Desde el pasado sábado primero de junio, todos los comercios en Colombia, incluyendo tiendas de barrio y restaurantes, así como los demás declarantes del impuesto sobre la renta que no sean grandes contribuyentes, están obligados a implementar la facturación electrónica o los comprobantes equivalentes POS electrónicos.
Este cambio regula a una amplia mayoría del tejido empresarial del país, compuesto principalmente por micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes).
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Un estudio realizado por la firma Alegra, un proveedor de soluciones en la nube, revela que el 65% de los comerciantes presentan irregularidades al emitir comprobantes electrónicos.
Andrés Torres, líder de producto en Alegra, señaló en una entrevista con Portafolio que la implementación de la factura electrónica intenta mejorar la transparencia y eficiencia de los procesos de facturación. “La facturación electrónica busca reducir la evasión fiscal y mejorar la transparencia en las transacciones comerciales”, explicó Torres.
Colombia se une así a otros países en la región que han adoptado este sistema con miras a modernizar y mejorar la gestión tributaria. Sin embargo, la transición no ha sido uniforme. “Muchos comerciantes aún se encuentran en proceso de adaptar sus sistemas”, añadió Torres, indicando que la falta de conocimiento tecnológico es un reto considerable.
La Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (Dian), estableció una serie de sanciones para aquellos que incumplan con la normativa de la facturación electrónica. Las multas pueden ser significativas y varían según la gravedad y recurrencia de la infracción. La falta de emisión de factura electrónica puede resultar en sanciones que afectan seriamente la operatividad de las empresas.
A pesar de las dificultades, “la implementación de la factura electrónica puede traer beneficios substanciales a las Mipymes”, subrayó Torres, en alusión a la eficiencia y la reducción de costos operativos asociados con el uso de papel. Se espera que el uso de la tecnología no solo agilice los procesos de facturación, sino que también permita un mejor control sobre las operaciones financieras de las empresas.
Aunque algunos comerciantes aún prefieren la factura en papel por diversas razones, la obligatoriedad de la facturación electrónica implica que todos deben adaptarse tarde o temprano.
El reto está en garantizar que todos los sectores del comercio colombiano cuenten con los recursos y el conocimiento necesarios para cumplir con esta normativa.
En cuanto a la preparación del país para este cambio, Colombia se encuentra en una posición intermedia. Según Torres, “mientras que algunas empresas grandes ya cuentan con los sistemas necesarios”, muchas pequeñas y medianas aún están en proceso de adaptación. Alegra, por su parte, ofrece soluciones en la nube que buscan facilitar esta transición para las medianas y pequeñas empresas.
Además de mitigar la evasión fiscal y proporcionar un mayor control sobre las operaciones comerciales, la facturación electrónica también puede contribuir a la sostenibilidad ambiental del país. El uso de comprobantes electrónicos implica una reducción significativa en el uso de papel, lo cual es beneficioso para el medio ambiente.
Por otro lado, es importante recalcar que la factura electrónica no elimina por completo el uso del papel, ya que en ciertos casos específicos y conforme a reglamentaciones particulares, podría ser necesario mantener alguna documentación física. No obstante, la tendencia global y nacional va hacia un mayor uso de medios digitales.
En resumen, la implementación de la facturación electrónica en Colombia marca un paso importante hacia la modernización administrativa y fiscal del país. Si bien hay retos significativos, sobre todo para las pequeñas y medianas empresas en términos de adaptación tecnológica, los beneficios a largo plazo parecen justificados. La clave estará en el apoyo y las soluciones disponibles para que todos los empresarios puedan cumplir con esta nueva exigencia.