La aparición de varios carteles y pancartas en la ciudad de Barranquilla que hacían alusión al autodenominado Ejército Gaitanista de Colombia o Clan del Golfo, volvió a reavivar el miedo de la comunidad por el fortalecimiento de los grupos armados en la capital del Atlántico y sus municipios aledaños.
De hecho, la aparición de las banderas y logos del grupo armados reforzaron una problemática que persiste desde hace años en todo el departamento: las bandas y organizaciones criminales tienen un gran control en la capital del Atlántico.
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Las pancartas fueron instaladas en lugares tan visibles como el Puente Pumarejo, la Avenida Circunvalar con carrera 46, el Gran Malecón en la esquina de la calle 72, entre otros numerosos puntos de la ciudad y área metropolitana, llegando también a 14 municipios del departamento del Atlántico.
Sin embargo, aunque la noticia causó asomo y el repudio nacional por la falta de inacción del Gobierno nacional, la presencia de la delincuencia y el control del territorio se ha extendido por varias administraciones, aunque sí se han aumentado los delitos de alto impacto en el departamento.
De hecho, una publicación de la revista Cambio señaló que los homicidios en Barranquilla se incrementaron en un 20% en comparación con el mismo periodo del año anterior, destacándose que el 83% de ellos fueron bajo la modalidad de sicariato. Además, se destacó que el 58% de las víctimas tenían anotaciones judiciales, lo que sugiere que muchos casos fueron ajustes de cuentas entre delincuentes.
Juan Melamed, profesor de la Universidad del Norte y Ph.D. en Seguridad Internacional, comentó que la aparición de banderas del Clan del Golfo responde más a una estrategia de propaganda de esta organización criminal que a un verdadero control territorial. “No es algo que deba sorprender”, declaró a Cambio, señalado que sus mensajes se darían para hacerse notar en medio de los diálogos de paz que mantiene con el Gobierno nacional.
Sin embargo, pese a la gravedad de la situación, las autoridades locales parecen minimizar el problema. El alcalde Alex Char señaló que “los criminales no le imponen condiciones a las autoridades locales”, y ofreció recompensas de hasta 100 millones de pesos por información que conduzca a la captura de miembros del Clan del Golfo.
Pero algunos especialistas coincidieron en que las declaraciones del mandatario solo reflejan una negación del verdadero poder que estas organizaciones criminales han tenido durante años en el área metropolitana de Barranquilla.
Luis Trejos y Reynell Badillo, destacados investigadores del tema, describen al Clan del Golfo como un operador logístico en la exportación de clorhidrato de cocaína que evita confrontaciones costosas subcontratando estructuras criminales locales.
Según la investigación del medio nacional, estas organizaciones operan principalmente en áreas costeras como el corredor de la Vía 40, el barrio Las Flores y el municipio de Puerto Colombia, utilizando la pobreza y la falta de oferta institucional como incubadora.
En el nivel medio de la jerarquía criminal se encuentran grupos como Los Costeños y Los Rastrojos Costeños, conocidos por su violencia y sus actividades de microtráfico, extorsión y sicariato en el área metropolitana. Incluso, la Defensoría del Pueblo ha señalado en su informe que su principal área de operación incluye el centro de la ciudad, el corredor de la calle 17 y áreas aledañas a la Avenida Circunvalar.
Melamed, en su análisis con Cambio, argumentó que la expansión de las estructuras criminales está relacionada con la falta de oportunidades para los jóvenes. Cuando no tienen acceso al sistema escolar ni posibilidades de inclusión económica, son más propensos a ser reclutados por estas estructuras. “Esto no quiere decir que todos los jóvenes que no tengan oportunidades se van a convertir en criminales”, explicó Melamed.