En el suroriente de Bogotá, un pequeño paraje conocido como “La Finca”, que guardaba en su seno un oscuro secreto que salió a la luz tras una exhaustiva operación de la Fiscalía General de la Nación y la Seccional de Investigación Criminal (Sijín). Esta zona de reserva forestal, ubicada en la localidad de Rafael Uribe, fue convertida en una fosa común por una banda criminal liderada por un disidente de las Farc, conocido como alias Compa o El Viejo. Este grupo, conocido como ‘Génesis’ que durante años sometió a la comunidad local a través del terror, ahora enfrenta la justicia, pero las cicatrices en la población y el territorio permanecen abiertas.
Durante años, los residentes de Rafael Uribe vivieron bajo la sombra de una organización criminal que no solo traficaba con drogas, sino que también convirtió un área de reserva forestal en un cementerio clandestino. El operativo que condujo a la captura de los responsables y al descubrimiento de la fosa común es un testimonio del trabajo minucioso de las autoridades, pero también es un punto de partida para una reflexión más profunda sobre el impacto que estas dinámicas de violencia tienen en las comunidades locales.
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Este lugar fue transformado en un matadero humano donde los secuestrados eran llevados para ser torturados, desmembrados y enterrados. Alias Compa, que operaba desde su celda en una cárcel de Santander, impartía sentencias de muerte con una frialdad espeluznante, al emplear la frase “suba a La Finca” como código para el destino fatal de sus víctimas.
Este líder criminal, un disidente del frente 10 de las Farc, desertó del proceso de paz y reconfiguró su rol en la criminalidad urbana, al traer consigo métodos de terror que antes eran comunes en las zonas rurales del conflicto armado. Bajo su mando, la banda no solo traficaba drogas, sino que también se dedicaba a la extorsión, la trata de personas y el asesinato sistemático.
Una fosa común llena de víctimas y una comunidad aterrada
La historia de “La Finca” no solo se trata de la crueldad de un grupo criminal, sino de cómo su control sobre el territorio llegó a transformar la cotidianidad de los habitantes de Rafael Uribe. Para muchos, el bosque donde se levantaba “La Finca”, antaño un lugar de esparcimiento y naturaleza, se convirtió en un símbolo de muerte y desesperanza. “Nadie quería mirar hacia allá, todos sabíamos que no era solo un bosque”, comentó un vecino que, por seguridad, prefiere mantener su anonimato, de acuerdo con los testimonios que recogió la revista Semana.
Una declaración obtenida por la Fiscalía revela la manera en que las víctimas eran sepultadas en la zona conocida como “La Finca”. En ella, se describe cómo, el 12 de febrero por la noche, alrededor de las 7:22 a. m., una persona recibió un audio por WhatsApp en el que le dijeron: “Amor, yo la amo mucho, yo voy a subir a hacer cuentas, pídele a Dios que me vaya muy bien”. Según la misma fuente, días antes de ese suceso, la víctima ya había empezado a enviar audios con mensajes como: “Amor, si me llega a pasar algo, sepa que la amo mucho”.
Pero, el testimonio de una madre que buscaba a su hijo adolescente ilustró el nivel de descomposición social al que había llegado la comunidad. Niños y adolescentes eran secuestrados, inducidos al consumo de drogas y luego explotados como mano de obra criminal. Las casas de los miembros de la banda, como la de alias La Mamá, se convirtieron en guaridas de vicio y abuso, donde jóvenes desorientados se perdían en un ciclo de adicción y violencia.
Un miembro de la organización criminal relató a la Fiscalía cómo los líderes les enseñaban a hacer desaparecer los cuerpos que dejaban en una marranera situada en el sector de “La Finca”. Los criminales se vestían con overoles, guantes quirúrgicos y botas pantaneras, emulando a asesinos seriales preparados para desmembrar a sus víctimas.
“Yo sí sabía que se trataba de cuerpos desmembrados, como brazos, piernas, cabeza y tronco. Cuando me la echo al hombro, sentí como el brazo de una persona, era delgadita, como de una mujer”, dijo el testigo, de acuerdo con el medio en mención.
“La Finca”: de cementerio clandestino a espacio de reconstrucción
Con la desarticulación de la banda criminal, gracias a un exhaustivo operativo liderado por la Fiscalía y la Sijín de la Metropolitana de Bogotá, “La Finca” dejó de ser un territorio vetado. Sin embargo, el proceso de sanación de la comunidad apenas comienza. La intervención de las autoridades no solo permitió capturar a 21 personas involucradas en estos crímenes, sino también empezar a reescribir la historia de este lugar.
Los vecinos, que vivieron años de zozobra, comienzan a retomar espacios que habían sido usurpados por la criminalidad. “‘La Finca’ tiene que ser nuestra otra vez, no podemos permitir que siga siendo un lugar de muerte”, afirmó un líder comunitario que, junto a otros vecinos, impulsaron la creación de un comité de recuperación del sector. Este grupo busca convertir “La Finca” en un símbolo de resistencia y memoria, un espacio donde se rinda homenaje a las víctimas, pero también donde se fomente la vida y la unión comunitaria.