Mientras se asaba la carne en un restaurante de carretera en Madrid, España, clandestinamente se cocinaban drogas sintéticas en un laboratorio secreto que también servía de centro de operaciones, acopio y distribución de sustancias ilícitas que eran traficadas desde Colombia.
La Policía Nacional de España le había seguido la pista a la red desde mediados de 2023. Los agentes lograron establecer que un grupo operaba en Madrid, oculto tras negocios fachada, y a través de seguimientos lograron identificar que acudían constantemente al restaurante.
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Los agentes observaron el comportamiento de los visitantes sospechosos, que se mezclaban con los comensales comunes para pasar desapercibidos. Sin embargo, los que llegaban allí por el negocio clandestino, duraban apenas 15 o 20 minutos para volver a salir.
Finalmente a principios de mayo, los miembros de la Policía decidieron actuar. Ese día notaron un movimiento inusual de personas en el restaurante, pese a que no se encontraba abierto al público. Varios vehículos entraban y salían del establecimiento, mientras las personas cargaban bolsas, por lo que sospecharon que se estaba produciendo una entrega de lo que pensaba hasta ese momento era cocaína.
“Al entrar al restaurante, los agentes rápidamente detectaron un fuerte olor a productos químicos en el ambiente, similar al del azufre, motivo por el que desalojaron el interior del local, precintaron y acordonaron la zona, y establecieron un dispositivo de seguridad para evitar un mayor riesgo para la integridad física de vecinos, transeúntes y policías”, informó la Policía Nacional.
Los agentes realizaron la inspección del establecimiento, pero no notaron nada extraño inicialmente. Fue al ingresar a las viviendas adyacentes a la cocina, donde encontraron el laboratorio, que estaba conectado con el restaurante a través de un agujero en la pared que estaba cubierto por sillas apiladas.
El laboratorio estaba rodeado por las inmensas parrillas de carbón en las que se asaba la carne, una exterior y otra interior del restaurante, las cuales considera la Policía que eran utilizadas para disimular los fuertes olores que producía la cocina de metanfetaminas.
En el registro del laboratorio se encontraron 5 kilos de marihuana envasados al vacío y almacenados en neveras, el cargador de una pistola y diversas armas blancas, así como un localizador GPS. En el lugar también se encontraban baldes y otros recipientes con residuos de sustancias psicoactivas que eran procesadas en ese lugar.
En otra de las casas que conformaban la hacienda, los agentes descubrieron un armario con doble fondo que ocultaba una caja fuerte de seguridad, empotrada en la pared y de grandes dimensiones que les tomó tres horas de trabajo a policías especialistas para lograr abrirla porque contaba con medidas de seguridad. La caja fuerte resguardaba 60.000 euros en billetes falsos que aparentemente eran utilizados para dar cambio en el restaurante, con el fin de introducir el dinero en el mercado.
Las autoridades españolas señalan a alias Drago de ser el líder de la organización criminal, quien aparentemente contaba con una vivienda en la misma hacienda. En su interior se encontraba una pistola eléctrica, grilletes, defensa extensible, navajas, machetes, radiotransmisores y dispositivos GPS para rastrear mercancía. Sin embargo, el sujeto no estaba en el lugar cuando se produjo el operativo.
En la investigación se pudo establecer el recorrido de la droga. De acuerdo con la Policía Nacional de España, la cocaína era importada desde Colombia, por ciudadanos de origen de este país que residían en la capital del Turia. La pasta llegaba a puerto Valencia, desde donde se trasladaba a Madrid para coordinar, desde el restaurante, su distribución.
Durante el operativo fueron capturadas cinco personas de origen rumano, una de ellas que sería la pareja de Drago y otros dos miembros de la seguridad del restaurante. Dos de ellos se encargaban del tráfico de la droga y de mantener la aparente legalidad del negocio.