El domingo 30 de junio, la Defensoría del Pueblo emitió un comunicado sobre las medidas implementadas en Bogotá para garantizar el suministro de agua. A pesar de la flexibilidad en las medidas de racionamiento adoptadas desde abril, el organismo recalcó la necesidad de acciones planificadas a largo plazo para evitar un desabastecimiento futuro.
La Administración distrital instauró ciclos de racionamiento en nueve turnos, comenzando en la segunda semana de abril, debido a que los embalses del sistema Chingaza estaban por encima del 16% de su capacidad.
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No obstante, a partir del 1 de julio, esta medida será modificada gracias a que el nivel de los embalses ha aumentado hasta el 42,77%, según datos del 28 de junio, favorecido por el comportamiento de las lluvias y el ahorro de agua potable por parte de la ciudadanía.
La Defensoría advirtió que “es imprescindible que las autoridades cumplan con las obligaciones legales de protección del medioambiente”, señalando la importancia de preservar ecosistemas sensibles como páramos, ríos, y humedales para la sostenibilidad del sistema de abastecimiento.
Además, el organismo destacó que la disminución de los niveles de agua no es coyuntural, instando a las autoridades a tomar medidas estructurales para garantizar el acceso al agua como un derecho fundamental, especialmente para las poblaciones vulnerables.
El comunicado también menciona que “la Defensoría del Pueblo reitera su alerta hecha en mayo de este año: si no se actúa de manera planificada y articulada, sus habitantes podrían enfrentarse a escenarios de desabastecimiento de agua que llegarían incluso a ser más agudos”.
Además, el organismo instó a los habitantes a continuar implementando un uso eficiente y medidas de ahorro del agua. Indicaron que, aunque la nueva medida responde a la mejora en los niveles de los embalses, el racionamiento inicial y la colaboración ciudadana son esenciales para alcanzar la meta del 70% para octubre.
Finalmente, la Defensoría del Pueblo resaltó la importancia de cumplir con las directrices de la Organización Mundial de la Salud en cuanto a la gestión del recurso hídrico. La implementación de estas medidas es vital para asegurar un suministro equitativo y sostenible, evitando posibles crisis de escasez en el futuro.
Qué es el fenómeno de La Niña
El fenómeno de La Niña es un evento climático que se caracteriza por el enfriamiento anómalo de las aguas del océano Pacífico ecuatorial. Este fenómeno impacta de manera significativa el clima global y, en particular, el clima de Colombia. La Niña se presenta cuando los vientos alisios se fortalecen, incrementando el enfriamiento de la superficie marina y alterando los patrones meteorológicos.
En Colombia, La Niña generalmente se manifiesta con un aumento en las precipitaciones, especialmente en las regiones Andina, Pacífica y la Zona Cafetera. Esto puede llevar a un incremento en la frecuencia e intensidad de fenómenos como lluvias torrenciales, inundaciones y deslizamientos de tierra, afectando infraestructuras y cultivos. El fenómeno tiende a durar varios meses y su impacto puede variar dependiendo de su intensidad.
El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) de Colombia monitorea continuamente las condiciones del océano Pacífico y emite alertas y pronósticos sobre la posible ocurrencia del fenómeno de La Niña. Estas advertencias permiten a los sectores agrícola, energético y de gestión de riesgos preparar planes de contingencia para mitigar los impactos adversos.
La Niña puede tener repercusiones significativas en la economía y la salud pública del país. La agricultura enfrentará desafíos debido a los cambios en los patrones de lluvia, mientras que las inundaciones propiciarán la propagación de enfermedades. Es crucial que las autoridades y la población tomen medidas proactivas para enfrentar los efectos de este fenómeno natural.