El caso de Heller Ramiro Cambar captó la atención internacional tras su involucramiento en una operación de tráfico de cocaína que se extendía desde Colombia hasta Estados Unidos. Este expolicía, originario del pueblo wayuú en La Guajira, fue el foco de una larga investigación que desveló una red de contrabando con rutas ingeniosamente diseñadas que incluían paradas en Puerto Rico y República Dominicana.
La investigación, que se extendió por cuatro años, culminó en la revelación de la complejidad de las operaciones que Cambar supervisaba desde su residencia en La Guajira. Según el indictment oficial de la Corte para el Distrito de Puerto Rico, Cambar no solo proporcionó asistencia logística a las empresas de contrabando, también facilitó la obtención de recursos esenciales para el funcionamiento de las embarcaciones rápidas empleadas en el tráfico de drogas. Este apoyo incluyó detalles técnicos sobre cómo cargar el combustible necesario y cómo manejar las embarcaciones en caso de ser interceptadas por las autoridades.
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El 2 de agosto de 2020, una lancha que transportaba 642 kilos de cocaína sufrió una falla técnica crucial en Puerto Rico, lo que permitió a la Guardia Costera de Estados Unidos interceptarla. Este incidente resultó ser un punto de quiebre en la investigación, ya que uno de los tripulantes de la lancha, bajo presión, proporcionó información detallada sobre la organización y sus operaciones.
Según uno de los apartes del documento de acusación, el tripulante expresó su preocupación por las órdenes de deshacerse de la droga si había algún problema con las autoridades: “Declaró que los tripulantes están ‘locos’ por llamar para pedir permiso para desechar. Durante la llamada, Barros Casadiego dijo que esperaba que no hayan tirado la droga”.
Cambar, con un profundo conocimiento de las operaciones y los procedimientos de seguridad, había ideado un plan de contingencia para sus embarcaciones. Instruyó a la tripulación para que su primer objetivo fuera entregar la droga en Puerto Rico. Sin embargo, si surgía algún problema con las autoridades, la opción de respaldo era desviarse hacia la República Dominicana. Esta planificación demuestra la sofisticación y el alcance de la red que Cambar lideraba.
A medida que las autoridades estadounidenses acercaban el cerco alrededor de Cambar, el expolicía intentó evitar la justicia utilizando su origen indígena como un escudo. Pese a su estatus en la comunidad wayuú, los líderes de su comunidad rechazaron intervenir en su favor, alegando que “el sistema de juzgamiento wayuú no permite que la actuación se adelante con ausencia del responsable”. Aunque Cambar había sido un miembro respetado y apreciado en su comunidad, esto no impidió que la Corte Suprema de Justicia en Colombia aprobara su extradición.
Con su extradición inminente y enfrentando una posible condena de hasta 30 años de prisión, Cambar representa un caso emblemático en la lucha contra el tráfico de drogas internacional. La red que operó bajo su mando fue desmantelada en gran medida, y su captura señaló el impacto de los esfuerzos continuos para combatir el narcotráfico en la región.
El caso de Heller Ramiro Cambar destaca un dilema crítico en el derecho penal internacional: la jurisdicción sobre crímenes cometidos por indígenas que buscan ser juzgados bajo la justicia indígena en lugar de la justicia estatal. Cambar, un expolicía wayú acusado de tráfico de cocaína, intentó evadir la justicia estadounidense apelando a su identidad indígena y solicitando ser juzgado bajo el sistema de su comunidad.
Este caso señala la tensión entre el respeto a la jurisdicción indígena y la necesidad de cumplir con las leyes internacionales en materia de crimen transnacional. La negativa de la comunidad wayuú a intervenir y la aprobación de la extradición reflejan el desafío de equilibrar estas dos esferas de justicia.