Diana Moreno, la mujer más pequeña de Colombia, estaría en riesgo de perderlo todo por cuenta de algunos de los dueños de la casa en la que su familia tiene arrendado un local para una panadería que, desde hace décadas, es su sustento.
Así lo compartió a través de las redes sociales señalando que la señora María Elena y Saúl Guerrero la tienen a ella y a los suyos buscando ayuda judicial y económica, ya que la familia Barrera los habría puesto entre la espada y la pared.
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Diana, que decidió abrir una cuenta en redes sociales y empezar a compartir contenido no hace mucho, explicó que ese día llamaron “a la Policía y les dijimos que, prácticamente, nos dejaron sin la entrada que tuvimos toda la vida en esa panadería. Siempre hemos entrado y salido por ahí”.
Y es que, “la señora Elena le cambió guardas a la puerta y ya no nos permitió entrando y saliendo por el mismo lado. Ahí ya nos quitaron nuestro primer beneficio sobre tener la panadería en ese sector”.
Por lo que desde el miércoles 19 de junio y todos los días, hasta el domingo siguiente, prometió subir un vídeo, esperando recibir ayuda de sus seguidores y de quienes la conocen y conocen el negocio que ha ayudado a su familia a salir adelante.
“El día de hoy siendo las 9 de la noche, mira cómo dejo mi negocio, cerrado y está lleno, están las vitrinas en buen estado, los electrodomésticos como horno y nevera, está todo desenchufado y los estantes surtidos. Pero les pido que me colaboren porque saldré por la otra puerta, pero no puedo volver a ingresar mañana, así que madrugaré a la inspección de Policía porque me cerraron la puerta, siendo los dueños, únicamente, de la mitad de la casa”, se escucha en la denuncia de su familiar.
Tatuadora también estuvo a punto de quedarse sin local por los prejuicios de su arrendatario
El 38% de la población mundial tiene al menos un tatuaje, pero la modificación corporal aún enfrenta tabúes que afectan a quienes trabajan en este sector. Leidy Mora, una tatuadora colombiana, vivió una situación complicada que casi le cuesta su estudio.
En su local de tatuajes ubicado en una terraza, Leidy descubrió extraños huevos rojos en la pared, describió en conversación con un medio local. A pesar de realizar limpiezas profundas cada tres días y fumigar cada dos semanas, la plaga persistió. Este hallazgo llevó a que Leidy informara a la administración del edificio, quienes llamaron a un exterminador.
El exterminador señaló que los huevos eran de moscas que se ven generalmente en el campo, sugiriendo un episodio de brujería. Esto desató una serie de eventos que culminaron con una advertencia del propietario del local a Leidy, con la solicitud de que desocupara el estudio debido a sus supuestas “creencias diferentes”.
Leidy defendió su postura, mencionando que jamás había practicado brujería y que existía un contrato de arrendamiento vigente. Ante la amenaza de acción legal por parte de Leidy, el propietario reconsideró su decisión y acordó reevaluar la situación una vez terminara la fumigación.
Este incidente no es aislado en la vida de Leidy. La tatuadora ha enfrentado estigmatización en diversas ocasiones debido a su trabajo en la industria del tatuaje y las modificaciones corporales. “No puedo creer que llames a una empresa de fumigación y digan que es brujería, con todo y lo que esto desencadena. Pero no es la primera vez que esto me pasa”, lamentó en la parte final de su denuncia.