Mantén la calma: Tu tranquilidad ayudará a la persona a sentirse más segura.
Asegura un entorno seguro: Lleva a la persona a un lugar seguro, lejos de cualquier peligro.
Habla con una voz suave y tranquilizadora: Usa un tono de voz calmado para comunicar seguridad.
Respiración controlada: Ayuda a la persona a respirar profundamente. Indícale que inhale lentamente por la nariz y exhale por la boca.
Escucha y valida sus emociones: Permite que la persona exprese lo que siente. Escucha sin juzgar y muestra empatía.
Distracción positiva: Redirige su atención a algo neutro o positivo para desviar la mente de la ansiedad.
Limita la exposición a medios: Evita que la persona vea noticias o imágenes del sismo que puedan aumentar su ansiedad.
Consulta con un profesional: Si la ansiedad no disminuye, busca la ayuda de un profesional de salud mental.
El Terremoto de Popayán (1983): ocasionó más de 300 muertes y dejó numerosos heridos y edificaciones destruidas. Este evento devastador marcó un hito en la historia de la ciudad y del país en términos de desastres naturales.
El Terremoto del Eje Cafetero (1999): con epicentro en Armenia, este sismo alcanzó una magnitud de 6,2 en la escala de Richter. Causó la muerte a más de 1.000 personas, dejó a decenas de miles sin hogar y provocó pérdidas materiales significativas en la región.
El Terremoto de Tumaco (1979): con una magnitud de 8,1, este terremoto fue seguido por un tsunami que afectó gravemente la costa nariñense. Murieron alrededor de 500 personas y se registraron importantes daños en la infraestructura.
El Terremoto de Los Santos (1995): aunque este sismo de magnitud 6,8 no causó víctimas mortales, sí provocó daños materiales significativos en varias localidades del departamento de Santander.
El Terremoto de Cúcuta (1875): registró una magnitud estimada de 7,3. Este terremoto destruyó gran parte de la ciudad de Cúcuta y afectó seriamente a las regiones circundantes. Se calculan en varios miles las víctimas mortales.