Gina Paola Rivera Toloza, de 31 años de edad, desapareció el pasado 16 de julio y su paradero es todo un misterio para las autoridades. La mujer fue vista por última vez en el barrio San Vicente del municipio de Soledad, Atlántico, lugar donde presuntamente habría estado compartiendo con su expareja sentimental.
La mujer trabaja en una pesquera de la ciudad. El día de su desaparición salió de su jornada laboral junto a sus compañeras, que aseguran haberla dejado en un sector de la calle 30, sobre las 4:00 p. m., para que tomara el bus de regreso a su casa.
Ahora puede seguirnos en nuestro WhatsApp Channel y en Facebook.
Según las informaciones, Gina se encontró con su expareja sentimental en la casa donde en el pasado ellos habían convivido. El sujeto le aseguró a la madre de la mujer que compartieron con normalidad esa noche; sin embargo, ella supuestamente desapareció sin ninguna razón.
A los familiares de la mujer esta explicación les generó dudas, pues el hombre se mudó del lugar sin dejar rastro, como si estuviera tratando de escapar. La hermana de Gina, Cindy Toloza, en entrevista con Blu Radio, confesó que este caso le preocupa mucho debido a que la mujer anteriormente había sido víctima de violencia intrafamiliar, razón por la cual decidió terminar la relación.
“Él dice que sí, que la vio a las 9:00 de la noche, que estaban donde ellos vivían, tomaron unas cervezas y él le dio una plata. Eso es lo que dice él, pero él básicamente se mudó, vivía en Paraíso (Soledad), pero ya ni vive ahí”, afirmó.
Gina Paola Rivera Toloza hace parte de las 13 personas que han desaparecido en Barranquilla durante lo corrido del año; su caso ha sido priorizado por la Fiscalía y le fue asignado a un fiscal especializado debido a los altos indicios de que se pudo haber tratado de un feminicidio.
De estas personas, seis son menores de edad de entre los 13 y 15 años, los cuales podrían haber sido parte de reclutamiento forzado por parte de los grupos criminales.
El pasado sábado 10 de agosto una joven de 15 años salió de su casa en compañía de una amiga con el fin de conseguir un supuesto trabajo, pero nunca sospechó la gravedad de la situación. A la menor de edad le propusieron vender unos medicamentos de puerta en puerta; sin embargo, terminó en una vivienda en la que se sospecha trataron de aprovecharse de ella.
“Es como una historia que otras dos pelaitas (niñas) hicieron y ellas, por su rebeldía, quisieron hacer lo mismo: pensaron que tenían el trabajo resuelto, se fueron de la casa y terminaron metidas en otra casa extraña, donde entraba gente y entregaba plata de manera sospechosa”, indicó un familiar de la joven al medio anteriormente mencionado.
Una de las niñas logró escapar e informó a las autoridades inmediatamente para poder salvar a su amiga. “La pelaita venía en un taxi, pero acompañada de otras personas. Cuando vieron que estábamos con la Policía, el taxi frenó en seco y se devolvió, entonces mi familiar empezó a gritar para que lo persiguieran porque decía que la iban a cascar”, agregó el testigo.
Los uniformados lograron dar con el paradero de la menor, pero comenzaron a recibir llamadas extorsivas que les exigía hasta 5 millones de pesos a cambio de devolver a la joven, sin saber que ya se encontraba bajo el resguardo de sus familiares.
“No hay que negar que sí hay un tema de instrumentalización de menores como parte de acciones criminales. Es muy preocupante como los cooptan especialmente para el tráfico de estupefacientes y el hurto”, afirmó el general Herbert Benavidez, comandante de la Policía Metropolitana de Barranquilla.