Las décadas dolorosas de la guerra no solo rompieron vínculos entre seres queridos, familias y grupos políticos, sino que en ellas se solidificaron muros de inaccesibilidad con grandes porciones de riqueza natural del país, debido a la presencia de grupos armados.
Por eso, vastas extensiones de selva amazónica, por ejemplo, quedaron al margen de los destinos para explorar y descansar de la mayoría de colombianos, residentes de las ciudades y pueblos. Y mientras tanto, las carreteras se convertían en un riesgo más, por el dominio de estructuras armadas.
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Sin embargo, las circunstancias ahora son distintas, y zonas golpeadas por la violencia, o a las que era impensable acudir, ahora son descubrimientos turísticos que dejan perplejos a los amantes de la naturaleza que ofrece el territorio colombiano.
En el departamento del Putumayo, por ejemplo, está la cascada del Fin del Mundo, que se ha convertido en una opción preeminente para los viajeros nacionales y extranjeros. Es catalogada como un paraíso natural, ubicada entre Mocoa y Villagarzón, y conocida por su impresionante caída de 75 metros y una desafiante ubicación, en medio de la exuberante selva amazónica.
Cómo ir a la cascada del Fin del Mundo
El trayecto hacia la cascada exige una caminata desafiante que puede durar de hora y media a tres horas, y que comienza desde la vereda San José del Pepino, ubicada a seis kilómetros de Mocoa. Durante el recorrido, los excursionistas pueden admirar diversas cascadas menores, ríos cristalinos y una rica diversidad de flora y fauna, en medio del caño del Mandiyaco. Se destaca la presencia de especies como la tángara paraíso, el mico bebeleche y diversas mariposas.
Según Colombia Travel, dicho recorrido es tan vistoso, que “durante la travesía se conocen diferentes balnearios con cascadas cristalinas. Se atraviesan bosques, lagunas y cuevas. Es impactante ver cómo el paso del agua ha pulido las rocas haciéndolas parecer baldosas”.
Ahora bien, el viaje no debería incluir preocupaciones, pues además hay guías turísticos designados por las entidades turísticas validadas por las autoridades. De hecho, el portal para viajes Travelgrafía destacó que “aunque este departamento ha sido escenario del conflicto armado en Colombia, la implementación del Acuerdo de Paz, la resiliencia de su gente y el auge del turismo comunitario han contribuido a mejorar la seguridad (...)”; aún así, se hace el llamada a viajar con precauciones y la compañía de un guía.
El amargo pasado de la cascada
Por su parte, un texto periodístico de El Espectador, el líder turístico Jesús Huaca, promotor principal de la Corporación Turística Fin del Mundo, ha sido una figura clave en el desarrollo de este destino. “Llegué del Cauca en 1971 con una carabina, siendo un enemigo de la naturaleza. Pero nos dimos cuenta de que lo primero es el medioambiente”, testificó, con apuntes a su historia de un cambio de mentalidad en favor de la conservación y el ecoturismo.
Anteriormente, esta región estaba marcada por la presencia de grupos armados, lo que desalentaba la visita de turistas. Huaca relata que había encuentros con guerrilleros de las FARC, quienes controlaban el área. En efecto, con la firma del Acuerdo de Paz entre las FARC y el Gobierno, la zona experimentó un aumento significativo en el turismo. “Una vez se retiraron de acá y se empezó a hablar de paz, pudimos empezar a trabajar hacia la parte de arriba, arreglar los senderos y jalonar el turismo”, expresó el líder, citado por el medio.
Las condiciones de seguridad mejoradas han permitido que turistas de todo el mundo visiten el Fin del Mundo, quienes ahora pueden disfrutar de una experiencia inmersiva en plena naturaleza. La caminata está marcada por paisajes impresionantes, incluyendo el pozo negro y El Encanto, una cascada de tres caídas que forma un lago frente a un restaurante construido en el interior de una cueva.
La entrada a la cascada tiene un costo de 25.000 pesos colombianos, con descuentos para aquellos que se hospedan en establecimientos que están dentro de la reserva. “De los tiempos en que la única forma de ascender la montaña era agarrarse de las ramas no queda nada”, dijo el guía, en virtud de los cambios en infraestructura que han facilitado el acceso, incluyendo escaleras y caminos de piedra.
“Le llamamos ‘fin del mundo’ porque antes era muy difícil el acceso. Al llegar a la última cascada, a una altura de casi 80 metros, hay pura piedra grande en el fondo”, explicó Huaca.