El actor Sebastián Vega y su esposa Valentina Ochoa confesaron en una entrevista para Los 40 Colombia un incómodo momento que vivieron durante su viaje por Alemania, porque decidieron ir a un bar con temática de ‘mente abierta’.
Valentina aseguró que el bar permitía muchas libertades a los clientes que decidían entrar, como estar sin ropa y mantener relaciones sexuales en público, por lo que la pareja confesó que el simple hecho de planear ir al lugar fue un reto.
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“Estábamos desocupados un día y nos hablaron de un lugar, pero de una vez nos dijeron que era denso, nos dijeron que el dress code (ropa que debían usar) era muy particular, para ilustrarnos nos tocó comprar y vestirnos con ropa de un sex shop, yo tuve que usar un tipo tanga negra de látex”, explicó el actor. “Yo me fui con un body y una minifalda sexy, fue algo como una tenista porno sexy , yo iba con la nalga por fuera y el body estaba lleno de huecos”, explicó la empresaria.
Mientras la pareja recordaba su experiencia comprando la ropa, aseguraron que uno de los aprendizajes que más les quedó a ambos fue la diferencia en culturas y creencias, pues explicaron que en Colombia todavía existe un pudor por el cuerpo desnudo de las personas. “Lo primero que notamos fue un choque cultural muy duro, no estábamos acostumbrados, es que el que lo recibe en la puerta es un man de dos metros con un traje completo, pero con un hueco en las partes… ese man como que era heredero de los elefantes”, dijo el actor entre risas.
“Ustedes nos hubieran visto en ese lugar, nos cogíamos de la mano ambos para no tocar a nadie, era como si alguien nos fuera a hacer algo, mirábamos a todo el mundo”, añadió Sebastián. “Fue eso, uno aquí en Colombia, está acostumbrado a que todo se mira, todo se juzga, incluso entre mujeres nos tiramos durísimo, allá es súper abierto todo, incluso es como una fiesta normal, pero sin ropa, todos hablaban normal”, comentó Valentina.
En la entrevista, la pareja dijo que todo ese tipo de prejuicios van en la mente y dependen de las creencias con las que cada persona fue criada; sin embargo, comentaron que les pareció positivo la forma en que las personas en otros países no le tienen miedo a sus cuerpos ni adoptan inseguridades con respecto a la apariencia o sexualidad.
“Estando allá, uno se da cuenta de que el del problema en ese momento es uno, porque uno es el que le pone la maldad y le pone el morbo, y aunque no es fácil de compartir el mismo pensamiento de ellos, uno se da cuenta que el tema es de uno, porque nadie te está mirando feo ni nada”, explicó Vega.
Valentina Ochoa, quien también es creadora de contenido, confesó que para ella fue un poco más difícil poder sentirse cómoda, pues asegura que desde los olores hasta las imágenes eran fuertes, “es que incluso yo estaba preocupada por los olores, porque fácilmente podías ver a parejas en intimidad, o haciendo tríos, por eso yo no me senté en los muebles”.
“Uno podía ver a todo el mundo haciendo de todo, es un tema sexual muy abierto, y a uno a veces le costaba entender, esa es así como tipo película, claro uno llega y eso te impacta, porque uno lleva muchos tabúes y muchas cosas en la cabeza, yo pensaba que se iban a sobrepasar, pero no, todos están en su cuento, y la rumba pasa como si nada, en ese momento entendimos que el problema era de nosotros”.
La pareja reveló que la entrada a un lugar así en Alemania cuesta alrededor de 20 euros, y también resaltaron que aunque en el lugar se vive un libertinaje amplio, las personas mantienen un cuidado de su salud sexual con preservativos.