En un acto de santería habría sido asesinada una mujer en su propia casa: encontraron velas y azufre

Durante la jornada del 18 de julio, se conoció que Diana Maritza Osorio Durán, una cucuteña de 50 años, fue asesinada mientras cobraba el arriendo en una vivienda familiar en un barrio de Cúcuta, Norte de Santander. El crimen, que ha consternado a la comunidad por las circunstancias en las que habría sucedido, sigue generando pormenores, según avanza la investigación.

El trágico hallazgo tuvo lugar sobre el mediodía, cuando los familiares de Osorio Durán decidieron ir a buscarla a la casa que tenía en el barrio Buenos Aires, luego de no tener noticias de ella ni encontrarla en su lugar de residencia en otro barrio, desde el día anterior.

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Al no obtener respuestas tras múltiples intentos de tocar la puerta, tumbaron la entrada y encontraron su cuerpo sin vida en una de las habitaciones, según publicó el diario informativo local, La Opinión.

Los detalles del crimen aún son materia de investigación. A través de portales informativos de la región se logró conocer que Osorio Durán había salido temprano de su casa, en el barrio San Martín, para una cita médica, antes de dirigirse al barrio Buenos Aires a cobrar el arriendo de una vivienda que había heredado de su abuela, y en la que, además, se encontraba su padre.

Sobre el momento de la muerte no se supo nada, hasta que se encontró el cuerpo. Una residente del barrio comentó al medio cucuteño que “el papá de ella estaba haciendo arreglos en la parte de atrás de la casa y no se dio cuenta cuando ella llegó”.

Fue entonces cuando el arrendatario a quien le irían a cobrar el dinero de la renta habría aprovechado el momento para llevar a cabo su cometido. “Suponemos que cuando la mató fue justo en el momento en el que el tipo le sube el volumen a la música, por eso ninguno de nosotros escuchó gritos”, añadió la testigo.

El padre de la víctima notó algo sospechoso cuando vio al hombre, identificado como Álvaro, sacando bolsas y maletas de la vivienda como si estuviera planeando un viaje de última hora. Al parecer, el padre de la mujer fallecida “le preguntó si podía entrar a la casa para revisar unas reparaciones, pero el hombre le contestó que no, porque «ya iba de salida»”, relató la vecina. Sin sospechas, el señor Osorio se retiró de la vivienda.

Al examinar la escena del crimen, los investigadores encontraron en la sala un círculo rodeado de azufre y esperma de velas, elementos que se vincularían con algún procedimiento espiritual. Según los detalles entregados por las autoridades, el cuerpo de la mujer de 50 años estaba semidesnudo y presentaba un golpe en el rostro, aparentemente causado por un ladrillo o baldosa, lo cual fue la causa del fallecimiento según los primeros informes, como informó el diario periodístico de Santander, Vanguardia.

La policía metropolitana de Cúcuta (Mecuc) y la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho) se movilizaron rápidamente para realizar la inspección técnica y el levantamiento del cadáver, pero no encontraron rastro del presunto agresor. “La única información que tienen los familiares es que el hombre, de nombre Álvaro, es de nacionalidad extranjera y trabaja como ayudante de cocina”, reportó el medio.

La información entregada a las autoridades aclaró que el hombre extranjero había estado viviendo en la casa desde julio del año anterior y Diana Osorio solía cobrar el arriendo sin problemas todos los meses.

Acordonada con cinta amarilla, la vivienda fue abierta para los familiares, quienes se sentaron en el andén del domicilio para llorar la muerte de la mujer, como informó el medio cucuteño. Allí pidieron justicia. Una de las familiares expresó: “Nosotros exigimos justicia y que esta muerte no quede impune como todas las de mujeres en esta ciudad. Estamos destrozados por este crimen tan horrible”.

Por su parte, los allegados de Osorio Durán afirmaron la no existencia de cualquier tipo de relación sentimental entre la víctima y el presunto agresor, versión que había surgido en redes sociales en 2016. Insisten en que no descansarán hasta que se haga justicia.

Diana era madre de cuatro hijos y abuela de una niña. “Le encantaban los perros, cualquier perrito que veía en la calle se lo quería llevar para la casa. Si por ella fuera, montaba un refugio. Era muy extrovertida, alegre, le encantaba reírse, cuánto dolor nos hicieron”, comentó un familiar, recordando a la víctima, quien también había superado un tratamiento doloroso contra el cáncer pocos años antes.