/colombia/2023/08/17/como-prepararse-para-un-sismo-esto-es-lo-que-debe-hacer-y-lo-que-no-en-caso-de-una-emergencia/
El país ha vivido un año muy movido por cuenta del alto número de sismos que ha registrado el Servicio Geológico Colombiano en 2023. Y es que, en el transcurso del jueves 17 de agosto, varios temblores ocasionaron una serie complicaciones en la infraestructura de algunas edificaciones y a su vez costó la vida de una persona.
En el plano internacional se han reportado delicadas emergencias relacionadas con sismos en los últimos meses; si bien la tierra nunca deja de moverse, algunas de estas actividades son mucho más perceptibles para la ciudadanía. En Colombia este fenómeno genera una amplia preocupación por los antecedentes, lo que insta a los expertos a mantener en constante alerta y aclarar cualquier tipo de información sobre el mismo.
De acuerdo con la Unidad Nacional para la Gestión del Riego de Desastres (Ungrd) un sismo es la liberación súbita de grandes cantidades de energía, que se representan a través de ondas que se desplazan por el interior de la tierra y que al llegar a la superficie puede ser percibida por las personas, animales y hasta estructuras.
En Colombia, la intensidad de los sismos se evalúa utilizando la Escala Macrosísmica Europea (EMS-98). En esta escala, la intensidad 2 se describe como “apenas percibido” por unas pocas personas en reposo. La intensidad 3, denominada “levemente percibido”, puede hacer que algunos objetos se balanceen. Un sismo de intensidad 4 es “ampliamente percibido” por muchas personas dentro de edificaciones y pocas en exteriores, afectando ventanas y puertas. En el nivel 5, conocido como “fuertemente percibido”, los objetos pequeños se desplazan y pueden aparecer ligeras grietas en construcciones.
La intensidad 6 se asocia con “daños leves”, donde algunas personas podrían perder el equilibrio. La intensidad 7 se caracteriza por causar “daños moderados” en edificaciones.
Han pasado 118 años desde el terremoto que destruyó parte del Pacífico Colombiano, pues en 1906 un devastador sismo sacudió esta región y alcanzó a sacudir el litoral ecuatoriano, en lo que es considerada como la catástrofe más dantesca que se ha vivido en el territorio nacional, que incluso desembocó finalmente en un tsunami que arrasó con cientos de viviendas en inmediaciones de Cauca y Nariño.
Los sismos pueden ser provocados por varios factores. En primer lugar, los sismos tectónicos ocurren debido a movimientos en las grietas o fallas de la corteza terrestre, así como en los límites entre placas tectónicas. Estos movimientos resultan del ajuste natural de la corteza terrestre debido a la energía acumulada por procesos geológicos.
En segundo lugar, los sismos magmáticos son causados por la actividad del magma dentro de la corteza terrestre, asociada a la actividad volcánica. Los movimientos y cambios en la presión del magma pueden generar sacudidas sísmicas. Finalmente, los sismos antrópicos resultan de actividades humanas, como la construcción de grandes embalses que modifican la presión sobre la corteza terrestre, extracciones mineras extensivas que alteran la estructura geológica, o la inyección de agua y fractura de la roca en áreas de explotación petrolífera, lo que puede provocar desplazamientos sísmicos.
Los ciudadanos cuentan con una serie de líneas de emergencia integradas y especializadas para proporcionar respuestas inmediatas en situaciones de riesgo. La principal línea de emergencia es el 123, que funciona como un canal único para acceder a diversos servicios estatales de emergencia y seguridad.
El sistema de líneas de emergencia incluye además otros números dedicados a servicios específicos, como la Policía Nacional (112), la Policía de Tránsito (127), la Defensa Civil (144), Bomberos (119), la Cruz Roja (132), el Servicio de Ambulancias (125), el grupo Gaula para casos de Antisecuestros (165) y la línea de Atención a Desastres (111). Cada uno de estos números está asignado a entidades encargadas de brindar respuestas eficaces frente a diversas emergencias, desde accidentes de tráfico hasta situaciones de secuestro, pasando por desastres naturales y otros incidentes que requieren intervención inmediata.
De acuerdo con la Unidad Nacional para la Gestión del Riego de Desastres (Ungrd) un sismo es la liberación súbita de grandes cantidades de energía, que se representan a través de ondas que se desplazan por el interior de la tierra y que al llegar a la superficie puede ser percibida por las personas, animales y hasta estructuras.
Establecer un punto de encuentro en caso de sismo es fundamental para garantizar la seguridad de todos los miembros de la familia. Esta medida facilita la localización de cada persona, asegurando su bienestar, y reduce significativamente el estrés al saber que hay un lugar preestablecido para reunirse. Además, permite centralizar la información sobre el paradero y estado de cada integrante, lo cual es vital para una comunicación eficiente en momentos de crisis.
Otro aspecto crucial es la prevención de malentendidos y la optimización del tiempo de respuesta en situaciones críticas, evitando confusiones y búsquedas innecesarias. Un punto de encuentro facilita también la labor de los equipos de rescate al proporcionar un área definida donde verificar la presencia de las personas. Esta práctica fomenta una mejor coordinación familiar, asegurando que todos conozcan las acciones a seguir en caso de separarse durante el sismo, lo que mejora en gran medida la planificación de rescate y la gestión de la emergencia.
En el plano internacional se han reportado delicadas emergencias relacionadas con sismos en los últimos meses; si bien la tierra nunca deja de moverse, algunas de estas actividades son mucho más perceptibles para la ciudadanía. En Colombia este fenómeno genera una amplia preocupación por los antecedentes, lo que insta a los expertos a mantener en constante alerta y aclarar cualquier tipo de información sobre el mismo.
Un sismo casi imperceptible se reportó a las 5:12 de la mañana del domingo 28 de julio, con epicentro en el municipio de Los Santos (Santander) con una magnitud de 3,6 grados con una profundidad de 149 kilómetros.
En Colombia, la intensidad de los sismos se mide con la escala macrosísmica europea, EMS-98. La intensidad 2 se define como apenas sentido por muy pocas personas en reposo.
El nivel 3 se etiqueta como sentido levemente, donde puede haber balanceo de algunos objetos. Un temblor de intensidad 4 se considera cuando es sentido ampliamente por muchas personas en el interior de edificaciones y por pocas en el exterior.
En el nivel 5, sentido fuertemente, los pequeños objetos se desplazan y pueden registrarse leves grietas en edificios o casas.
La intensidad de tipo 6 implica un daño leve; en este rango, algunas personas pueden perder el equilibrio. El nivel 7 se presenta cuando hay un daño moderado.