A pesar de los problemas que ha presentado el acuerdo de paz con las Farc desde 2016, cuando el presidente Juan Manuel Santos hizo oficial la conclusión de los diálogos, la reducción de la violencia y la desmovilización de miles de combatientes hicieron que los investigadores encontraran nuevas zonas inexploradas.
De hecho, han sido varias las expediciones científicas que se han adelantado en el país desde hace ocho años, en zonas que antes estaban comandadas por el extinto grupo guerrillero. Incluso, en días recientes, los investigadores Marcela Serna González y Álvaro Cogollo anunciaron el descubrimiento de seis nuevas especies de plantas en las veredas Caucheras, El Cinco, San José de León y Pavarandocito del municipio de Mutatá, y en la vereda Llano Grande, en Dabeiba, departamento de Antioquia.
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Este hallazgo se logró gracias a un estudio llevado a cabo entre 2022 y 2023 por el grupo de Investigación en Temas Agroambientales del Tecnológico de Antioquia, en colaboración con la Universidad de Costa Rica.
El estudio se llevó a cabo como parte de un ambicioso programa de exploraciones científicas promovido por el Gobierno colombiano tras la firma del Acuerdo de Paz en 2016. Una de las iniciativas más destacadas de este programa han sido las 26 expediciones de Colombia BIO, dirigidas a explorar territorios previamente vedados debido al conflicto armado. Dos de estas expediciones, realizadas entre 2016 y 2019, se centraron en Antioquia, específicamente en El Carmen de Viboral y Anorí.
Según un informe de El Colombiano, en el Carmen de Viboral, la expedición de 2016 logró desentrañar varios secretos ocultos en los cañones de los ríos Santo Domingo y Melcocho, descubriendo seis nuevas especies tras 40 años de control guerrillero por las Farc y el ELN. En Anorí, la segunda expedición penetró en un territorio inexplorado que también había sido escenario de actividades guerrilleras, encontrando 14 nuevas especies, incluyendo 10 plantas, 1 pequeño lagarto, 2 cucarrones y 1 ratón arborícola del género Nyctomys.
Marcela Serna, profesora e investigadora del Tecnológico de Antioquia, destacó al medio que estos estudios no solo buscan descubrir nuevas especies de plantas y mejorar la disponibilidad de medicina antiofídica en un país con aproximadamente 4.500 accidentes ofídicos al año, sino que también tienen como objetivo rescatar saberes ancestrales en riesgo de perderse.
Para lograrlo, Serna y Cogollo trabajaron estrechamente con 32 sabedores locales (campesinos, afrodescendientes y excombatientes de las Farc), combinando conocimientos empíricos y académicos para documentar 150 plantas con diversos usos medicinales y prácticos.
Uno de los hallazgos en Mutatá es una nueva especie similar al inchi o maní del Inca, con potencial alimenticio prometedor, a pesar de que aún requiere años de investigación. Adicionalmente, del conjunto de plantas documentadas, se seleccionaron tres (abrazamico, cordoncillo blanco y martín negrito) para realizar pruebas científicas rigurosas en búsqueda de nuevos y mejores antiofídicos.
El impacto positivo de estas investigaciones también radica en la publicación titulada “Plantas y etnobotánicas en el Urabá antioqueño: Dabeiba y Mutatá”, que incluye los nombres de todos los sabedores locales que participaron en la investigación y rinde homenaje al sabedor de Pavarandocito, Luis Alberto Cuesta, que falleció antes de la publicación de los resultados.
Juan Fernando Díaz, biólogo y coordinador de la primera gran expedición a fondo realizada en Anorí en 2018, resaltó la importancia de involucrar formalmente a los excombatientes como coinvestigadores, lo cual inicialmente generó desconfianza entre ellos. Sin embargo, una vez superada, esta colaboración permitió a los excombatientes mostrar su dominio del bosque húmedo premontano, elegir rutas y participar activamente en la captura y curaduría de ejemplares, documentando así las nuevas especies encontradas, según reveló El Colombiano.
La unión entre saberes empíricos y académicos, además de más de 50 científicos, propició el enriquecimiento del catálogo de plantas útiles para la medicina, la alimentación y fines industriales. Sin embargo, las expectativas de desarrollo económico sostenible a partir de la biodiversidad no se han materializado como se esperaba, debido en parte a la inestabilidad y presencia de grupos armados en algunas áreas bajas de estos bosques.
El resurgimiento del conflicto en varias zonas de Antioquia y del país ha puesto en pausa el boom de expediciones científicas que floreció tras el acuerdo de paz. Pese a ello, las iniciativas postacuerdo han dejado más de 20 nuevas especies de fauna y flora en Antioquia, con estudios posteriores robusteciendo el conocimiento sobre la biodiversidad en la región.