Una vez estalló la diáspora venezolana por la crisis desatada por el régimen de Nicolás Maduro, Colombia fue uno de los países que recibió en mayor proporción esta población.
Aunque una buena parte de estos ciudadanos decide rehacer su vida en el país cafetero, hay quienes deciden continuar con su rumbo hacia países vecinos como Perú, Ecuador y Brasil o, en el peor de los casos, osados deciden cruzar la selva del Darién con destino a cumplir el sueño americano.
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En ese sentido, los niños y las niñas están llevando la peor parte de este flagelo, pues, hay quienes se quedan en su país de origen lejos de sus padres, mientras que otros emprenden con su familia la travesía de llegar a otro país.
De acuerdo con el Análisis de necesidades de refugiados y migrantes, de la Plataforma de Coordinación Intergerencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V), publicado en septiembre de 2023, del 84,8% de personas venezolanas en tránsito en Colombia, un 36,6% son niñas y niños.
La población en tránsito es altamente vulnerable: el 88% de los grupos de viajantes no tiene fondos suficientes para cubrir las necesidades básicas. El 75% informó que requirió transporte humanitario y el 64% viajó a pie, la mayoría, por más de ocho horas diarias.
Según un análisis del Grupo Interagencial sobre Flujos Migratorios Mixtos (Gifmm), el 92% de los grupos de viajantes reporta tener, al menos, una necesidad urgente. Adicionalmente, el 35% de las personas reportó problemas de salud, pero no pudieron acceder a la atención médica.
La falta de acceso a recursos esenciales también es preocupante, debido a que el 88% de los grupos no tenía suficiente acceso a agua potable, y el 57% de las mujeres y niñas jóvenes carecía de productos de higiene menstrual. Además, el 5,2% de las niñas y niños reportaron cuadros de desnutrición grave.
“La desnutrición grave en niñas y niños de 0 a 5 años en movimientos pendulares es del 5,2%. El 11% de las personas en movimientos pendulares no puede acceder al agua potable y el 14% no tiene a su disposición baños adecuados (...) Los grupos de viajantes con niñas y niños son más vulnerables a las amenazas como la violencia basada en género (VBG) y el reclutamiento forzado por parte de grupos armados irregulares”, se lee en el informe.
Niños cruzando la selva del Darién
De otro lado, el cruce de la selva del Darién, en la frontera entre Colombia y Panamá, reporta cifras alarmantes para la niñez. Según informó el Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef), dicho trayecto fue asumido por más de 30.000 niños migrantes en los primeros cuatro meses de 2024. Esta cifra supone un aumento del 40% comparado con el mismo periodo en 2023 y podría llegar a 160.000 menores para fin de año.
Unicef destacó que, de mantenerse la tendencia, el total de menores que migran a través del Tapón del Darién alcanzaría un 34% más que el año pasado, cuando fueron 113.000. Con esta cifra, 2024 marcaría el quinto año consecutivo de niveles récord de migración infantil. La crisis migratoria en el Darién se prolonga, con estimaciones de 800.000 personas cruzando esa selva este año, muchas de ellas necesitando ayuda humanitaria.
El director adjunto de Unicef, Ted Chaiban, resaltó los peligros de la travesía, indicando que “el Darién no es un lugar para los menores de edad”. Chaiban describió la dura realidad que enfrentan muchos migrantes, incluyendo enfermedades, hambre y deshidratación. Añadió que las mujeres, a menudo, dan a luz en circunstancias extremadamente difíciles.
Chaiban compartió el testimonio de Esmería, una niña venezolana de once años que se separó de su madre durante el cruce por la selva. La niña pasó noches con temor, cruces de ríos crecidos y días sin alimentarse ni estudiar. “Ningún niño debería tener que vivir o presenciar estas cosas”, subrayó Chaiban.