General (r) Iván Ramírez estaría vinculado a un plan para asesinar a Gustavo Petro, según un testimonio ante la JEP

El sargento José Leonairo Dorado Córdoba implicó a varios altos mandos militares en la década de los noventa por una serie de crímenes atroces

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Según Ramírez, los tiempos descritos por el sargento no corresponden con su tiempo en inteligencia - crédito JEP/Catalina Olaya/Colprensa
Según Ramírez, los tiempos descritos por el sargento no corresponden con su tiempo en inteligencia - crédito JEP/Catalina Olaya/Colprensa

En un testimonio ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), el sargento José Leonairo Dorado Córdoba implicó al general (r) Iván Ramírez Quintero y a otros altos mandos del Ejército en diversos crímenes cometidos en los años noventa.

Dorado, exintegrante del Batallón de Contrainteligencia 1 y del Batallón de Inteligencia Charry Solano, aseguró que Ramírez, entonces director de inteligencia del Ejército, presuntamente estaba al mando de un grupo de sicarios en la Brigada XX.

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Dorado ofreció detalles precisos de estos actos, incluyendo asesinatos, torturas y seguimientos. De acuerdo a su testimonio, uno de los casos más notorios fue el asesinato del senador Manuel Cepeda Vargas, de la Unión Patriótica. “Cepeda fue seguido durante meses antes de su asesinato”, afirmó Dorado. Según él, las órdenes vinieron del general Harold Bedoya, el general Martín Carreño y el coronel Luis Roberto Pico Hernández.

Otro crimen importante mencionado por Dorado fue el asesinato del abogado Eduardo Umaña Mendoza en 1998. Dorado confesó haberse infiltrado en la oficina de Umaña, haciéndose pasar por un trabajador de envíos, y señaló que durante meses la Brigada XX supuestamente ordenó su seguimiento. “Las amenazas que él recibió también fueron responsabilidad nuestra”, detalló en su declaración.

Dorado también citó el año 1994 como un periodo de graves delitos, alegando la supuesta participación de Ramírez Quintero y otros altos mandos en un plan para asesinar al entonces líder de izquierda Gustavo Petro, quien hoy es el presidente de la República. Aunque este plan finalmente no se llevó a cabo, revela la magnitud de la operación de inteligencia y las conexiones del Ejército con acciones ilegales.

Además de Cepeda y Umaña, el testimonio ante la JEP incluye las muertes de otros líderes de izquierda como Amparo Tordecilla y José Miller Chacón. Dorado relató su participación en estos casos y cómo Ramírez Quintero supuestamente coordinaba las operaciones, utilizando grupos paramilitares y tácticas de espionaje y seguimiento.

Según el testimonio de la JEP, el general estaba al mando de un grupo de sicarios de la Brigada XX - crédito Carlos Ortega/EFE
Según el testimonio de la JEP, el general estaba al mando de un grupo de sicarios de la Brigada XX - crédito Carlos Ortega/EFE

Es notable la mención de sicarios presuntamente bajo el comando de Ramírez Quintero en la Brigada XX. “Ramírez Quintero estaba al mando de un grupo de sicarios”, dijo Dorado, agregando que estos operativos se llevaban a cabo con conocimiento y aprobación de altos mandos del Ejército.

Las confesiones de Dorado no sólo implican a Ramírez Quintero, sino también a figuras prominentes del Ejército como los mencionados Bedoya y Carreño, todos señalados como responsables de crímenes de alta gravedad.

Operación y mando de la Brigada XX

El sargento Alberto Dorado detalló en su declaración ante las autoridades cómo la Brigada XX operaba bajo un mando que cooperaba con grupos paramilitares. Además, afirmó que Iván Ramírez Quintero dirigía estas operaciones, cuyo principal objetivo era la eliminación de líderes de izquierda en Colombia durante la década de 1990. Las órdenes eran seguidas por sargentos y oficiales, quienes planificaban y ejecutaban crímenes selectivos.

Antonio Navarro, actual político y exmiembro del M-19, figura entre los casos destacados señalados por Dorado. El militar relató un intento fallido de asesinar a Navarro, durante el cual él (Alberto Dorado) tuvo un encuentro cara a cara con Navarro. Al ser descubierto, el político fue perdonado con la condición de que permaneciera en silencio.

Dorado confesó el rol de la Brigada XX en varios casos emblemáticos de desapariciones y asesinatos. Destacó que el secuestro y desaparición de Amparo Tordecilla, exintegrante del EPL en 1989, fue ordenado por Ramírez Quintero y ejecutado por miembros de la brigada. Asimismo, reveló que Nydia Érika Bautista, exmilitante del M-19, fue secuestrada y torturada como parte de una campaña para eliminar a su familia.

En otro testimonio, Dorado aseguró que José Cuesta Novoa, exmilitante del M-19 y actual concejal de Bogotá, fue sometido a torturas durante diez días. Estos actos, siempre bajo la supervisión de altos mandos militares, buscaban aniquilar a miembros de grupos insurgentes.

José Miller Chacón, exintegrante de la Unión Patriótica, fue otra víctima de las operaciones de la brigada. Dorado declaró que Chacón fue asesinado tras constantes seguimientos y espionaje en 1993. Del mismo modo, atribuyó la desaparición de Pedro Movilla, líder del Partido Comunista en Bogotá, también en 1993, a una operación militar que concluyó en su tortura y muerte.

Ramírez fue recientemente condenado por la desaparición de Irma Hurtado en el Palacio de Justicia - crédito Colprensa/Cajar
Ramírez fue recientemente condenado por la desaparición de Irma Hurtado en el Palacio de Justicia - crédito Colprensa/Cajar

Sobre el coronel Bernardo Ruiz Silva, mano derecha del general Iván Ramírez Quintero, (y quien fue procesado por el caso de Álvaro Gómez Hurtado, de quien el sargento Dorado afirmó que lo iban a matar pero las Farc se adelantaron), el postulado aseveró que era quien dirigía el grupo de sicarios del general Ramírez en la Brigada XX que cometieron estos asesinatos.

En respuesta a estas graves acusaciones, Iván Ramírez Quintero rechazó categóricamente las declaraciones de Dorado en un contacto con W Radio. Ramírez Quintero calificó a Dorado de “mentiroso” y argumentó que los períodos temporales mencionados no coinciden con su mando en inteligencia. Citó el caso de Manuel Cepeda, donde otros sargentos ya condenados no tenían vínculo alguno con él.

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