El Chinauta Resort, una vez lujoso y vibrante centro vacacional, hoy yace en un estado de abandono, pero conserva vestigios de su antigua opulencia. Este complejo, ubicado en un extenso terreno de aproximadamente 2.000 metros cuadrados en la región colombiana de Chinauta (Cundinamarca), fue visitado en su interior por un influenciador que reveló el estado actual del terreno, que una vez perteneció a un recordado narcotraficante
Originalmente concebido como un destino de lujo, el resort fue adquirido por la Sociedad Colombiana de Hoteles, que transformó el terreno donde previamente se iba a construir un club para dar vida a este proyecto.
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En su apogeo, el Chinauta Resort destacaba por su impresionante infraestructura. Contaba con un avanzado sistema de tratamiento de aguas residuales y una planta potabilizadora de agua, que garantizaba altos estándares de confort y sostenibilidad ambiental. El complejo albergaba una piscina de olas de 900 metros cuadrados, acompañada por varias recreativas diseñadas tanto para niños como para adultos.
Entre sus atracciones más notables, se encontraba un parque acuático equipado con toboganes computarizados y un bar acuático de 180 metros cuadrados, lo que la hacía aún más grande.
El exterior del resort incluía varios restaurantes, un gimnasio y un helipuerto, destacando su capacidad para albergar eventos de gran envergadura y atrayendo a una clientela variada, desde turistas hasta empresarios en busca de instalaciones de calidad para conferencias y convenciones. El centro de convenciones estaba equipado con tecnología de punta, que facilitaba la traducción simultánea y ofreciendo comodidades especiales para los medios de comunicación que cubrían los eventos.
Este era el narcotraficante dueño del hotel
Justo Pastor Perafán, conocido narcotraficante colombiano y exlíder del cartel de Bogotá y Popayán, además de haber sido asociado al cartel de Cali, acumuló una vasta colección de propiedades y activos ilícitos durante su carrera criminal, como este lujoso hotel.
Entre estos, se cuentan 71 bienes distribuidos en diversas ciudades como Bogotá, Cali, Cartagena, San Andrés, Fusagasugá, Melgar, Popayán y Villavicencio, que incluyen casas, apartamentos y lotes. Además, poseía 16 sociedades, dos establecimientos comerciales, así como un yate y un bote.
La Fiscalía solicitó a un juez penal especializado que considere aplicar la extinción de dominio sobre estos activos, dado su origen ilícito y su conexión con las actividades criminales de Perafán. Capturado en Venezuela el 19 de abril de 1997 y posteriormente extraditado a los Estados Unidos, donde cumple una condena de 30 años de prisión, el narcotraficante había logrado amasar una fortuna estimada en más de 12.000 millones de dólares antes de su arresto.
Las habitaciones del Chinauta Resort eran un testimonio de lujo y sofisticación. Equipadas con tecnología moderna, como sistemas de tarjetas con clave para el acceso, ventanas de doble vidrio con aislamiento acústico y térmico, grifería importada y baños enchapados en mármol, cada detalle estaba diseñado para satisfacer las expectativas de una clientela exigente. La suite presidencial, con sus dos niveles, salas de estar, comedor y tres alcobas, era un ejemplo supremo de la exclusividad que el resort ofrecía.
Así luce en la actualidad el hotel del narcotraficante
Sin embargo, tras los años de esplendor, el destino del Chinauta Resort tomó un giro inesperado. Abandonado y en desuso desde 2012, el complejo ahora muestra señales de deterioro y descuido. Kevin Bolaños, un creador de contenido conocido por documentar lugares abandonados, recientemente exploró el interior del hotel, capturando imágenes que revelan tanto la decadencia como la persistencia de su antigua grandiosidad.
En sus registros visuales, Bolaños muestra cómo las áreas comunes del resort, una vez bulliciosas y llenas de vida, ahora yacen silenciosas y desoladas. Las piscinas tiene agua estancada y los toboganes ahora cubiertos de moho y escombros. Los comedores y los restaurantes tienen sus mesas y sillas cubiertas de polvo y hojas caídas.
La suite presidencial, que al parecer nunca fue reservada, por lo que se comprende que allí se quedaba el narcotraficante, muestra signos de intrusión y abandono. Los muebles revueltos y los cojines cortados sugieren que fueron objeto de búsqueda, posiblemente en busca de alguna “caleta” o de algo de valor que una vez pertenecieron a Justo Pastor Perafán.
A pesar de su estado actual, el Chinauta Resort conserva elementos que testimonian su pasado glorioso. Los estudios de sonido e imagen, los juegos de luces controlados a distancia y las cortinas eléctricas, aunque ahora inoperativos, son recordatorios de la sofisticación tecnológica que alguna vez definió al complejo. Los espacios para conferencias, aunque vacíos, aún están equipados con micrófonos y receptores inalámbricos, un eco de los eventos importantes que alguna vez atrajeron a figuras prominentes y medios de comunicación a sus instalaciones.