Fuentes confidenciales citadas por El Tiempo revelaron algunos de los pormenores que rodearon la captura de Janer Iván Morales Poveda, más conocido como Satanás en la prensa nacional, que, siguiendo el rastro de su historial delictivo, le puso ese apodo.
Uno de los tantos crímenes que configuran su prontuario tuvo lugar en la zona rural de Abejorral, Antioquia, donde fueron asesinadas tres personas: su expareja Leidy Johana Cardona Hurtado, Cristian Rufino Zuluaga Soto, esposo de Leidy, y Abelardo Antonio Cortés Ríos. Además de los disparos, las víctimas habían sido heridas con arma blanca (el cuerpo de Leidy tenía quince heridas de arma cortopunzante, además de dos disparos).
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Leidy había sido novia de Janer Iván. Iniciaron su relación cuando ella lo visitaba en la cárcel. Un día lo dejó de visitar y rehizo su vida con otro hombre, Cristian. Satanás decidió vengarse y, cuando cumplía una condena de casa por cárcel, se quitó el brazalete de rastreo satelital y en la misma finca que le había comprado a Leidy, en la vereda Santa Ana, acabó con la vida de la joven pareja enfrente de un niño de dos años, hijo de Cristian y Leidy, único testigo del caso.
Tal masacre, ocurrida en octubre de 2023, se convirtió en un caso sobre el que las autoridades aplicaron todas sus capacidades, dando como resultado que el responsable de todo fue Janer Iván, contra quien se emitió una nueva orden de captura el 10 de marzo de 2024.
Un pacto con el diablo
Las mencionadas fuentes indicaron que la persecución contra Satanás estuvo llena de escaramuzas que impedían dar con la captura del buscado homicida: “Sé que suena imposible, pero así pasó y lo hicimos porque era muy difícil encontrarlo; rodeamos la droguería porque él padece de problema de convulsiones y nunca apareció –cuenta–. Cuando por fin íbamos en camino, llovía a cántaros, casi no llegamos”.
Aunque resulta difícil registrarlo como una teoría oficial, las fuentes involucradas no descartan que las dificultades para capturar a este hombre hayan estado relacionadas con sus supuestos nexos con el diablo o alguna entidad sobrenatural que, a cambio de vidas humanas, le habría ofrecido protección y éxito. El pacto terminó, dicen, cuando le fue solicitada la vida de su madre y de otro familiar.
“Según él, tenía un acuerdo con el diablo para entregarle hasta tres víctimas a la semana –explica el investigador–. Imagínese que de verdad lo haya hecho durante 15 años, estaríamos hablando de más de 1.000 muertos”, dijo la fuente.
Al tomar esto en consideración, las autoridades acudieron a la ayuda espiritual de un sacerdote católico en Gigante, Huila, quien habría intentado contrarrestar con oraciones y súplicas los conjuros que hacían de Janer Iván alguien escurridizo, difícil de detectar y ligero ante la persistente observación de los agentes que rodearon por horas las droguerías del municipio.
Satanás, con todo y el pulso que no le impedía disparar, sufría de convulsiones, y uno de los medicamentos con los que trataba tal problema es de distribución comercial.
Al final, fue interceptado por veinte uniformados que llegaron hasta la vereda Pensilvania, donde Satanás terminó cercado y con un arma que nunca pudo accionar, por más intentos que hizo.
Los andariegos
Desde su adolescencia, Janer Iván recorrió los caminos del Eje Cafetero. Obsesionado con crecer en el mundo del microtráfico, comenzó a matar andariegos que, para redondear sus finanzas, vendían drogas. Eliminó a varios y habría enterrado sus cuerpos para ocultar la evidencia.
“Lo que pasa es que muchos de los andariegos se dedican al consumo de estupefacientes. Pero también guardan para vender y así, entre la recolección de café y la venta de drogas, se consiguen su dinero. Lo que hacía este hombre era llegar a varios puntos, matar a quienes vendían droga, en su mayoría andariegos, y apoderarse del negocio”, relata la citada fuente.
Estando en la cárcel, en 2014, fundó el grupo criminal Los Andariegos, que tenía como principal actividad económica el microtráfico. En ese entorno lo conocían como Porcelana y se sabe que había obtenido tanto poder como quiso, motivo por el cual era temido por otros criminales.
“Su poder era tal que aunque fuera trasladado de Antioquia a la cárcel de La Modelo, en Bogotá, a donde llegaba seguía recibiendo rentas por las ventas de drogas y quien no quería seguir pagando por los negocios era asesinado –asegura la fuente–. Su poder era tal que muchas personas tenían que cumplir sus órdenes o de inmediato contactaba a alguien para que los asesinara”.
A Satanás le achacan muchos crímenes, más del triple de los que le han comprobado. Tales denuncias están en los escritorios de investigadores que siguen desentrañando los misterios de esta historia.