Olores, agua turbia y pizcazón al contacto, entre las señales de que una piscina no es segura

La controversia de Javier Acosta, un hincha bogotano de Millonarios que contrajo una seria enfermedad por cuenta de una bacteria que contrajo en una piscina, puede despertar preocupaciones sobre la seguridad que hay en zonas húmedas recreativas

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Javier acosta, infectado con Candida auris, se hará la eutanasia - crédito Facebook
Javier acosta, infectado con Candida auris, se hará la eutanasia - crédito Facebook

El reciente caso de un joven bogotano que pidió la eutanasia tras contraer una grave infección bacteriana —y un consecuente padecimiento de cáncer—en una piscina pública puso en el centro de atención la limpieza de estos espacios recreativos.

Lo que se conoce, por el testimonio de joven, es que contrajo Candida Auris, una bacteria que puede llegar a los huesos a través del torrente sanguíneo o al extenderse desde el tejido infectado, y que genera osteomielitis, una enfermedad devastadora.

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Aunque el cloro, sustancia muy usada para la limpieza de las pisicnas, y otros desinfectantes son efectivos en el mantenimiento del agua de las piscinas limpias, no siempre eliminan todas las bacterias. Así, ciertos signos pueden alertar sobre la posible contaminación bacteriana en una piscina.

Así podría identificar irregularidades en una piscina

De acuerdo con Blu Radio, uno de los indicadores clave de la presencia de bacterias es el olor. Un olor fuerte y desagradable puede ser un primer indicio de algún tipo de contaminación, aunque esta no sea visible. Además, el agua de la piscina debería ser clara y transparente. Si está turbia, puede significar la presencia de bacterias o sustancias contaminantes.

Las piscinas muy frecuentadas por personas suelen ser más riesgosas - Luis Tejido/EFE
Las piscinas muy frecuentadas por personas suelen ser más riesgosas - Luis Tejido/EFE

Así lo confirmó Mara Dias, directora de calidad del agua de la Surfrider Foundation, grupo de defensa del medio ambiente con más de 80 filiales en todo Estados Unidos, que destacó que vigilar estas circunstancias en una piscina es más sencillo que en cuerpos de agua naturales en los que se comparte la convivencia con otros seres vivos que, incluso, pueden estar muertos.

“Es muy difícil detectar los síntomas de la exposición a aguas recreativas contaminadas”, detalló Dias al medio norteamericano Usa Today. “La gente no siempre es consciente de ello porque es difícil de precisar”, agregó.

Por eso, la experta afirmó que es necesario revisar, incluso, las proyecciones climáticas, para considerar las calidades del agua. “Cuando vamos a la playa o pasamos un día en la piscina, nos fijamos en si va a llover. La calidad del agua es una condición que también puede preocuparte”.

Una prueba visual rápida puede ayudar a ver si las piscinas están limpias - crédito Imagen Ilustrativa Infobae
Una prueba visual rápida puede ayudar a ver si las piscinas están limpias - crédito Imagen Ilustrativa Infobae

Otro punto importante es la irritación en ojos, oídos o piel después de nadar. Estos síntomas, como picazón, enrojecimiento o ardor, podrían ser respuestas alérgicas o infecciones bacterianas provocadas por el agua contaminada.

De acuerdo con el análisis que se publicó en Blu Radio, entre las bacterias más comunes en las piscinas destacan:

  • Pseudomonas aeruginosa: Asociada a infecciones en oídos, ojos y piel, esta bacteria puede causar foliculitis, otitis externa y conjuntivitis.
  • Escherichia coli (E. coli): Habitualmente vinculada a infecciones intestinales, su presencia en piscinas es un indicativo de higiene deficiente.
  • tafilococos y estreptococos: Comunes en la piel, estas bacterias pueden causar infecciones cutáneas al entrar en contacto con heridas abiertas.
  • Cryptosporidium y Giardia: Estos parásitos son resistentes al cloro y pueden provocar enfermedades gastrointestinales.

Por eso, las recomendaciones es ser robustos en los protocolos de asepsia adecuados y la vigilancia constante, para asegurar la salud de los usuarios de estos espacios recreativos.

La experta citada en el medio estadounidense agregó que, como recreacionistas, es mejor cerciorarse con los sentidos de que el agua está limpia. El artículo del portal informativo sugirió que es pertinente acudir a piscinas que no estén atestadas de personas, pues “cuando un mayor número de personas comparte un pequeño volumen de agua de baño, aumenta el riesgo de contraer un virus, por ejemplo”.

Las aguas contenidas que tienen contacto con seres vivos pueden ser más peligrosas para la contracción de bacterias - crédito Imagen Ilustrativa Infobae
Las aguas contenidas que tienen contacto con seres vivos pueden ser más peligrosas para la contracción de bacterias - crédito Imagen Ilustrativa Infobae

“Una forma de que los gérmenes lleguen al agua es a través de las personas, por ejemplo, si están enfermas”, advirtió Dias. “Las piscinas se analizan probablemente todos los días, y el cloro mata los gérmenes, pero yo no diría que la exposición es cero”, continuó.

En ese caso, se hace necesario que, ante la falta de una prueba de laboratorio en el momento de acudir a una piscina, se pueda revisar a simple vista si el agua está totalmente limpia, como un cristal, que su textura sea muy líquida, y que se pueda ver el fondo con total claridad.

El análisis de Usa Today indicó que “si el agua de una piscina no es cristalina, existe la posibilidad de que no esté lo suficientemente limpia para nadar en ella, según los expertos en piscinas, que recomiendan hacer una rápida prueba visual antes de lanzarse al agua. El cloro debe hacer que el agua de la piscina tenga un aspecto claro y azul”, en línea con el concepto emitido por expertos.

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