Un delincuente ingresó en las instalaciones de la Institución Sagrada Familia, del Colegio Guanentá, de San Gil, Santander, y robó la campana de bronce utilizada para avisar los cambios de clase, el inicio del recreo y la terminación de la jornada escolar.
Aunque el hurto de la campana tuvo lugar el 22 de julio de 2024 a las 4:10 de la mañana y fue captado por el sistema de vigilancia de la institución, el último de los robos lo hizo el 28 de junio del año actual.
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El pasado 28 de julio, aparentemente el mismo delincuente volvió a aprovechar la ausencia de vigilancia para sustraer unos cables de cobre.
Según contó un padre de familia, la campana robada llevaba varios años formando parte de la institución educativa y era importante para el funcionamiento diario de la escuela, donde estudian aproximadamente 240 niños de preescolar y primaria en las jornadas de mañana y tarde.
Las cámaras de seguridad mostraron cómo el individuo, vestido con un buzo gris con capucha, irrumpió en el colegio, ubicado en el barrio Sagrada Familia, y subió al segundo piso para llevarse el preciado objeto.
Ahora bien, los padres de familia y líderes del barrio han insistido en múltiples ocasiones en la necesidad de contar con vigilancia para evitar estos incidentes, ya que se sienten “cansados de los robos” y denuncian el abandono de la infraestructura, como se publicó en el medio santandereano Vanguardia.
Un colegio azotado por los robos
Estos no son eventos aislados. En octubre de 2022, la caseta escolar fue saqueada por un ladrón que rompió la puerta con un madero y se llevó productos alimenticios, gaseosas, dulces y bombillos de los salones. En septiembre de 2023, otros robos resultaron en la pérdida de un televisor y un ventilador.
Durante la Semana Santa de 2024, la caseta escolar fue nuevamente saqueada. Y, el 16 de mayo del mismo año, un delincuente se llevó sillas, una escalera y el refrigerio de todos los niños que estudian allí.
Preocupante informe: delincuencia y drogas afectan entornos escolares en Bogotá
En cuanto a Bogotá, la situación de inseguridad también preocupa. En mayo de 2024 se presentó un preocupante informe sobre la inseguridad en los entornos escolares de la ciudad, y se reveló un panorama alarmante para la seguridad de los estudiantes en colegios tanto distritales como privados. La concejala Diana Diago compartió que en 2023 se registraron más de 10.000 casos de hurto a estudiantes en las inmediaciones de las instituciones educativas de la capital colombiana.
Uno de los puntos más críticos señalados por el informe es la localización de los delitos. Suba, una de las localidades más afectadas, se convirtió en el epicentro de estos actos delictivos. Según los datos proporcionados por la Secretaría de Seguridad de Bogotá, durante el año pasado se contabilizaron al menos 13.128 casos de hurto a menos de 100 metros de los colegios de la ciudad.
La inseguridad no se limita únicamente a los robos. El documento también identificó otros factores que agravan la situación, como la “presencia de habitantes de la calle, venta y consumo de estupefacientes, riñas y delitos de alto impacto”. Estos elementos constituyen un entorno hostil y peligroso para los niños y jóvenes que asisten a las instituciones educativas.
Para profundizar en el análisis de esta problemática, Semana entrevistó miembros de la comunidad educativa de algunas de las localidades más afectadas. Los testimonios recabados destacan la sensación de vulnerabilidad y la falta de medidas efectivas por parte de las autoridades. Un docente entrevistado comentó: “Diariamente vemos cómo los estudiantes se enfrentan a situaciones de riesgo. No es solo el robo, es la violencia que viene con él y la falta de acción por parte de quienes deberían protegernos”.
El llamado a la acción ha sido respaldado por diferentes sectores de la sociedad civil, quienes han manifestado la urgencia de implementar un plan integral de seguridad. Según el diario La República, se han propuesto diversas estrategias, desde el aumento de la vigilancia policial en las horas de entrada y salida de los colegios, hasta la implementación de programas de prevención y educación sobre la seguridad dirigidos tanto a estudiantes como a padres y docentes.