Deportista murió tras competir en una carrera en Barranquilla: le hicieron una valoración médica y lo mandaron a casa

El domingo 16 de junio se llevó a cabo una carrera en Barranquilla que convocó a deportistas profesionales y aficionados del running. El evento, conocido como Corre mi Tierra, tuvo lugar en el Gran Malecón de la capital del Atlántico, con una robusta participación en categorías para todas las edades, desde niños hasta adultos mayores.

Sin embargo, esta jornada deportiva culminó con la noticia del fallecimiento de uno de los competidores, Leonardo Acosta Pérez, un hombre de 34 años oriundo de Magangué, Bolívar.

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Según relató su familia, Acosta Pérez completó el recorrido de la carrera y luego manifestó sentirse descompensado. Entonces lo trasladaron a la Clínica La Misericordia para una evaluación médica. No obstante, luego de ser atendido fue dado de alta, con la recomendación de que reposara.

Pero cuando llegó a su domicilio, su condición no mejoró. De acuerdo con el relato que fue publicado por el diario regional El Heraldo, Leonardo Acosta volvió a sentirse mal. Su familiares se habrían alarmado para tomar la decisión de llevarlo de nuevo, con urgencia, al puesto de salud de la Base Naval.

Pese a la rapidez de los familiares, cuando arribaron al lugar, Acosta Pérez ya no presentaba signos vitales y se declaró su deceso.

Aunque el hombre de 34 años se sintió mal luego de culminar la competencia para corredores, el hecho de que estuviera en un centro asistencial y que a partir de la valoración médica fuera enviado a su vivienda para que reposara ha generado incógnitas en los allegados de Acosta Pérez, quien, según su perfil de LinkedIn, era un administrador financiero de la Universidad de Cartagena.

Según el medio, las autoridades han iniciado una investigación para esclarecer los acontecimientos que rodearon la muerte de atleta. Mientras, la familia ha señalado que hubo negligencia médica, ya que consideran que el centro de salud no realizó los procedimientos adecuados para asegurar su bienestar tras la primera visita a la clínica.

Aunque las muertes súbitas que ocurren a deportistas de alto rendimiento suceden a partir de un paro repentino del corazón, muchas veces con las prácticas atléticas muy exigentes pueden acentuar algún problema de salud, en especial cardiovasculares, que despiertan síntomas que deben ser tratados en menos de sesenta minutos.

De hecho, la muerte súbita en deportistas de alto rendimiento es un fenómeno que, aunque raro, puede ocurrir debido a diversas afecciones cardíacas que ya habrían estado desde antes de que se sus síntomas manifestaran. Este tipo de fallecimiento inesperado se define como la muerte que ocurre en menos de una hora desde la aparición de los síntomas en personas aparentemente sanas.

Un artículo del New England Journal of Medicine de 2016, citado por el diario antioqueño El Colombiano, reveló que la incidencia de muerte súbita varía según la población y el deporte, pero sigue siendo baja en comparación con la población general.

Aunque las causas del fallecimiento de Acosta Pérez no han sido reveladas, cuando a los atletas les sucede algún episodio complejo de salud que apunte a fallas cardiorrespiratorias, se requiere intervención médica inmediata. De otra manera, el desenlace puede ser el fallecimiento en unos minutos.

Según la Fundación Española del Corazón, en estos escenarios, las técnicas de reanimación cardiopulmonar (RCP) pueden, en muchos casos, eliminar la arritmia y permitir que el paciente se recupere. En casos de posible muerte súbita maniobrar estos procedimientos puede resultar en lo que se denomina “muerte súbita reanimada”.

La fibrilación ventricular, responsable de esta condición, es una arritmia maligna que genera una actividad eléctrica caótica en el corazón, impidiendo un latido efectivo. Esto detiene la circulación sanguínea y afecta rápidamente al cerebro, el órgano más vulnerable, en el que se pueden causar lesiones graves en minutos.

Las personas que sufren una muerte súbita pierden el conocimiento y dejan de responder a estímulos, presentando a menudo un cambio de color en la piel a azul violáceo debido a la falta de oxígeno.

La atención médica inmediata es crucial para la supervivencia y recuperación tras una muerte súbita. El uso de un desfibrilador es el tratamiento más efectivo, ya que una descarga eléctrica controlada puede restablecer el ritmo cardíaco normal. Cada minuto de retraso en la desfibrilación disminuye las posibilidades de recuperación en un 10%. Si no se dispone de un desfibrilador, la RCP debe iniciarse de inmediato para mantener la viabilidad del paciente hasta que llegue la ayuda profesional.