El departamento del Cauca se ha convertido en un escenario de conflicto donde la vida de cientos de personas se ve afectada, y donde los menores son separados de sus familias para ser forzados a participar en actividades bélicas.
La situación ha empeorado con el paso de los años, en especial en el norte de la región, una zona con aproximadamente 22 resguardos indígenas, donde los grupos armados aprovechan la vulnerabilidad de las comunidades para interceptar a los menores de edad, tanto en sus hogares como en sus colegios.
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Según estadísticas de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (Acin), en las organizaciones ilegales, en su mayoría las disidencias de las Farc, se encuentran 817 menores de entre 11 y 17 años. Estos jóvenes han sido llevados por la fuerza o engañados para fortalecer las estructuras de estas organizaciones.
A pesar de la gravedad de estas cifras, no logran reflejar completamente la realidad. Muchas familias de los menores reclutados no denuncian por temor a represalias, y algunos menores han logrado escapar de esos lugares.
De acuerdo con las denuncias de las comunidades locales, el reclutamiento de menores ha alcanzado cifras alarmantes, el 79% de los casos reportados en la región involucra a menores indígenas, de los cuales el 63% fue captado por estos grupos de manera forzada.
Es así como el defensor de derechos humanos en el Cauca, Edwin Mauricio Capaz, explicó sobre este aumento exponencial en los últimos cuatro años. “Significa que en la reorganización de actores armados luego del acuerdo de paz, lo que afectó en su mayoría es a esta población indígena en particular, la de la niñez y juventud en el norte del Cauca. Significa que hay una decisión sostenida de los actores armados en mantener una presencia militar con base al reclutamiento de niños y niñas adolescentes indígenas en la medida de su facilidad de adoctrinamiento”, indicó para el diario regional El País.
De esta manera, el defensor de Derechos Humanos agregó sobre el fenómeno en este departamento: “Desafortunadamente, aquí está pasando un fenómeno también muy complicado y es que parece que el Cauca está exportando jóvenes para la guerra. Si se hace seguimiento a las noticias, donde mueren combatientes en el Tolima, en Nariño y otras regiones, no deja de haber un caucano entre las víctimas. Es como si el Cauca reuniera condiciones alrededor de la niñez, fácil para reclutar y fácil para exportar a escenarios de guerra”, sostuvo el funcionario.
Por otra parte, hay unsubregistro de menores reclutados y desaparecidos en el que se añade que los grupos armados ilegales entierran a sus hombres en fosas comunes en zonas de conflicto, como parte de una táctica militar para ocultar bajas en combate.
Ana Deida Secué, mayora indígena del Cric, explicó también que el reclutamiento de niños indígenas vulnera a la población civil, afecta la armonía, el equilibrio y el territorio, perturbando así la convivencia de las familias de las cuales se llevan a un miembro.
“También afecta al colectivo porque la búsqueda de ese niño o esa niña no es un asunto solo de la mamá sino de toda la comunidad. Un asunto que pone en riesgo cuando se inicia la búsqueda de muchos compañeros de la comunidad y la vida de quienes lideran el proceso de búsqueda de los niños y las niñas. Así las cosas, son muchas las afectaciones sicológicas y territoriales”, indicó Ana Deida a El País.
La imposición de una vida de violencia y armas a estos jóvenes amenaza con desarraigar las tradiciones y la identidad cultural que las comunidades indígenas han preservado durante generaciones.
Jimmy Alexander Casamachín, líder en Cauca, mostró su indignación a Noticias RCN ante la violencia que sufren sus comunidades y el uso de niños en el conflicto armado. “Estamos cansados de esa guerra que no nos pertenece a nosotros (...) Por el poder de las rutas del narcotráfico y el departamento del Cauca es uno de los departamentos que, por un lado, colinda con el Valle que tiene acceso al mar Pacífico”, afirmó Casamachín.