En el Valle de Aburrá, una de las regiones más afectadas por la contaminación atmosférica en Colombia, la calidad del aire sigue siendo un tema de creciente preocupación para los residentes y autoridades locales. Este fenómeno se vio reflejado en un estudio reciente que muestra un vínculo directo entre la mala calidad del aire y un aumento en los problemas de salud respiratoria entre los habitantes de las zonas más contaminadas, compartido por el medio local El Colombiano.
La historia de Daniela Zapata, residente del barrio Santa María II en Itagüí, ilustra vívidamente la realidad que enfrentan muchos habitantes de esta región. El ciudadano, que padece de alergias respiratorias crónicas, notó un aumento significativo en los episodios de tos y gripa, problemas que atribuye a la mala calidad del aire en su vecindario.
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La estación de monitoreo del Sistema de Alerta Temprana de Medellín y el Área Metropolitana (Siata) ubicada en su zona ha registrado 20 episodios de alta concentración de partículas PM2.5, que marca el aire en color naranja en el Índice de Calidad del Aire (ICA), un nivel que indica riesgos para grupos sensibles como niños menores de 5 años, ancianos, mujeres embarazadas y personas con afecciones respiratorias o cardiovasculares.
El informe de Siata revela que el centro de Medellín, debido a su alta congestión vehicular, lidera en términos de días con ICA naranja, con 45 episodios reportados en el último año. Esto se debe en gran parte a la emisión de partículas contaminantes provenientes del tráfico intenso, que agravan la calidad del aire y afectan la salud de quienes habitan y transitan por esta área, de acuerdo con el medio citado.
Sin embargo, no solo el centro de Medellín enfrenta estos desafíos. La estación ubicada en Altavista, en el occidente de Medellín, y la de la Casa de Justicia en Itagüí, también registraron niveles preocupantes de PM2.5, que reflejaron la extendida presencia de contaminantes en el valle. En Altavista, la actividad de las ladrilleras y el tráfico pesado contribuyen a la alta concentración de partículas, mientras que en Santa María II, además de las emisiones vehiculares, las ladrilleras locales son una fuente significativa de contaminación.
El impacto de la mala calidad del aire no se limitó a los episodios de tos y gripa. Los expertos en salud pública que fueron consultados por el medio local advierten que la exposición prolongada a altos niveles de PM2.5 puede llevar a problemas más graves, como enfermedades respiratorias crónicas, enfermedades cardiovasculares y, en casos extremos, cáncer. Esta preocupación se ve reflejada en las recomendaciones del Siata, que sugieren a los residentes de áreas con ICA naranja limitar su tiempo al aire libre y evitar actividades físicas intensas en tales condiciones.
La situación en el hospital de La Estrella y el colegio Rafael J. Mejía también destaca la extensión del problema. Aunque estos lugares están alejados de las principales fuentes de contaminación, ambos han experimentado altos niveles de PM2.5 debido a su ubicación geográfica que favorece la acumulación de partículas contaminantes. La institución educativa tuvo que adaptar sus rutinas escolares para reducir la exposición de los estudiantes a la contaminación, mientras que el hospital enfrenta desafíos adicionales dado su rol crucial en la atención de personas con problemas de salud preexistentes.
En respuesta a los desafíos persistentes, algunos funcionarios locales consideran nuevas estrategias para mejorar la calidad del aire. En Itagüí, por ejemplo, se está evaluando la posibilidad de declarar una zona de aire protegido urbano-rural alrededor de la estación Casa de Justicia, con el objetivo de reducir las emisiones industriales y proteger la salud de los residentes.
A pesar de estos esfuerzos, aún persisten dudas sobre la implementación efectiva de estas estrategias y la capacidad de las autoridades locales para abordar adecuadamente los problemas de contaminación.