Controversia en torno a Carlos Pizarro: razones por las que niegan que el exlíder del M-19 fuera un “criminal”

En un artículo de Pares, se desafía la percepción negativa que hay del excomandante del grupo guerrillero, bajo el argumento de que su contribución a la paz en Colombia debe ser reconocida

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El reconocimiento del sombrero de Carlos Pizarro como Patrimonio Cultural de la Nación provocó debate sobre su legado, especialmente entre quienes recuerdan los actos violentos del M-19 - crédito Alexa Rochi/Presidencia - Colprensa
El reconocimiento del sombrero de Carlos Pizarro como Patrimonio Cultural de la Nación provocó debate sobre su legado, especialmente entre quienes recuerdan los actos violentos del M-19 - crédito Alexa Rochi/Presidencia - Colprensa

En un artículo reciente publicado por Iván Gallo, editor de contenidos de la Fundación Paz & Reconciliación (Pares), se argumenta que Carlos Pizarro, líder asesinado del extinto grupo guerrillero M-19, no debe ser catalogado como un “criminal”.

Esta postura se presenta en el contexto de la decisión del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes de reconocer el sombrero de Carlos Pizarro como Patrimonio Cultural de la Nación, en un acto presidido por el mandatario Gustavo Petro. Este reconocimiento suscitó una ola de indignación en diversos sectores de la población, que cuestionan cómo es posible honrar a alguien que consideran un “criminal”, al recordar los crímenes cometidos por el M-19, como la toma del Palacio de Justicia en 1985 o el asesinato del sindicalista José Raquel Mercado.

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Sin embargo, desde Pares se argumenta que reducir la figura de Carlos Pizarro a la de un “criminal” es ignorar su evolución y sus intentos de encontrar una solución pacífica al conflicto. Según el artículo, “Pizarro creyó en la paz” incluso en medio de un entorno político y social extremadamente hostil.

En un reciente artículo de Pares, se desafía la percepción de Carlos Pizarro como un "criminal", bajo el argumento de que su contribución a la paz en Colombia debe ser reconocida - crédito Colprensa
En un reciente artículo de Pares, se desafía la percepción de Carlos Pizarro como un "criminal", bajo el argumento de que su contribución a la paz en Colombia debe ser reconocida - crédito Colprensa

En el artículo se intentó desmitificar la imagen del exlíder del M-19, al destacar su papel crucial en la historia reciente de Colombia. Según Gallo, “Pizarro fue quien abrió la puerta, dentro de los grupos armados, a la salida negociada al conflicto”.

De esta manera, la premisa del autor es que:Pizarro no fue ningún criminal. Criminales los que no sólo se alegraron de su muerte, sino los que lo quieren borrar de la historia (sic)”.

El debate sobre Carlos Pizarro: ¿héroe o villano?

El contexto histórico de Colombia durante las décadas de 1980 y 1990 estuvo marcado por la violencia generalizada, con enfrentamientos entre grupos guerrilleros, paramilitares y fuerzas estatales, así como el auge del narcotráfico y los carteles de la droga.

En este escenario, Pizarro emergió como una figura que intentó cambiar el rumbo de la historia a través del diálogo y la negociación política, de acuerdo con el medio citado.

El artículo de Pares también destaca los desafíos y las traiciones que enfrentaron los esfuerzos de paz en Colombia a lo largo de los años. Se menciona cómo Pizarro fue precursor en la idea de la reconciliación nacional, incluso enfrentando el riesgo personal de perder la vida debido a sus convicciones. Según las palabras recogidas por Gallo, “el compromiso con la paz fue total” por parte del entonces líder del M-19, a pesar de las amenazas y la violencia que rodearon su vida y su carrera política.

El legado de Carlos Pizarro ha sido objeto de reevaluación constante en Colombia, enfrentando interpretaciones divergentes sobre su papel histórico y su contribución a la paz - crédito Colprensa
El legado de Carlos Pizarro ha sido objeto de reevaluación constante en Colombia, enfrentando interpretaciones divergentes sobre su papel histórico y su contribución a la paz - crédito Colprensa

La figura de Carlos Pizarro ha sido objeto de una revisión crítica en diferentes momentos de la historia colombiana. Desde su asesinato en 1990, cuando era candidato presidencial, se ha debatido su legado y su papel en la transición hacia un país más pacífico. María José Pizarro, hija del líder guerrillero, recordó momentos significativos de su padre, como sus conversaciones sobre la inevitabilidad de su asesinato, lo cual desacata el clima de violencia política que dominaba en ese momento.

“Él ya sabía que lo iban a matar (...) Alguien lo regañó porque no llevaba chaleco antibalas. Desparpajado, Pizarro gritó entre risas ‘¿Y para qué llevo eso? Ellos saben que llevo chaleco antibalas, si me van a matar me dispara en la cabeza y listo’”, se menciona en el artículo.

Gallo también enfatizó que después del asesinato de Pizarro, no existía la posibilidad de volver a tomar las armas: “En abril de 1990 ya habían sido asesinados en esa campaña Luis Carlos Galán y Bernardo Jaramillo Ossa. A pesar de la certeza de la traición, Pizarro le dejó claro a Navarro Wolf, al mismo Gustavo Petro, a sus lugartenientes políticos que ya no había ninguna posibilidad de retomar la lucha armada (sic)”.

El artículo también aborda la percepción pública de Pizarro en la actualidad, especialmente en el contexto político. Se menciona cómo su legado fue reinterpretado por diferentes sectores políticos, con algunos que intentan borrar su memoria, mientras que otros lo consideran un símbolo de resistencia y búsqueda de paz.

“El tiempo le ha dado la razón y 32 años después de su asesinato, su propia hija le puso la banda presidencial a uno de sus hombres, a Gustavo Petro. Pizarro y su legado deben vivir y deben ser recordados en cada escuela, en cada calle, en cada joven: el único camino es la reconciliación (sic)”, se lee en el texto de Pares.

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