En un reciente ataque en la vereda Pepinal, en El Plateado (Cauca), varios soldados de las Fuerzas Armadas de Colombia fueron víctimas de un ataque con drones cargados de explosivos, perpetrado por disidencias de las Farc, el pasado 12 de junio de este año.
Las imágenes de las graves heridas han desencadenado una oleada de preocupación en el país, evidenciando una nueva y alarmante fase en el conflicto colombiano durante en el actual gobierno. La utilización de drones como armas de guerra ha convertido a estos dispositivos en una de las mayores amenazas para la seguridad nacional, dejando de ser solo registros de conflictos bélicos internacionales, según lo ha informado Semana.
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La creciente sofisticación de las tácticas de las disidencias de las Farc, especialmente la incorporación de drones, refleja una modernización y cambio de estrategia para maximizar el daño a un costo menor, hecho que precisamente responde a las estrategias militares que se han visto en conflictos recientes como el de Ucrania-Rusia y el gobierno de Israel contra Hamás.
Las Fuerzas Armadas y la Policía, por otro lado, enfrentan un escenario complicado con presupuestos reducidos, presuntos equipos en mal estado y una capacidad de inteligencia mermada. Esta situación ha permitido a los grupos criminales fortalecerse, incrementando su reclutamiento y rearmándose con tecnologías avanzadas, pese a que el ministro de defensa, Iván Velásquez Gómez, ha afirmado desde su cartera que el recorte presupuesto no afectará las operaciones militares, incluyendo aquellas contra las disidencias.
Pese a estas dificultades, soldados han logrado repeler varios ataques guerrilleros y terroristas en la última semana, como los ocurridos en Pradera, Valle del Cauca; Remedios, Antioquía y Cajíbio, Cauca.
Un informe de inteligencia obtenido por Semana, revela detalles inquietantes sobre esta evolución. En mayo de 2023, Iván Mordisco, líder de las disidencias, convocó una reunión “secreta” en Cartagena del Chairá (Caquetá) con otros cabecillas para delinear un plan que incluía el uso de drones en sus operaciones terroristas.
En dicho encuentro, ‘Mordisco’ presentó a dos técnicos especializados en el manejo de drones y explosivos. Estos expertos capacitaron a quince miembros de la organización en el uso de drones como armas letales. Los entrenamientos incluyeron el manejo básico de los drones y la adaptación de estos para cargar y liberar explosivos. Las piezas necesarias, como ganchos metálicos y sistemas de liberación, se fabrican con impresoras 3D, facilitando la producción y personalización de estos dispositivos para fines bélicos.
La utilización de drones no se limita únicamente a ataques directos, cuáles aviones kamikazes en la Segunda Guerra Mundial. Las disidencias también los emplean para vigilancia y recopilación de inteligencia sobre movimientos de la fuerza pública. Este método permite a los operadores, ubicados a kilómetros de distancia, monitorear y planificar ataques con precisión.
La implementación de esta tecnología no es exclusiva de las disidencias de Mordisco. En operaciones recientes en Caquetá, se decomisaron drones utilizados por la Segunda Marquetalia para extorsiones, según dichos informes.
Entre el 1 de mayo y el 13 de junio, se registraron dieciséis ataques con drones en el Cauca, resultando en varios soldados heridos. Los ataques son cada vez más sofisticados, utilizando explosivos adaptados para maximizar el daño. Las fuerzas militares han documentado cómo las disidencias utilizan cilindros cargados con explosivos y metralla, liberados desde drones para causar estragos en las filas enemigas.
El uso de drones se complementa con otras tácticas violentas. Las disidencias han recurrido nuevamente a la instalación de minas terrestres y artefactos explosivos improvisados, convirtiendo áreas rurales en campos minados mortales. Recientes ataques en Jamundí y Popayán han demostrado la disposición de estos grupos para emplear métodos terroristas sin importar las bajas civiles, incluso el 22 de mayo se conoció un video en el que disidentes disparan al aire un fusil Barrett .50, utilizado por los narcotraficantes mexicanos para derribar vehículos aéreos y perforar material antibalas.
El deterioro de la capacidad de inteligencia y contrainteligencia del país agrava aún más la situación. La salida de expertos en inteligencia de las Fuerzas Armadas, como el general Óscar Vera, deja un vacío en un momento crítico. La corrupción dentro de las filas militares, con casos de venta de armas a grupos criminales y la “perdida” de armamento militar de las bases de Tolemaida y La Guajira, confirmadas y aceptadas por el presidente Petro, complican la lucha contra estos actores armados.
El general en retiro Jorge Enrique Mora y el coronel retirado Fabián Giraldo han expresado su preocupación por la escalada del conflicto y el uso de drones. Giraldo advierte que los drones, económicos y precisos, representan una amenaza significativa, especialmente en manos de grupos que los utilizan para ataques directos y recopilación de inteligencia.