El mercado de la cocaína sí se redujo en Colombia: ahora los cocaleros aguantan hambre, según el The New York Times

Paradójicamente, la producción se incrementó a niveles históricos, pero por los efectos del Acuerdo de Paz con las Farc se redujo ampliamente la comercialización y los valores de venta

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La ausencia de compradores de
La ausencia de compradores de pasta de coca ha dejado a los habitantes de este pequeño pueblo sin sus principales ingresos, produciendo una crisis alimenticia - crédito Mauricio Dueñas Castañeda/EFE

En Colombia se estarían intensificando dos graves problemáticas que tendrían en jaque el negocio de la Cocaína: el hambre y la sobreproducción de cocaína, uno de los principales negocios ilícitos que han mantenido a los grupos delincuenciales y armados durante años.

Así quedó reflejado en una investigación del diario estadounidense The New York Times que, recientemente, recorrió las zonas más alejadas del país y que históricamente se han convertido en el epicentro de la producción de hoja de coca: Caño Cabra, en el Meta.

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Y es que, en aquella zona del país, los habitantes suelen madrugar durante casi todo el año para recoger la hoja de coca, con todas las implicaciones que trae hacerlo, incluidos los sangrados en las manos al tocar las plantas que parecen lijas. Después, no dudan en procesar el producto con gasolina y otros químicos para finalmente tener listos los ladrillos blancos de pasta de coca.

Sin embargo, el que fue uno de los negocios ilícitos más lucrativos del país, desde hace dos años, tuvo un giro de 180 grados cuando los habitantes de Caño Cabra empezaron a notar que los narcotraficantes que compraban la pasta de coca y la convertían en cocaína dejaron de aparecer.

El acuerdo de paz con
El acuerdo de paz con las Farc ha transformado la industria de la cocaína en Colombia - crédito EFE

La extraña desaparición de los “duros” del narcotráfico dejó a la pequeña comunidad, entonces de unos 200 habitantes, sumida en una pobreza aún mayor de la que vivían, a tal punto, que rápidamente los cultivadores de la hoja empezaron a abandonar la zona y, al final, Caño Cabra apenas cuenta con unos 40 moradores.

Sin embargo, lo que ocurrió en esa pequeña zona también se ha replicado en comunidades de todo el país donde la coca es la única fuente de ingresos, todo por los cambios drásticos que han adoptado las autoridades nacionales e internacionales en su plan de dar fin al comercio de las drogas. Estas dinámicas cambiantes han llevado a la acumulación de bloques de pasta de coca sin vender en todo el país.

Incluso, según informó el diario neoyorquino, la compra de esta pasta ha disminuido drásticamente o ha desaparecido en más de la mitad de las regiones productoras de coca, provocando una crisis humanitaria en muchas comunidades remotas y empobrecidas.

Felipe Tascón, un economista que ha estudiado la economía de las drogas ilícitas y ha liderado un programa gubernamental para ayudar a los agricultores a cambiar a cultivos legales, afirmó que el mercado de la droga nunca había visto “una recesión tan dramática”.

Ecuador, Perú y Centroamérica han
Ecuador, Perú y Centroamérica han aumentado su producción global de cocaína - crédito Fernando Vergara/AP

La investigación del diario también concluyó que el trastorno en la industria de la cocaína es, en parte, una consecuencia no intencionada del histórico acuerdo de paz firmado hace ocho años con el grupo armado más grande del país, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), que puso fin a una fase de un conflicto de décadas.

Las Farc financiaron su guerra en gran parte a través de la cocaína y dependían de miles de agricultores para proporcionar la planta de coca, el principal ingrediente de la droga. Sin embargo, tras la salida de las Farc de la industria de la cocaína, fueron reemplazadas por grupos criminales más pequeños que adoptaron un nuevo modelo económico: comprar grandes cantidades de coca a un menor número de agricultores y limitar sus operaciones a regiones fronterizas para facilitar la exportación de drogas.

Este cambio ha afectado duramente a pueblos como Caño Cabra, ubicado en lo profundo del interior del país, a unos 265 kilómetros al sureste de Bogotá, que han visto desaparecer su único negocio. “Ha sido difícil”, comentó Yamile Hernández a The New York Times, una agricultora de coca y madre de dos adolescentes que lucha por alimentar a su familia.

El decreciente negocio ha hecho también otros países emerjan como fuertes competidores y han contribuido a los cambios en el mercado de drogas de Colombia. Ecuador se ha convertido en un importante exportador de cocaína, mientras que el cultivo de la hoja de coca ha aumentado en Perú y América Central. Esto ha elevado la producción global de cocaína a niveles nunca antes vistos. Aunque el consumo de cocaína se ha estabilizado en Estados Unidos, está creciendo en Europa y América Latina, y emergiendo en regiones como Asia.

Los ingresos por exportación de
Los ingresos por exportación de cocaína alcanzaron $18.218 millones en 2022 - crédito Luisa González/Reuters

En Colombia, las políticas del actual Gobierno de Gustavo Petro, incluido un alejamiento de la erradicación de plantas de coca, y los avances tecnológicos en el cultivo con fertilizantes más eficaces, han permitido que la producción de coca se expanda a pesar de décadas de inversión por parte de Estados Unidos para desmantelar la industria de la cocaína. Según datos de las Naciones Unidas, la producción anual de hoja de coca y cocaína alcanzó nuevos máximos en 2022, con un aumento del 24 por ciento en la fabricación de la droga en comparación con el año anterior.

Pero el auge en la producción de cocaína también ha llevado a un incremento en las exportaciones. Los ingresos por exportación de cocaína subieron a 18.218 millones de dólares en 2022, mientras que en 2021 se contabilizaban unos 2.400 millones, según un análisis de Bloomberg Economics, que predijo que estos ingresos superarían los del petróleo, la principal exportación del país, en un plazo no mayor a un año.

Nuevos fertilizantes también han facilitado el cultivo de más coca, incluso cuando muchos grupos armados colombianos, que contribuyen al continuo conflicto del país, dependen menos de las drogas para obtener ingresos y se están volcando a otras actividades ilícitas como la minería de oro, la tala y el contrabando de migrantes.

Así, aunque la cocaína sigue siendo una empresa lucrativa para las redes criminales en Colombia, el nuevo modelo económico ha traído sufrimiento a muchas partes del país. Al menos el 55% de las regiones productoras de coca han visto cómo las ventas de coca se desploman, según Leonardo Correa de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.

Para muchos colombianos, la industria de la cocaína ha sido su única opción. “Hace daño a la humanidad, y somos conscientes de eso”, dijo Jefferson Parrado, presidente del consejo local que preside la región que incluye Caño Cabra. “Pero para nosotros, significa salud, significa educación, significa el sustento de las familias en las regiones”, concluyó el líder al medio extranjero.

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