Niñeras colombianas en Estados Unidos, un “sueño americano” que no es un cuento de hadas: persecución y esclavismo

En Estados Unidos, esta iniciativa es administrada por el Departamento de Estado, un millonario negocio que se extiende a nivel global y crece con fuerza en todos los países de América Latina

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El objetivo de esta actividad es que jóvenes entre los 18 y 26 años viajen al exterior y sean parte de un hogar por un año, en el que sean parte de la formación de los niños mediante un contrato - crédito Christin Klose/dpa
El objetivo de esta actividad es que jóvenes entre los 18 y 26 años viajen al exterior y sean parte de un hogar por un año, en el que sean parte de la formación de los niños mediante un contrato - crédito Christin Klose/dpa

Uno de los propósitos de los colombianos para viajar a Estados Unidos es lograr el “sueño americano”, esto con el fin de mejorar sus vidas y aspirar a consolidar su estadía en dicho país, por lo que una de las opciones que muchas mujeres es ir a cuidar menores de edad a cambio de vivir una entretenida pasantía cultural.

Cabe resaltar que algunas experiencias pueden resultar bastante exitosas, pero en otros casos se evidencian denuncias por esclavismo, retención y persecución.

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Mediante testimonios recogidos por Semana, Juliana Sánchez, a la que le cambiaron el nombre por privacidad, escuchó en los pasillos de la universidad donde estudiaba que en Estados Unidos varias familias reclutaban a personas para el cuidado de sus hijos y a cambio, podía estudiar inglés y recibiría 200 dólares cada semana por su labor como niñera.

En este caso, se trata del programa ‘Au Pair’, siendo esta una palabra en francés que traduce en español ‘a la par’. Por lo tanto, el objetivo de esta actividad es que jóvenes entre los 18 y 26 años viajen al exterior y sean parte de un hogar por un año, en el que sean parte de la formación de los niños mediante un contrato.

En Estados Unidos, esta iniciativa es orientada por el Departamento de Estado, el cual da el visto bueno a las agencias encargadas de realizar la conexión entre las jóvenes que aplican y los padres, de esta forma, es un millonario negocio que se extiende a nivel global y crece con fuerza en todos los países de América Latina; aunque los hombres también son reclutados.

En el mejor de los casos, el contrato se logra cumplir al pie de la letra y la migrante puede organizar su tiempo entre el cuidado de los infantes, el aprendizaje de la segunda lengua y adentrarse en la cultura norteamericana - crédito EFE
En el mejor de los casos, el contrato se logra cumplir al pie de la letra y la migrante puede organizar su tiempo entre el cuidado de los infantes, el aprendizaje de la segunda lengua y adentrarse en la cultura norteamericana - crédito EFE

De acuerdo con el medio citado, en el mejor de los casos, el contrato se logra cumplir al pie de la letra y la migrante puede organizar su tiempo entre el cuidado de los infantes, el aprendizaje de la segunda lengua y adentrarse en la cultura norteamericana. Pero en el peor de los escenarios, llegan a ser encerradas en apartamentos para trabajar sin tener descanso alguno, además de centrarse en los niños, también deben asumir todos los servicios generales del hogar.

El cuidado de menores está estipulado por 45 horas, por lo tanto, para las colombianas, una hora está valorado por 4,40 dólares, sin asumir costos en el hogar, sin embargo, en el caso de las norteamericanas que realizan tareas similares, ganan 16,40 dólares por el mismo tiempo.

“Me sentí engañada y explotada, era un sueldo menos del mínimo y no siento que haya sido lo que me vendieron al principio. Somos mano de obra barata y quieren aprovechar al máximo el tiempo que estemos en su casa. Me sentí decepcionada”, expresó Juliana Sánchez al medio mencionado, respecto a su descontento con la experiencia que vivió.

En otros casos, a las mujeres se les da la oportunidad de escoger el perfil soñado, como, por ejemplo: el número de niños, ciudad de residencia, entre otros. De acuerdo con Semana, otra de las afectadas a la que llamaron Carolina López, manifestó que la familia con la cual debía convivir le pidió que los viera como unos padres y que debían cumplir con sus exigencias, ya que la estaba ayudando: “Incumplieron los acuerdos y ya no solo tenía que cuidar al niño, ahora tenía que lavar, cocinar y limpiar como si fuera una esclava todos los días”.

Las jóvenes llegan a ser obligadas incluso a dejar de hablar en español en las zonas comunes de la casa, además de tener que evitar actitudes latinas frente a los menores que tengan a su cuidado - crédito EFE
Las jóvenes llegan a ser obligadas incluso a dejar de hablar en español en las zonas comunes de la casa, además de tener que evitar actitudes latinas frente a los menores que tengan a su cuidado - crédito EFE

En este punto, las jóvenes llegan a ser obligadas incluso a dejar de hablar en español en las zonas comunes de la casa, además de tener que evitar actitudes latinas frente a los menores que tengan a su cuidado, pero sí tener que estar dispuestas a recibir malos tratos por parte de estos “Los niños me pegaban, me mordían. Al ser uno latino, ellos piensan que uno es pobre y se aprovechan de eso”. Las enfermedades y las incapacidades médicas no eran una excusa para dejar de trabajar. Una de las mujeres comentó que, estando contagiada de covid, fue presionada a cumplir con su horario habitual más horas extra, “como si no fuera humana, pero pude resistir eso que viví en Estados Unidos”, puntualiza Sandra Ospina.

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