De pararse entre una multitud, probablemente, Carlos Fabio Arciniegas pasaría desapercibido, pero al hablar en cuarto oscuro sería fácilmente reconocible y es que, no solo ha trabajado como locutor comercial y ha sido la voz oficial de Caracol televisión, también es quien le avisa a los capitalinos cuando su ruta de Transmilenio llega o se aproxima a una de las estaciones.
Según comentó en el programa Entrevistas sin vistas, del creador de contenido bogotano Juan Manuel Esteves, mejor conocido como el buen juanma, empezó “como locutor profesional desde el año 97, son 27 años, pero el tema de la locución empezó desde mucho antes, empezó desde que estaba en el colegio, en el año 85″.
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Sin embargo, “el tema de la locución en mi vida ha sido algo completamente empírico, solamente he hecho un par de talleres especializados en el tema de la locución. Uno de ellos en México con Mario Filio que es toda una institución, en el año 2016, sobre cómo transmitir sentimientos. Y el otro taller lo realicé en una casa de doblaje colombiana, dirigida por Don Héctor Estrada, sobre la actuación en doblaje”.
En 1985, con apenas 15 años, “el tema de la locución en mi vida inició con una obra de teatro en la que fui el narrador y, en ese momento, en esa ocasión, se utilizaron equipos de sonido y al escucharse mi voz impactó”. Para entonces, “tenía la voz baja, el tono bajo, pero ese fue el primer impacto, el primer llamado de atención de la vida sobre mi talento y cómo desarrollarlo, pero a esa edad no lo pensé muy bien”, explicó.
Pero sin formación y enfocado en la ingeniería química, lo dejó pasar por alto, con todo y que su voz empezó a impresionar de la noche a la mañana. “Yo tuve el cambio de voz a los 13 años y fua algo muy sutil. Normalmente al hombre, al varón, empiezan a salirle gallitos, pero eso no me pasó. De repente un día amanecí hablando así, fue curioso”.
Ya en la universidad, sus compañeros de la universidad le dejaron saber que tenía un don, haciendo hasta lo imposible para que se contactara con alguien del mundo del entretenimiento y diera sus primeros pasos en la locución.
“Mi guía llegó en el 89, cuando estudiaba ingeniería química en la Universidad Industrial de Santander y decidí tomar una clase de humanidades, que se llamaba cine y televisión. En una ocasión se hizo la presentación de un trabajo en grupo y el profesor nos dijo que cada grupo debía presentar la lectura de trabajo, entonces lo hice yo y al final de la clase se me acercó un compañero y estaba notablemente emocionado. Me dijo que tenía que hacer algo con mi voz”.
Además, “en aquella época, para ser locutor, se necesitaba obtener la licencia, emitida por el Ministerio de Comunicaciones. Era un trabajo largo y supremamente complejo”, no quería embarcarse en semejante trabajo, pero la insistencia de su compañero de universidad fue tal que, finalmente, envió la solicitud, pero en vista de que estaba tardando más de lo esperado, lo llevó a una emisora para dar a conocer su talento.
Al no tener la licencia, le referenciaron al gerente administrativo de radio melodía y él lo ayudó a entrar en la locución comercial, siendo su primera cuña para la empresa Cacharrería botón dorado.
“No recuerdo el texto, pero sí la emoción de llegar a la casa, poner la emisora y escucharme al aire”, algo que se hizo cada vez más frecuente cuando con la constitución del 91 retiraron el requisito de la licencia para locutores.
Las cosas, se le dieron: “Me traslade a Bogotá ejerciendo mi profesión como ingeniero y, curiosamente, el primer estudio con el que trabaje quedaba cerca de mi oficina”, y de ahí pasó a trabajar con RCN Radio, Caracol televisión y, finalmente, grabó 4.500 frases para incorporarlas a un software utilizado con fines institucionales, en el que empresas como Transmilenio se apoyan para darle una voz a su información.