Desde fantasmas y exorcismos, hasta balaceras: estas son las curiosidades del edificio del Congreso de la República

El Capitolio Nacional carga con la ‘cruz’ de haberse construido en un periodo de casi 80 años. Cambios en el presupuesto, planos y la mirada de más de 10 arquitectos, hizo de esta obra un “Enfermo de piedra”

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Los fantasmas y duendes hacen parte de la creencia popular paranormal que rodea el Capitolio Nacional - crédito Infobae
Los fantasmas y duendes hacen parte de la creencia popular paranormal que rodea el Capitolio Nacional - crédito Infobae

El 20 de julio comienza la tercera legislatura del Congreso de la República en el periodo de Gobierno de Gustavo Petro, y quien presida el Senado y la Cámara de Representantes tendrá que enfrentarse, además de las discusiones, debates y dirigir las diferentes sesiones, a un capitolio cargado de historias, violencia y leyendas urbanas.

La historia parlamentaria de Colombia se remonta al 27 de noviembre de 1811, luego de suscribirse el Acta de Federación de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, constituida en ese entonces por el primer Congreso que existió en el país, según contó el portal web del Senado, conformado por: José Manuel Restrepo, que fungió como diputado de la Provincia de Antioquia y secretario; Enrique Rodríguez, de Cartagena; Manuel Campos, de Neiva; Camilo Torres, de Pamplona, y Joaquín Camacho, de Tunja.

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El acta se creó con el fin de promulgar el respeto y reconocimiento de la autonomía y soberanía de las provincias, consideradas iguales e independientes en su administración y en el cobro de algunos impuestos de la época.

El Capitolio Nacional se demoró casi 80 años para su construcción - crédito Luis Jaime Acosta/REUTERS
El Capitolio Nacional se demoró casi 80 años para su construcción - crédito Luis Jaime Acosta/REUTERS

Según lo citado por Radio Nacional de Colombia, para la construcción de la estructura que hoy conocemos, se requirió de la aprobación de una ley en 1846, promovida por el expresidente payanés Tomás Cipriano de Mosquera. El mandatario de aquella época requirió de la asesoría del arquitecto danés Thomas Reed, que se inspiró en el término que utilizaban en la antigua Roma para referirse a sede del senado y lo llamó Capitolio Nacional, con esta edificación se materializó el proyecto republicano.

A partir de ahí, exactamente un año después, se puso la primera piedra para el comienzo de su edificación. De acuerdo con historiadores, en los planos iniciales se tenía contemplado que en el sitio se ubicara la casa del presidente de la República y las tres ramas del poder público que rigen el país: ejecutivo, legislativo y judicial; sin embargo, hubo cambios, problemas de presupuesto y más de diez percepciones de arquitectos, que atrasó y modificó lo que se pensaba construir desde el principio.

Mientras se erigía el capitolio, el legislativo tuvo que adecuarse en distintos escenarios en lo que hoy se conoce como el Museo Colonial, la Alcaldía Mayor y el edificio Murillo Toro. En 1926, casi 80 años después, la construcción del recinto parlamentario se dio por concluida; fue tanta la espera en su edificación, que las voces populares habían apodado a la estructura El enfermo de piedra. Pese a los inconvenientes, el presidente conservador Miguel Abadía Méndez avanzó con su inauguración oficial para el inicio de una fase fundamental en la historia republicana del país.

Donde actualmente se encuentra el Palacio de Liévano funcionó el parlamento colombiano - crédito Alcaldía de Bogotá
Donde actualmente se encuentra el Palacio de Liévano funcionó el parlamento colombiano - crédito Alcaldía de Bogotá

Desde ese entonces los mitos, leyendas y hechos curiosos han marcado su sus muros, columnas y pasillos; entre ellos, por ejemplo, que en el sitio donde se construyó el capitolio funcionaban las instituciones de la corona española: el Palacio del virrey, la Real Audiencia –lugar en el que también se ubicaban los calabozos que servían para ajusticiar y torturar a los criollos e indígenas que se oponían al Gobierno del virrey–, el Tribunal de Cuentas, la Caja Real y la cárcel mayor; además, de una tienda de venta de chicha de Maíz, según reseñó el medio anteriormente mencionado, citando al libro El Congreso de la República de Colombia ayer y hoy.

