La intención del Gobierno de empezar una mesa de negociación con el Clan del Golfo, una de las organizaciones armadas más peligrosas del país, tras conocerse el lunes 5 de agosto de 2024 que dio aval a Jobanis de Jesús Ávila, alias Chiquito Malo, para que haga parte de la delegación de esta estructura al margen de la ley, desató una serie de cuestionamientos hacia el presidente de la República, Gustavo Petro.
Mientras que por la representación del Estado se destaca Álvaro Jiménez, que es cercano al consejero comisionado para la Paz, Otty Patiño, además de María Gaitán, directora del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), en el grupo negociador del mencionado clan, además de Chiquito Malo, resaltan Orozman Orlando Osten Blanco, conocido como Rodrigo Flechas; y José Gonzalo Sánchez, alias Gonzalito.
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Este anuncio no cayó bien en el expresidente Andrés Pastrana Arango, que en su perfil de X arremetió contra el jefe de Estado y puso en evidencia cómo se iniciará diálogos con un grupo que, aparte de hacerse llamar como Ejército Gaitanista de Colombia (EGC), tiene como principales fuentes de financiación las prácticas relacionadas con la comercialización de drogas, la extorsión y el secuestro.
“Gustavo Petro: una vez más le abre las puertas al narcotráfico para negociar lo innegociable y seguramente darle todo tipo de prebendas a ese grupo narcotraficante. ¡Las víctimas del clan del golfo poco le importan al gobierno! Queda claro que la denominada política de paz total, no es más que una pantalla para negociar con el narcotráfico”, señaló Pastrana Arango en su publicación.
Y es que si hay uno de los más acérrimos opositores de Petro y su política de Paz Total es Pastrana, que incluso afronta un proceso judicial puesto en marcha por el primer mandatario al relacionar su Gobierno con los grupos narcotraficantes, al indicar en su momento una especie de cogobierno; opinión por la que afronta una demanda por injuria y calumnia ante la Fiscalía General de la Nación.
Los procesos de paz de Gustavo Petro no avanzan
A esto se suma que con el inicio de diálogos, ya son cuatro procesos macro de negociación con grupos subversivos en el territorio nacional, cada uno con sus bemoles, pero sin avances significativos. Solo con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), esta tratativa ya completó seis meses sin que se pase al séptimo ciclo de negociación y, con ello, caducó el cese al fuego bilateral sin que se renovara.
Es más, en el mismo día en que se oficializó el arranque de las negociaciones con el Clan del Golfo, el ministro de Defensa, Iván Velásquez, le compartía a los colombianos que la ofensiva militar contra los frentes del ELN se reanudaba en todo el territorio. Lo anterior fue entendido como una especie de retroceso, con respecto a los avances logrados en las diferentes etapas de preparación.
“Naturalmente, siempre que no hay cese al fuego que implica respecto de las Fuerzas Militares la suspensión de operaciones ofensivas, significa que esas operaciones ofensivas se reanudan. Y esa es la instrucción del comandante general de las Fuerzas Militares a todos los miembros de las fuerzas, y también del director general de la Policía Nacional a toda la Policía del país”, expresó Velásquez.
A lo que se suman las dificultades del proceso de negociación con una facción del antiguamente llamado Estado Mayor Central (EMC), de las disidencias de las Farc, al mando de Alexander Díaz, alias Calarcá, ante las fracturas con los frentes en los que comanda Néstor Gregorio Vera Fernández, alias Iván Mordisco; que tienen sometido a un departamento como el Cauca a una “guerra sin cuartel”.