Joven bogotano relata cómo haciéndose pasar por aguatero logró colarse en un concierto: “la logística era un asco”

La falta de organización y el desinterés de algunos trabajadores le permitió acceder a una localidad en cancha

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La desorganización habría permitido que Hache avanzara - crédito Ocesa / José Jorge Carreón.
La desorganización habría permitido que Hache avanzara - crédito Ocesa / José Jorge Carreón.

El 2022 fue un año en el que Colombia recibió a bandas como The Killers y artistas como Dua Lipa o Harry Styles, obligando a algunos de sus fanáticos a elegir entre uno u otro concierto, para evitar dejar su cuenta en ceros. Este es el caso del joven bogotano identificado en redes como Hache, quien, a falta de dinero, utilizó el ingenio para ver de cerca a sus cantantes favoritos:

“Fue en esa época en la que a todos los cantantes se les dio por venir y yo acababa de comprar una boleta para ver a Dua Lipa, en la que se me fue medio millón de pesos, y no iba a gastar medio millón de pesos más para comprar otra”, o esa pensaba, hasta entonces.

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Su anhelo por ver en vivo a ambos artistas lo llevó a comprar una boleta en la localidad más económica, “para escuchar la música, disfrutar del concierto... como por ir, como por asistir al concierto”.

Tras varios meses, finalmente, llegó el momento de asistir al susodicho concierto, del que no reveló más información, y aceptando que vería de lejos la tarima llegó tarde a hacer fila. “Eran como las 3:00 de la tarde. No iba a estar al frente, entonces no sentí afán por llegar temprano, pero la logística de ese concierto... simplemente puedo decir que fue malísima”.

Haciéndose pasar por aguatero, Hache logró avanzar entre localidades - crédito @Hachesaurus / TikTok

Era el tercer concierto al que asistía sin un acompañante y, desde antes de ingresar a la arena se mentalizó para disfrutar al máximo de la experiencia, sin importar qué: “Yo iba super relajado como si fuera ser cualquier concierto, pero fue el mejor concierto”, admitió.

Desde la entrada al estadio notó que la logística era “un despelote” y la idea de poder acceder a una localidad de mejor precio, sin tener que pagar más, fue tomando forma con cada filtro por el que tenía que pasar.

“Pasé el primer filtro, escaneé mi boleta y entré al estadio, pero ojo a este detalle: estaban regalando agua. Me dieron dos botellas de agua y más adelante recibí otras dos, entonces quedé con cuatro botellas e, ingenuamente, pensé que eran necesarias, así que las guardé”.

Llegó hasta su silla, en la última gradería y tan pronto como se sentó se sintió inconforme por la distancia entre él y la tarima principal. “Quería más, así que fui a darme una vuelta. Pasé por los baños, revisé todo y, realmente, no había cómo llegar a otra zona, pero bajando las gradas, en medio de dos puertas, estaba la entrada a la cancha, una ubicación muchísimo más premium que la que yo tenía”.

La persona que cuidaba el paso ni se inmutó cuando Hache lo usó - crédito Páramo
La persona que cuidaba el paso ni se inmutó cuando Hache lo usó - crédito Páramo

El acceso, aunque restringido, estaba abierto al público, sin ninguna banda o puerta limitando el paso. Pero todos parecían ignorarlo. No era un pasillo por el que otros asistentes llegaran a su localidad y, para colmo, había un joven que, aunque no era del equipo de seguridad “estaba echando ojo que nadie pasara”.

Sin embrago, Hache notó que “a él no le importaba lo que estuviera pasando. Yo iba solo. Lo peor que podía pasar es que me dijeran que por ahí no podía pasar y me hicieran devolver. Lo digo muy tranquilo, pero en su momento llegué a preguntarme qué estaba haciendo con mi vida”.

Estuvo varios minutos parado en frente, llenándose de valor para animarse a usar el aquel paso que, entonces, no sabía exactamente a dónde llevaba.

Con cuatro botellas de agua, logró engañar al equipo de logística - crédito Franco Fafasuli
Con cuatro botellas de agua, logró engañar al equipo de logística - crédito Franco Fafasuli

“Muchas cosas pasaban por mi mente y, de pronto, a lo lejos, vi que se acercaban dos muchachos con un chaleco de la marca del agua que me habían regalado. Eran promotores y podían pasar por dónde quisieran, entonces deduje que iban a utilizar la entrada”.

Y, dicho y hecho, pasaron por el frente y tomaron la entrada. Una oportunidad que hache no dejó pasar por alto. Tomo sus botellas de agua, se las acomodó en los brazos, se ubicó a una distancia prudente y utilizó el paso.

“Yo pasé por esa puerta como si nada. A el muchacho le dio igual... le dio igual si yo era el de las aguas, si era cantante, si era un ladrón. Fue como si no existiera y cuando me dio por mirar estaba en la cancha, mucho más cerca del escenario”, celebró.

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