La religión y el congreso

En plena época donde el Estado se estaba separando del clero, una de las peticiones que, supuestamente se hizo como símbolo de esta separación fue que el capitolio se construyera de espaldas a la catedral Primada, “para satisfacer las posturas anticlericales de la masonería, a la cual pertenecía Tomás Cipriano de Mosquera y también el arquitecto Thomas Reed”, según afirmó el historiador Felipe Arias Escobar a Colombia Visible; sin embargo, afirma que se trata de un mito de la cultura popular y que esta versión no cuenta con fundamento alguno.

En los rincones del Capitolio Nacional se conservan las pinturas, óleos y bustos de figuras memorables en la historia de Colombia - crédito Luisa González/REUTERS
En los rincones del Capitolio Nacional se conservan las pinturas, óleos y bustos de figuras memorables en la historia de Colombia - crédito Luisa González/REUTERS

También surgió la incógnita del porqué el monseñor Manuel José Mosquera fue retratado por el artista Ferdinand von Miller, bendiciendo el capitolio con la mano izquierda, cuando el conducto regular es siempre hacerlo con la mano derecha. Esto generó diversas teorías conspirativas y hasta esotéricas sobre la verdadera intención del párroco, pues no sería de su agrado, ni de la iglesia que representaba, que en Colombia se materializara la separación de poderes del clero.

Vestigios del pasado

El capitolio, construido bajo la influencia arquitectónica de estilo jónico, neoclásico y renacentista, aún mantiene elementos propios de la época, que hacen parte de su historia y revoluciones, tales como los bustos de los expresidentes Tomás Cipriano de Mosquera, Rafael Núñez, Enrique Olaya y Alfonso López Michelsen, o líderes de la política que representaban la esperanza de un sector del país, pero fueron asesinados: Jorge Eliécer Gaitán, Luis Carlos Galán y Álvaro Gómez Hurtado.

Asimismo, reposan los óleos de Ricardo Acevedo Bernal, ubicados en los salones principales de la plenaria del Congreso; los vitrales hechos por el artista francés Gustave Pierre Dagrant, y el mural Tres cordilleras y dos océanos, del pintor y escultor Alejandro Obregón. Sin dejar de lado sus emblemáticas gárgolas que custodian el recinto de las maldades, mezquindades, odios, envidias y maleantes, según la creencia popular.

En el salón de la Constitución permanecen las sillas talladas con las las letras E.U. C  (Estados Unidos de Colombia) - crédito Colprensa
En el salón de la Constitución permanecen las sillas talladas con las las letras E.U. C (Estados Unidos de Colombia) - crédito Colprensa

“Tiene unas sillas que datan de 1870. Tienen un monograma, una E, una U y una C entrelazadas en el espaldar, es decir, Estados Unidos de Colombia. Son un vestigio de esos usos que tenía el Capitolio en el siglo XIX durante el periodo federal”, complementó Arias a Colombia Visible sobre las antiguas sillas instaladas en el Salón de la Constitución.

El Capitolio Nacional cargó con la presencia de personajes maquiavélicos que sembraron el terror y el derramamiento de sangre en el país, como lo fue el mismísimo narcotraficante Pablo Escobar, que se apareció en el recinto como suplente de Jairo Ortega, representante a la Cámara por Antioquia. En ese tiempo, un sector de la población lo admiraba por su apoyo a los “más desprotegidos”, razón por la cual se impulsaba fuertemente su candidatura a la Cámara de Representantes.

Pero también hubo un hecho que dio muestra de la cultura violenta que por años ha marcado la sociedad colombiana, y fue la vez en que se formó tremenda balacera entre los parlamentarios, que para 1949 llegaban a la plenaria fuertemente armados.

En 1949, dos representantes a la Cámara fueron asesinados en medio de un enfrentamiento en pleno Congreso - crédito archivo Colprensa
En 1949, dos representantes a la Cámara fueron asesinados en medio de un enfrentamiento en pleno Congreso - crédito archivo Colprensa

Los hechos se presentaron en la madrugada del 8 de septiembre, en la Cámara de Representantes, durante un sesión en la que se debatía sobre una ley electoral que, entre otros aspectos, evaluaba la posibilidad de adelantar las elecciones presidenciales de junio de 1950, y que buscaba, a propósito, reducir la “violencia política” que existía en la época, según reseñó Señal Memoria.

Fue entonces que, a raíz de una discusión entre dos representantes de Boyacá, se desencadenó un enfrentamiento en el que hubo la mezcla de bebidas embriagantes. Las acusaciones e insultos sobre temas personales simplemente airó aún más el ambiente de pelea, en el que, de un momento a otro, parlamentarios conservadores y liberales, ajenos a la discusión, intercedieron a tiros.

