Entre los mitos religiosos menos conocidos, pero más impresionantes, de Bogotá se encuentra el del lienzo en negro que, con el paso de los años, reveló lo que parece ser el rostro de Cristo.
El creador de contenido especializado en Bogotá y sus curiosidades, Santiago Quintero Pfeifer, visitó el espacio religioso en el que se encuentra este “milagro” del arte y relató su historia.
“En este convento del norte de Bogotá hay un lienzo negro en el que, supuestamente, apareció el rostro de Cristo. Se trata de un misterio poco conocido y divulgado en la ciudad. Se encuentra en el convento Santa Clara de la localidad de Usaquén, de las monjas clarisas”, explicó frente a uno de los lugares a los que el presidente liberal Tomas Cipriano le juró la guerra a mediados del siglo XVI.
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Sin embargo, hay quienes atribuyen el milagro del lienzo en negro al mandatario, argumentando que se trató de una estrategia para librarse de sus medidas poco amigables con la Iglesia y su bolsillo.
En redes sociales, Pfeifer explicó que el origen del cuadro “esconde una historia cuando menos interesante. Para el año 1863 el presidente de Colombia era el liberal radical Tomás Cipriano de Mosquera, conocido por sus constantes desencuentros con la iglesia católica y ordenar la exclaustración de los conventos de monjas. Fue en dicho proceso que este lienzo, que supuestamente era negro, fue rescatado”.
Años más tarde, el rostro sería bastante más perceptible, al punto en el que, un siglo más tarde, la Iglesia lo registró como un milagro. Una manifestación que hasta el día de hoy se venera en el convento de las clarisas.
“La persecución acabó, pasaron los años y empezaron a notar cómo la imagen de un rostro humano se iba formando en lienzo, hasta que en 1.963 se deja constancia de la imagen que tenemos hoy en día, que es motivo de fe para algunos y de curiosidad para otros”, concluyó Pfeifer.
Pfeifer reveló por qué es que el número 4 del reloj de la catedral primada está mal escrito
El reloj de la Catedral Basílica Metropolitana y Primada de la Inmaculada Concepción y San Pedro de Bogotá, conocido también como Catedral Primada de Colombia, presenta una peculiaridad en la representación del número cuatro romano. En lugar de usar las convencionales letras “IV”, el marcador temporal muestra “IIII”.
Esta inusual notación fue destacada por Santiago Quintero Pfeifer, un creador de contenido bogotano, que encasilló esta particularidad en medio de un antiguo debate no solo presente en Colombia, sino en muchos otros países de Occidente.
La causa del curioso detalle se remonta a la era del rey Carlos V de Francia en el siglo XVI. Según una de las teorías más populares, el relojero Henry de Vick fabricó un reloj para la torre del palacio real francés con el número cuatro escrito convencionalmente como “IV”. Sin embargo, el rey Carlos V, por alguna razón personal, ordenó que se cambiara a “IIII”. Esta decisión se convirtió en una tendencia entre otros relojeros y sus clientes, llevándola a trascender fronteras y épocas.
“Desde ahí fueron varias las réplicas de esta forma de escribir el número cuatro, a tal punto que llegó al corazón mismo de Bogotá”, sugirió el tiktoker.
Pero además de la Catedral Primada, en Bogotá, otro ejemplo de esta práctica se puede observar en la Iglesia de San Francisco. La razón exacta detrás de esta elección sigue siendo desconocida, pero se especula que puede estar ligada a la preferencia personal del rey y a la moda establecida en aquel entonces.
Esta peculiaridad no es exclusiva de la Catedral Primada de Colombia, pues fue ampliamente replicada tras el mandato de Carlos V, siendo un reflejo de cómo ciertas decisiones históricas han alterado detalles mínimos con los que, incluso hoy, conviven los bogotanos.