Al caminar por las calles de Bogotá, sobre todo por las zonas cercanas a corredores verdes y parque públicos, en su gran mayoría, se puede encontrar la presencia de algunos frutos morados y ovalados que cuelgan de los árboles.
Frecuentemente, picoteados por los mirlos —esos pájaros negros que parecen cuervos, de patas y pico naranja—, estos frutos pasan muchas veces desapercibidos por los bogotanos, sin conocer que son totalmente comestibles. Incluso, no son los únicos frutos bogotanos que rondan por toda la ciudad y que, dependiendo de la temporada, se pueden “cosechar” y comer.
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El Jardín Botánico de Bogotá ha registrado, desde 2019, 16 especies de árboles frutales comestibles distribuidos en diversos sectores de la capital colombiana. Este proyecto, desde su inicio hace cinco años, “tiene como propósito resaltar las propiedades nutricionales y medicinales de estos árboles, además de su importancia para la fauna local”, según se mencionó desde la Alcaldía de Bogotá en el mismo año de transición entre la Alcaldía de Enrique Peñalosa y Claudia López.
Entre las especies destacadas se encuentra el cerezo o capulí, originario de Centroamérica, conocido por sus frutos utilizados en mermeladas y postres. Otra especie notable es la Eugenia, ricos en vitamina A y minerales, identificados precisamente por ser esos “frutos morados”.
- El sauco, de origen europeo, ofrece frutos con vitamina C utilizados en infusiones para tratar problemas respiratorios.
- Mientras que la papayuela es una especie nativa de Colombia empleada en bebidas aromáticas.
- El arrayán es comúnmente utilizado en bebidas tradicionales.
- El moquillo, cuyas bayas dulces se utilizan en batidos, es un árbol de importancia cultural y medicinal.
- El malvavisco es usado en tratamientos respiratorios.
- La guayaba del Perú es rica en vitamina C.
- El níspero del Japón, conocido por sus propiedades antioxidantes, completa la lista de especies identificadas.
- La feijoa es conocida por combatir la fatiga y el estrés.
- El higo, usado en la gastronomía colombiana, también forma parte de esta lista.
- La palma coquito, cuyo fruto se emplea en la producción de melcochas.
- El motilón, esencial para la alimentación de aves, es otro ejemplo.
- El balú se pueden consumirse directamente, guisados, fritos, asados, cocidos, encurtidos, en jugos y múltiples dulces.
- El durazno, adaptado al clima de Bogotá con un sabor más dulce.
- El nogal bogotano, cuyas almendras son valoradas en la repostería, son igualmente significativos.
Estas iniciativas buscan no solo promover el conocimiento sobre las especies frutales presentes en la ciudad, sino también destacar su importancia para la salud humana y la biodiversidad.
La importancia de estas frutas para los ecosistemas sabaneros y bogotanos
En Bogotá, diversos animales se alimentan de las frutas de los árboles locales. Los frutos del cerezo son particularmente apreciados por aves como torcazas y mirlas. Las eugenias, con sus pequeños frutos morados, son consumidas por colibríes y otras aves frugívoras, que disfrutan del sabor y los nutrientes que aportan.
El sauco, conocido por sus pequeños frutos morados y flores blancas, es un banquete para insectos polinizadores como abejas y mariposas, además de ser consumido por aves locales durante todo el año. La papayuela, fácilmente reconocida por su color amarillo, es otro alimento favorito de aves y pequeños mamíferos como zarigüeyas, quienes también ayudan en la dispersión de sus semillas.
Los frutos del arrayán son buscados por aves frugívoras como los atrapamoscas. Estos no solo proporcionan alimento, sino también vitaminas necesarias para las aves que los consumen. El brevo, o higo, es una delicia tanto para ardillas de cola roja.
La palma coquito es un alimento importante para animales como los tigrillos lanudos y zarigüeyas, que consumen sus semillas y pulpa dulce. El motilón, con sus frutos oscuros y jugosos, es codiciado por aves y pequeños mamíferos por igual.