El Gobierno de Colombia ha dado un significativo paso en su estrategia de pacificación al anunciar su intención de iniciar diálogos con el Clan del Golfo, un grupo armado ilegal involucrado en múltiples actividades delictivas, incluyendo el narcotráfico, según reveló una entrevista con el abogado del grupo criminal, Ricardo Giraldo.
Estas declaraciones se dieron a conocer durante una entrevista con Blu Radio, en donde Giraldo explicó que el grupo al margen de la ley busca explorar un proceso de justicia transicional en lugar de someterse a las autoridades, marcando la diferencia con otros acercamientos tradicionales.
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Ricardo Giraldo explicó que el Clan del Golfo no está demandando la creación de nuevas jurisdicciones ni la instauración de nuevas leyes para el proceso de negociación.
“Ellos no son pastorcitos de Belén... tampoco son narcotraficantes puros”, afirmó, subrayando que, a pesar de sus actividades delictivas, el grupo no puede simplemente ser etiquetado como narcotraficante.
En esta línea de ideas, propuso que la resolución del conflicto armado en Colombia no se logrará mediante el sometimiento, sino explorando otras rutas de justicia, en consonancia con las declaraciones del comandante del Ejército Gaitanista hace aproximadamente 15 días.
Durante su intervención en Blu Radio, Giraldo expresó una preocupación crucial del Clan del Golfo: la ineficacia de los procesos de sometimiento en el pasado. “Incluso, el comandante máximo del Ejército Gaitanista lo dijo hace unos 15 días: ellos quieren que haya justicia transicional porque el sometimiento no va a garantizar la pacificación de los territorios”, enfatizó.
La propuesta del Gobierno colombiano de entablar diálogos “socio jurídicos” ha abierto un debate en la nación. Mientras los actos administrativos actuales siguen hablando de sometimiento, los representantes legales del Clan del Golfo han rechazado esta posibilidad. Argumentan que la verdadera vía hacia la paz y la resolución del conflicto armado interno no radica en el sometimiento, sino en la negociación y la justicia transicional.
Giraldo también mencionó que “se abre la puerta para que se sienten las partes y se miren a la cara” con el propósito de discutir las propuestas. Este primer paso hacia la conversación podría ser fundamental para una solución pacífica y sostenible en las zonas azotadas por la violencia del Clan del Golfo.
Conocido por su participación en actividades delictivas y por su dominio en varias áreas del país, el Clan del Golfo ha recibido críticas severas debido a sus métodos de financiamiento y su implicación en el narcotráfico. Sin embargo, la representación legal del grupo está trabajando para diferenciarse de otros grupos criminales más centrados en el tráfico de drogas, presentando el diálogo y la justicia transicional como una vía viable para contribuir a la pacificación de las regiones en conflicto.
Diversos sectores de la sociedad han reaccionado con escepticismo hacia este enfoque. Organismos de derechos humanos y otras instituciones han mostrado reservas ante la posibilidad de negociar con un grupo tan controvertido.
Los críticos argumentan que este tipo de iniciativas podría interpretarse como una forma de legitimación de las acciones delictivas del Clan del Golfo. Sin embargo, los defensores del diálogo insisten en la necesidad de encontrar soluciones alternativas y pragmáticas al prolongado conflicto armado colombiano.
Las críticas también se dan en el contexto de experiencias fallidas anteriores con los procesos de sometimiento que, según las afirmaciones de los representantes del Clan del Golfo, no han logrado frenar la violencia ni asegurar una paz duradera.
Por su parte, el gobierno colombiano sigue firme en su postura a favor de la búsqueda de soluciones negociadas, intentando involucrar a todas las partes interesadas en un esfuerzo por poner fin a décadas de conflicto. Este cambio en la estrategia estatal no solo busca combatir el crimen y la insurgencia con fuerza militar, sino que también considera enfoques más integrales y humanitarios.
En este contexto, las palabras de Giraldo resaltan un aspecto crucial: “por lo menos se abre la puerta para que se sienten las partes y se miren a la cara”.