Bogotá se sigue rajando en materia de contaminación, después de que se conociera un reciente estudio sobre la calidad del aire, que se suma a la creciente crisis por los daños que se han percibido en los humedales y ríos que atraviesan por la capital del país.
Y es que uno de los problemas más críticos es la contaminación del aire, que afecta directamente la salud y la calidad de vida de los ciudadanos. En este contexto, el Instituto de Genética Humana de la Universidad Javeriana realizó un estudio, en colaboración con el Hospital Universitario San Ignacio y universidades como la Nacional y la Distrital, para investigar cómo los materiales particulados pueden alterar el organismo.
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“La contaminación del aire se mide en dos escalas: la global y la local”, explicó la doctora Adriana Rojas, profesora del Instituto de Genética Humana de la U. Javeriana, que se apoya también con el documento “Aire y problemas ambientales de Bogotá”, del Laboratorio de Ingeniería Química de la U. Nacional.
Según el estudio, los materiales particulados incluyen partículas gruesas PM10 (con un diámetro menor a 10 micrómetros) y partículas finas PM2.5 (menor a 2.5 micrómetros). Estas partículas, provenientes de actividades humanas como el uso de combustibles y procesos industriales, pueden tener efectos devastadores.
El informe “Carga de enfermedad ambiental de Colombia 2019″ del Instituto Nacional de Salud registra diecisiete mil quinientas cuarenta y nueve muertes anuales en Colombia debido a la exposición continua a aire y agua contaminadas, representando el ocho por ciento de la mortalidad nacional.
Daniel González Cubides, integrante de la investigación, explicó que “trabajamos con el grupo de ingeniería ambiental de la U. Distrital, que analizaron la localidad con mayor contaminación según datos de los últimos seis años”. El estudio encontró que en Bogotá existen zonas como Tunjuelito, Kennedy, Carvajal y La Sevillana, que exceden hasta diez veces los niveles recomendados por la OMS, especialmente en horas de alto flujo vehicular.
“La mayoría de países tienen índices estrictos, que nos cuesta cumplir. Por eso cada país establece unos estándares más flexibles, que en Colombia tampoco se cumplen”, afirmó González Cubides. La exposición prolongada a estas partículas no solo incrementa el riesgo de enfermedades respiratorias y cardiovasculares, sino que también podría provocar cambios moleculares en los genes, según declaró la doctora Adriana Rojas.
Sin embargo, los investigadores también encontraron que estas modificaciones podrían revertirse si la exposición deja de ser constante. De hecho, el estudio señala que prácticas sencillas, como abrir las ventanas durante 15 minutos al día, no residir cerca de las vías principales y evitar salir durante las horas pico en la capital, podrían significar una solución para exponerse al material particulado contaminante.
A pesar de los esfuerzos realizados por las autoridades, hay consenso en que aún falta mucho por hacer. La Secretaría de Ambiente y la Asociación Nacional de Industriales (Andi) publicaron el documento “Medidas voluntarias para fuentes industriales y comerciales de Bogotá”, que promueve mejores prácticas para reducir la contaminación. Sin embargo, Camilo Prieto, experto en medio ambiente y profesor de cambio climático y salud ambiental, detallo en diálogo con El Espectador que “de no ser acompañadas por labores adecuadas de inspección, vigilancia y control de la institucionalidad ambiental, serán inútiles”.
Las medidas voluntarias propuestas en el documento incluyen recomendaciones para logística y operación, transporte, uso de combustibles y recolección de residuos, dirigidas a los sectores comerciales que más contaminación generan.
A pesar de esto, Camilo Prieto advirtió que, si no existen sanciones vinculantes, las probabilidades de desatender estas recomendaciones son altas. “Sobre todo, cuando se sabe que la carta de intención no pareciera ser vinculante”, añadió.
Finalmente, el estudio resalta que es fundamental que las estrategias de mitigación sean acompañadas por labores de pedagogía y concienciación pública. De lo contrario, los problemas ambientales podrían seguir escalando, poniendo en riesgo la salud y la vida de los bogotanos.