Más de 200 niños no pueden asistir a clases en Valledupar por falta de transporte

En el corregimiento de Villa Germania, municipio de Valledupar, los estudiantes de la Institución Educativa Agropecuaria enfrentan un serio problema: semanas antes del inicio de las vacaciones de mitad de año dejaron de recibir clases.

Estos alumnos, que residen en la vereda Las Gallinetas, jurisdicción del corregimiento de Mariangola, están preocupando a sus padres debido a la ausencia de transporte escolar, esencial para su desplazamiento. La situación pone en riesgo la aprobación de sus cursos.

La Diócesis de Valledupar es la encargada de la administración del colegio, al que asisten 220 niños residentes en Las Gallinetas. La falta de movilidad es un obstáculo significativo que impactó su educación, dado que no tienen cómo trasladarse a la sede principal de la institución educativa.

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Nelson Carranza, presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda, comentó que la causa radica en los pagos pendientes a los conductores por parte de la empresa contratada para operar el transporte escolar.

“Esta es una situación que necesitamos hacer visible a través de los medios de comunicación y que se sepa qué está pasando con el transporte de los niños. Los choferes están parados e indican que hasta que no les paguen no continúan prestando el servicio”, afirmó Carranza.

En abril de 2023, la administración municipal anunció la adjudicación del contrato del transporte escolar al Consorcio Trasescolar 2024, valorado en $8.693 millones, con la intención de transportar a más de 2.200 estudiantes de las zonas rural y urbana. Este consorcio está compuesto por tres empresas: HB Y CIA LTDA, Transportes Carvajal y Transportes Logística y Movilidad, cada una contribuyendo con un 33.33%. Sin embargo, los trabajadores de las empresas justifican el cese de actividades por falta de pagos.

La falta de transporte escolar en Valledupar está teniendo un impacto significativo y preocupante en la educación y el bienestar de los niños afectados. Al no poder asistir a clases de manera regular, estos estudiantes se enfrentan a un desfase académico considerable.

Los líderes de la comunidad indicaron que la regularidad y la consistencia en la educación son “fundamentales para el aprendizaje, y cualquier interrupción prolongada puede provocar lagunas de conocimiento que serán difíciles de subsanar a largo plazo”.

La ausencia constante en el colegio incrementa las posibilidades de deserción escolar. Los niños pierden la motivación y el hábito de asistir a clases, lo que puede llevar a un abandono definitivo de sus estudios. Este fenómeno es especialmente crítico en comunidades rurales, donde ya existen menos oportunidades educativas comparadas con las zonas urbanas. La falta de acceso a la educación perpetúa ciclos de pobreza y limita las perspectivas de desarrollo socioeconómico tanto para los individuos afectados como para la comunidad en su conjunto.

El impacto no se limita únicamente al ámbito académico. La escuela también cumple un papel crucial en el desarrollo social y emocional de los niños. Al no asistir, los estudiantes pierden valiosas oportunidades de socialización, integración y participación en actividades que fomentan su crecimiento personal. La falta de este entorno estructurado puede afectar negativamente su bienestar emocional y psicológico.

A nivel comunitario, la interrupción de la educación tiene repercusiones a largo plazo. Una generación que no recibe una educación adecuada está menos preparada para contribuir al desarrollo económico y social de su entorno. La falta de formación educativa limita las oportunidades de progreso y puede perpetuar los ciclos de desigualdad y pobreza en la región.

Además, la inseguridad y la vulnerabilidad de los niños aumentan al no contar con la estructura y supervisión que brinda el ambiente escolar. La falta de actividades organizadas y supervisión puede exponerlos a riesgos como el trabajo infantil, la delincuencia y otras actividades perjudiciales.