En el limbo se encuentra una estudiante universitaria luego de aceptar usar el trabajo “reciclado” de uno de sus compañeros de equipo en último semestre.
Los verdaderos autores del escrito, con quienes no se llevaba bien, se enteraron de voz del profesor lo que habrían tramado para aprobar la materia, sin mayor esfuerzo.
“O nos pagan el derecho de grado a todos los del grupo o los echan de la universidad... ese fue el ultimátum que le dieron a una amiga de último semestre”, recordó el creador de contenido Carlos Ayala, al compartir el caso en sus redes sociales.
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“Imagínense a esa persona fastidiosa del salón, él o la que llaman la niña de los pulmones, la misma a la que le piden un resumen de tres hojas y lleva 20 y es muy atractiva para los trabajos en grupo, porque podría pensarse que llevará a los otros en carrito, aunque, de no hacer nada, seguramente, lo van a sapear”.
Eso le pasó a su amiga, quien se confió y no aportó nada en su trabajo de equipo. Una actitud que si bien no le causó problemas en clase, le ganó un problema más adelante, cuando volvió a coincidir con sus excompañeros de equipo en otra materia.
“El trabajo de todo el semestre era hacer un ensayo, tipo tesis. Algo escrito, pero Doña vaga es muy vaga y en su nuevo grupo un man le dijo que tenía un trabajo similar que había usado en semestres anteriores y siempre le servía, entonces ella, sin pensarlo, aceptó presentarlo como suyo” y “todo iba bien hasta que el día de la entrega, el profesor los llamó por el nombre del trabajo y, entonces, el grupo con el que había tenido problemas en otra clase volteó a mirar con algo de extrañeza”.
Su amiga, a quien, por efectos de privacidad decidió identificar como “Doña vaga”, no tenía idea de que el trabajo no era de su nuevo compañero de equipo, sino del grupo con el que tuvo la mala suerte de volver a encontrarse.
“Pasaron a exponer y tan pronto como terminaron, el man que había dicho que el trabajo era suyo, agarró su maleta y se fue. Pero Doña Vaga se quedó preocupada, así que le escribió a su compañero y terminó confesándole que el trabajo que habían utilizado era del grupo que volteó a mirarlos y no de él”.
El resultado, no podía ser otro: “Combine usted un man fastidioso, la agarrada en la otra clase y el papayazo. El man fue y habló con la directora del programa y los citaron a una reunión a la que asistieron también el vicedecano y el profesor”.
Doña vaga aceptó que perdería la materia y tendría que tomarla junto con la tesis, pero no se esperaba lo que sus excompañeros de grupo tenían preparado para ella y quienes se cayeron en la mentira.
“El punto fue que la directora del programa dijo que respetaría los deseos del grupo afectado y al terminar la reunión, Doña vaga intentó hablar con el man y él le dijo que quería que le pagara los derechos de grado a él y a todo el grupo o que, de lo contrario, realizaría una solicitud formal para que les quitaran la calidad de estudiante”.
No se sabe si para bien o para mal, el caso “escaló directamente a decanatura y en una asamblea determinaron que, como era una falta grave, para determinar el castigo iban a remitir el caso a el consejo estudiantil; es decir, iba a ser un caso jurídico, algo más serio y la decana misma les aconsejó buscar un abogado, porque el proceso podía ir para largo”, al menos dos semestres.
Lo que sí es que logró zafarse de pagar los derechos que por el número de personas podría sumar hasta tres millones de pesos, pero en cambio “para el momento en el que ella debería graduarse, tener su cartón, es probable que ni siquiera sepa si va a poder graduarse”.