La investigación por el asesinato del empresario Hernán Roberto Franco Charry en inmediaciones al Parque de la 93, en el norte de Bogotá, avanza y sigue dando de qué hablar. En esta ocasión, se reveló que el auditor sabía que lo iban a matar, pues lo habían amenazado en varias ocasiones.
De acuerdo con una declaración que conoció la revista Semana, varios testigos confirmaron a la Fiscalía General de la Nación que Hernán Franco tenía fecha de vencimiento y fue ejecutado en los días que él había tenido una premonición.
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A finales de noviembre de 2023, 97 días antes del atentando sicarial, uno de los declarantes reveló que el empresario le expresó en ese momento: “90 días; me quedan 90 días aquí”. Dicha advertencia, que se presume se le escapó como un pensamiento en voz alta, marcó el inicio de una inquietante etapa en la que Hernán Charry comenzó a contar sus días.
Su familia jamás llegó a comprender lo que realmente ocultaba, pero si notaron cambios en su cuerpo y salud, que fueron deteriorando en las semanas siguientes. Por ejemplo, en medio de la celebración de Navidad de ese mismo año, el empresario expresó a sus seres queridos: “No tengo nada que celebrar, es la época más dura de mi vida”.
El auditor denunció las amenazas, pero ninguna autoridad intervino. La Fiscalía recibió la investigación que alertaba sobre su posible asesinato, pero la denuncia se transformó en un expediente más.
Según con el testimonio, la primera amenaza ocurrió el 19 de febrero de 2023 en la oficina de Hernán Franco, cuando llegó Jonathan Romero, socio de la empresa El Arrozal, en la que el auditor trabajaba como asesor. “Sí, estaba como preocupado por su seguridad, lo digo porque primero, el día lunes 19 de febrero, lo escuché que hablaba por teléfono, no sé con quién, pero se refería a Jonathan Romero y decía: estos hijueputas me quieren joder”, indicó el testigo a Semana.
La intimidación llegó hasta su casa de descanso, ubicado en Anapoima (Cundinamarca), cuando el empresario recibió una nueva llamada del socio de la compañía para otra reuinión. Incluso Hernán Franco había informado que la relación con Jonathan estaba muy complejo porque hasta en sus días de descanso tenía que “verle la cara”.
En este encuentro, su temor creció porque la situación se complicó más: “Salió en la moto y cada cinco minutos enviaba la ubicación, recordaba que estaba bien y cuando regresó contó que la situación era muy difícil. Que Jonathan llegó con hombres armados, en carros extraños y que en lugar de solucionar, los problemas se agravaron”, contó el testimonio.
Ante estos momentos de tensión, Hernán Franco no volvió a ser conversador ni alegre, como se salía conocer. Se transformó en un hombre alejado y desconfiado, por lo que su salud se vio afectada porque no salía de su casa y exigió más seguridad.
“Incluso, cuando salía a la calle, mandaba al conductor en el carro, pero él no se subía. Se movía en la moto mientras el carro tomaba otra ruta. En ocasiones salía y sin previo aviso regresaba. No decía nada, simplemente cambiaba de opinión, sin explicación. Se notaba preocupado”, detalló el testigo al medio mencionado.
La fecha de su muerte solo Hernán Franco la tenía clara porque nadie tenía conocimiento. Según el mismo testimonio contó que en sus últimos días se vio muy triste al auditor: “Estaba sentado viendo televisión y sin explicación, sin una palabra, le salían lágrimas de pura tristeza. Fue muy doloroso verlo así, cuando siempre se mostró como un hombre muy fuerte”, dijo.
Tres días antes de la reunión del 21 de febrero, día del crimen, el auditor envió una carta con la esperanza de “apagar el infierno” en que se había convertido su trabajo con los herederos de El Arrozal. En dicha empresa, el auditor había descubierto un robo continuado que planeaba exponer en la reunión, la cual fue elegida por los asesinos como escenario para cometer el crimen.
Todos los testigos señalaron a Jonathan Romero como el responsable de amenazar a Hernán Franco, e incluso de estar vinculado al crimen. Cuando los investigadores preguntaron por algún sospechoso, todos mencionaron a Romero.
La Fiscalía tiene en su poder una declaración que apunta a Romero como principal sospechoso, basada en las últimas palabras del empresario. Franco, después de recibir tres disparos y tendido en el suelo agonizando, habría identificado a Romero como el autor.
Un empleado que auxilió a Franco tras ser baleado, declaró a las autoridades: “Él me dijo en tres ocasiones: fue Jonathan Romero, fue Jonathan Romero, fue Jonathan Romero”, según informó revista Semana.