Fueron más de 50 disparos que se escucharon esa madrugada. En uno de esos cruces murió en la escena el representante Gustavo Jiménez. Por su parte, Jorge Soto del Corral terminó herido, pero a los meses se reportó su fallecimiento debido a la gravedad de las heridas. Ninguno de los dos tenía qué ver en aquella pelea. Este evento pintoresco no tuvo dolientes, solo se le atribuyó responsabilidades a los conservadores Carlos del Castillo y al general Amadeo “Abaleo” Rodríguez como los encargados de iniciar aquel tiroteo, reseñó el medio anteriormente citado.

Es quizá por estos episodios que el Capitolio Nacional carga con una fama de epicentro de presencias sobrenaturales que atormenta a aquellos que trabajan o lo visitan. Fotógrafos, periodistas, vigilantes, y hasta los mismos moradores que asisten diariamente al lugar, han sido testigos de la presencia de niños y duendes que merodean por los pasillos.

Seres sobrenaturales

“La senadora Gilma Jiménez (1956-2013) se encontraba fumando cigarrillo y les dijo a los muchachos, a los escoltas, que era un duende, los muchachos en el momento no le creyeron y después ellos vieron por sus ojos a un duende que estaba jugando con unas monedas y se reía”, fue el testimonio de uno de los funcionarios que laboran en el capitolio, en entrevista con Caracol Radio.

Algunos senadores afirmaron que avistaron duendes en los pasillos del Capitolio Nacional - crédito Luis Jaime Acosta/REUTERS
Algunos senadores afirmaron que avistaron duendes en los pasillos del Capitolio Nacional - crédito Luis Jaime Acosta/REUTERS

Otra de las anécdotas es sobre la aparición de un niño en el edificio Santa Clara, adjunto al Congreso: “Allá, al parecer, es un niño que está en pena porque, en una ocasión, un compañero se encontraba de servicio. Al día siguiente llegaron las señoras que trabajan en una oficina, fueron y le hicieron el llamado atención de porqué habían entrado a la oficina. Y todo se dio a que, al parecer, era un niño que había dejado el teclado con todas las teclas en desorden y según, eran las huellas de unas manos de un niño”, complementó el trabajador al medio anteriormente citado.

De hecho, sería el tercer piso del capitolio el que tendría la mayor presencia de espectros paranormales que empujan, tocan, jalan el pelo, bolsos y maletines, a aquellos que se atreven a caminar por los pasillos, especialmente, en el área del ascensor. “Se siente uno como si lo estuvieran siguiendo, se siente muy pesadísimo”, indicó un policía al medio.

“Nosotras estábamos del otro lado del lavamanos, del secador de las manos, estábamos hablando de un tema específico y de la nada ese aparato, que nunca ha servido, se prendió varias veces y se apagaba como si le metieran las manos (...) nosotras quedamos bloqueadas, teníamos las cosas ahí y yo no hallaba sí correr o quedarme plantada (...) empezaron a ocurrir cosas en ese baño, uno entraba y se bajaba la cisterna sola”, contó otra funcionaria, en la recolección del testimonios que realizó Caracol Radio.

El tercer piso del Capitolio Nacional tuvo un "exorcismo" por los constantes sucesos paranormales - crédito Mauricio Dueñas Castañeda/ EFE
El tercer piso del Capitolio Nacional tuvo un "exorcismo" por los constantes sucesos paranormales - crédito Mauricio Dueñas Castañeda/ EFE

Ante la ola de apariciones, reportes y vivencias similares, en septiembre de 2011 se tuvo que recurrir a un “exorcismo”; bueno, en realidad era una misa para sacar al “duende” y al niño, apodado como Bugui bugui, que acostumbraba a jugar con un balón, y hasta la presencia del representante herido y posteriormente muerto, en 1949, Jorge Soto del Corral; o el caso del senador José Name Terán, que murió el 5 de septiembre de ese mismo año y decían que se apareció a hacer su último recorrido por los pasillos.

Como recuerdo de aquel ritual religioso en aquel pasillo, se instaló una virgen para ahuyentar los espíritus, pero, al parecer, estos se niegan a migrar a otros a otros lugares que no sea el Capitolio Nacional, o también llamado, el Palacio de las leyes.

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