Cada 8 de junio se celebra el Día Mundial de los Océanos. De acuerdo con la Organización de la Naciones Unidas (ONU), la conmemoración pretende generar conciencia sobre el cuidado de las especies que habitan en los acuíferos. Son los pulmones de nuestro planeta, una fuente importante de alimentos y medicinas y una parte fundamental de la biosfera.
El tiburón ballena considerado el pez más grande del mundo, en su proceso migratorio llega a aguas colombianas, entre mayo y abril, para alimentarse y reproducirse. Aunque se conoce muy poco de esta especie que habita en el océano pacifico, en el país se adelanta un proyecto para estudiarla y contribuir a su conservación, que se encuentra en vía de extinción.
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Para comprender el comportamiento de la especie Rhincodon typus, los investigadores de MarAdentro se sometieron a un duro entrenamiento para adaptar su cuerpo al ambiente acuático y avanzar en el estudio del tiburón ballena. Durante las tareas científicas, miden al tiburón, determinan si es macho o hembra y toman fotografías de unas machas que tienen al lado izquierdo de su cuerpo, que fungen como una huella dactilar para tener un registro de su población.
Los expertos también utilizan un instrumento parecido a un arpón (pero inofensivo) para obtener una pequeña muestra de piel, con la que extraer el material genético fundamental para ampliar los estudios de la especie.
Su trabajo investigativo juega un rol fundamental para sentar las bases de próximos estudios en Colombia de esta especie. La recolección de “huellas” en fotos permite comparar con otras investigaciones si los especímenes comparten espacios o si conviven entre sí. Igualmente, la recolección de datos genéticos permite identificar qué otras poblaciones del mundo se parecen, con quienes podrían estar emparentados o cómo se reproducen.
Melany Villate, directora científica de la Fundación MarAdentro, explicó a El Espectador que gracias a sus investigaciones lograron resolver grandes dudas sobre sus hábitos alimenticios y sus capacidades físicas. “Descubrimos que los tiburones ballena se alimentan de animales diminutos, como el plancton, filtrando agua a través de sus branquias. Que suelen reunirse para comer y que, casi siempre, son agregaciones de machos juveniles”. La bióloga también mencionó que logran resistir con éxito las altas presiones del fondo del océano, pues “pueden alcanzar hasta los dos mil metros de profundidad “.
A pesar de los avances, la experta señaló que aún quedan grandes misterios por resolver, los investigadores no conocen con exactitud su época de apareamiento ni en qué parte del Océano Pacífico se reproducen. Igualmente, no hay hallazgos sobre su expectativa de vida o de sus patrones de migración.
Según Villate, la fundación también enfoca sus esfuerzos en difundir información para proteger a los tiburones ballena, pues son considerados una especie en vía de extinción. Sin embargo, a su juicio, en el país faltan medidas para garantizar su seguridad, pues las actividades turísticas sin regulación afectan la normalidad de los tiburones ballena. “Solo hasta finales de mayo de 2024 se anunciaron protocolos para avistar al tiburón ballena sin afectar a la especie”, explicó.
Otra de las estrategias que adelanta son talleres pedagógicos para que los turistas y operadores puedan avistar a las ballenas sin afectar sus dinámicas, además de distribuir volantes con datos relevantes sobre la especie y su rol en los ecosistemas marinos en los territorios del Chocó.
El trabajo de concientización de la fundación MarAdenrto dio frutos, ya que el 30 de mayo de 2024, la autoridad ambiental del Chocó (Codechocó) emitió la primera resolución en Colombia para avistar al tiburón ballena. Sin embargo, los ambientalistas esperan más apoyo del Estado en el cuidado y preservación del pez más grande del mundo.