Tras varios días de duelo, la familia del pequeño Joseph Orozco Gómez finalmente pudo darle un último adiós, luego de que una funeraria recibiera por error su cuerpo, junto al de otro recién nacido y lo entregara en el municipio de Montenegro.
El monumental error que puso a su madre, Gloria Patricia Gómez, a buscar sus restos por todo el departamento del Quindío, habría ocurrido a puertas del hospital de La Sagrada Familia, en Armenia, una vez el menor falleció por complicaciones en su salud el 5 de junio.
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Inexplicablemente, cuando los representantes de la funeraria se presentaron para reclamar el cuerpo de otro recién nacido, les fueron entregados dos bebés, en vez de uno, y estos fueron sepultados en el mismo cajón en el cementerio Campo de paz.
Un descuido que varios funcionarios pasaron por alto y que, probablemente, nadie habría notado de no ser porque Gloria se presentó en la clínica para reclamar el cuerpo de su hijo y así darle cristiana sepultura.
Hasta donde se sabe, logró atar varios cabos y junto a la clínica se puso en contacto con la funeraria Campo de Paz en Montenegro, donde el párroco aceptó realizar la exhumación y así descubrieron que, en efecto, los dos bebés fueron enterrados en un mismo ataúd, bajo el nombre de la familia que ya había contratado servicios fúnebres.
Aunque tarde, los esfuerzos de Gloria rindieron frutos y, finalmente, logró enterrar a su hijo en su natal Armenia, bajo el nombre que correspondía y rodeado de quienes, a pesar de no haberlo conocido, lloraron su muerte.
Funeraria en Bogotá habría confundido los cuerpos de dos difuntos a finales de mayo
Un profundo dolor y consternación invadió a los familiares y amigos de José Antonio Páez, de 67 años, después de que el Hospital de Engativá entregara por error su cuerpo a otra familia. Esta situación se descubrió gracias a una foto proporcionada a la funeraria encargada del servicio, evitando así un entierro equivocado.
Una de las hijas del difunto narró lo sucedido en entrevista con el programa El Ojo de la Noche. Comentó, visiblemente afectada por lo ocurrido, que cuando el cuerpo llegó a la funeraria, fue gracias a una imagen entregada al laboratorio del lugar que se detectó la equivocación. “Por gracia divina entregamos una foto y nos dicen que ese no es mi papá”.
La familia, afectada por el infarto fulminante que causó la muerte de Páez, se vio en la necesidad de regresar al hospital para buscar explicaciones y reclamar por el error garrafal. Inmediatamente notificado, el hospital tuvo que intervenir para rectificar el problema y proporcionar el cuerpo correcto a sus familiares. “Definitivamente esto no era una mercancía de ir y venir”, expresó la hija, destacando la falta de sensibilidad en el manejo de los cuerpos.
En declaraciones adicionales, explicó la urgencia de que el centro médico se hiciera responsable y comunicara a las familias implicadas. “El llamado también hoy es para saber y para que el centro médico se haga responsable”, dijo, pidiendo respeto tanto para su padre como para el otro difunto involucrado. Estos hechos han llevado a la familia de Páez a pedir una investigación exhaustiva para evitar que se repitan situaciones similares.
Este lamentable incidente destaca la necesidad de estrictos protocolos y controles en los hospitales para evitar errores de identificación que aumenten el sufrimiento de las familias en momentos tan delicados. La familia de José Antonio Páez espera que las autoridades pertinentes no solo ofrezcan respuestas, sino que también implementen medidas para prevenir futuros errores.