Un comunicado emitido por más de 100 investigadores, pertenecientes a universidades, organizaciones y comunidades pesqueras de diversas regiones de Colombia, advirtió sobre el impacto negativo causado por la introducción ilegal del pez basa (Pangasianodon hypophthalmus) en el país. Esta especie, originaria de Asia, fue introducida hace aproximadamente 15 años y se estima que, en la actualidad, se producen 20.000 toneladas de manera ilegal.
El comunicado destaca las fuertes presiones por parte del sector piscícola para regularizar el cultivo del pez basa en Colombia, aunque este tipo de producción es actualmente ilegal. Los investigadores insisten en que no se cuenta con las licencias ambientales necesarias para su introducción y aprovechamiento, lo cual representa una gran preocupación.
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Entre las consecuencias señaladas por los expertos, se destacó que la especie tiene la capacidad de ser un depredador tope en los sistemas acuáticos locales debido a sus hábitos alimenticios. Esto puede causar una grave competencia por los recursos con especies nativas, algunas de las cuales están en peligro, como el bagre rayado (Pseudoplatystoma magdaleniatum), los bagres sapos (Pseudopimelodus schultzi y P. atricaudus) y la doncella (Ageneiosus pardalis).
La presencia del pez basa también amenaza a otras especies nativas fundamentales para las pesquerías locales, como el bocachico (Prochilodus magdalenae). Su fácil adaptación a nuevos ambientes y su elevado potencial reproductivo complican aún más la situación, pues su distribución en diferentes ecosistemas naturales podría alterar significativamente la biodiversidad de peces nativos, afectando principalmente a las especies endémicas y en peligro de extinción.
Los investigadores también advierten sobre los riesgos que los patógenos transportados por el pez basa representan para la fauna local y para la producción nacional de tilapia, la cual se exporta a mercados internacionales. Estos patógenos pueden incluir virus, bacterias, hongos, platelmintos y nemátodos.
El comunicado menciona que, hasta la fecha de firma del documento, se registraron 3.512 capturas de pez basa en las cuencas de los ríos Magdalena, Cauca y Sinú, indicando además que la producción ilegal se extendió a al menos 12 departamentos, abarcando regiones Andina, Caribe, Amazónica y Orinoquia.
Firmantes destacados del comunicado incluyen a Ada Acevedo-Alonso, del Grupo de Especialistas para la Supervivencia de las Especies; Adriana Janneth Espinosa Ramírez, de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia; Alejandro Zuluaga Gómez, de la Universidad Federal de Pará; Camilo Andrés Roa-Fuentes, de la Asociación Colombiana de Ictiólogos; Carlos Rodríguez, de Tropenbos Colombia; y Dimitri Forero, del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia, entre otros.
Finalmente, los investigadores llaman a las instituciones colombianas a unirse en un diálogo social y científico que ayude a construir una normativa y acciones específicas para abordar esta problemática.
Más consecuencias
La introducción del pez basa en Colombia desencadenó una serie de consecuencias significativas que afectan tanto a la biodiversidad como a la economía y la salud pública del país.
Desde el punto de vista ecológico, el pez basa alteró los ecosistemas acuáticos locales debido a su capacidad para adaptarse rápidamente a nuevos entornos y su elevado potencial reproductivo. Estas características facilitan su expansión a lo largo de diversas cuencas fluviales, donde se distribuyó ampliamente. Su presencia desplazó a especies nativas, alterando la estructura trófica y afectando la dinámica de las comunidades de peces.
Un ejemplo claro es su impacto en el equilibrio ecológico de ríos importantes como el Magdalena y el Cauca, donde la competencia por alimentos y hábitats pone en riesgo a las especies endémicas que ya estaban en condiciones amenazadas. Esta competencia exacerbó la vulnerabilidad de peces que forman parte integral de la riqueza biológica del país.
En el ámbito de la salud pública, el pez basa también representa una amenaza potencial. Puede ser vector de diversos patógenos debido a sus hábitats y costumbres alimenticias, introduciendo enfermedades que podrían afectar tanto a los peces nativos como a los consumidores humanos. Esto pone en peligro no solo la salud de las poblaciones locales que consumen pescado, también la reputación y seguridad de los productos pesqueros colombianos en el ámbito internacional.
Finalmente, la falta de regulación y la producción clandestina del pez basa complican aún más el panorama. La presión para legalizar su cultivo en Colombia, sin una adecuada evaluación de los impactos ambientales y sin los permisos necesarios, incrementa el riesgo de legalizar una práctica que podría tener consecuencias desastrosas a largo plazo para los ecosistemas y la economía del país.