumo y la inversión en el país.
Impacto en la economía
La reducción de la tasa de usura en Colombia, que bajó continuamente durante los últimos 16 meses, tiene un impacto significativo en la economía del país. Este descenso no solo refleja la dinámica competitiva entre las entidades financieras, también tiene implicaciones profundas para el consumo, la accesibilidad al crédito y la estabilidad financiera general.
Una tasa de usura más baja disminuye los costos de los créditos y préstamos, haciendo que el financiamiento sea más accesible para los consumidores. Esto es especialmente importante en una economía donde el consumo interno es clave para el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB). Con tasas de interés menores, más personas se sienten incentivadas a hacer compras financiadas, lo que puede aumentar la demanda de bienes y servicios.
Este aumento en el consumo tiene un efecto multiplicador en la economía, estimulando la producción, elevando las ventas en diversos sectores y potencialmente creando empleo. Sectores como el comercio, la construcción y la industria automotriz, que dependen en gran medida del financiamiento, se benefician directamente de una mayor disponibilidad de crédito a menores costos.
Además, la reducción de la tasa de usura ofrece un alivio financiero significativo para los deudores actuales. Aquellos con préstamos pendientes pueden beneficiarse al renegociar sus deudas con tasas más bajas o al obtener nuevos préstamos a costos reducidos. Esto no solo aligera la carga financiera de los hogares, también mejora la capacidad de los individuos para cumplir con sus obligaciones crediticias, disminuyendo el riesgo de morosidad y mejorando la salud financiera general.
La disminución continua de la tasa de usura también fortalece la confianza en el sistema financiero, ya que las entidades bancarias son percibidas como más justas y accesibles. Esto puede fomentar una mayor bancarización e inclusión financiera, y reducir la informalidad crediticia, ya que los consumidores podrían preferir los canales formales de financiamiento sobre los mercados paralelos con tasas más altas.
Aunque la reducción de la tasa de usura puede estimular el consumo, es necesario monitorear su impacto en la inflación. Un aumento en la demanda podría generar presiones inflacionarias si la oferta no se ajusta, aunque este riesgo puede ser mitigado por las autoridades monetarias.