En la tarde del 16 de mayo, tras el asesinato del director de la cárcel de La Modelo en Bogotá, coronel (r) Élmer Fernández, se volvió relevante entender en detalle las condiciones y características de este establecimiento penitenciario, donde el coronel solo permaneció en su cargo durante un mes y 12 días, desde su llegada el 4 de abril de 2024.
Las amenazas dirigidas al coronel provenían del interior del centro penitenciario, un espacio donde parece que la actividad delictiva nunca cesa y donde se registran diversos eventos aterradores, como homicidios, agresiones sexuales y una red de actividades ilícitas que incluyen sicariato, prostitución, terrorismo, entre otros.
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La construcción de la cárcel de La Modelo se remonta a 1957, cuando se inició en un terreno de seis hectáreas en la Hacienda El Triunfo. Originalmente denominada “Cárcel de Distrito Jorge Eliécer Gaitán”, su objetivo era suplir la deficiencia del panóptico de Cundinamarca y aumentar la capacidad para albergar presos políticos y otros reclusos. Inaugurada el 1 de enero de 1960 con una capacidad inicial para 720 internos, rápidamente se enfrentó a problemas de hacinamiento y disturbios entre los reclusos.
En la actualidad, La Modelo se presenta como un imponente búnker de seguridad, con cuatro torres de vigilancia y seis pabellones. A pesar de su estructura aparentemente sólida, las condiciones internas plantean numerosos desafíos. La capacidad oficial del establecimiento es para más de 3.000 personas privadas de la libertad, pero la realidad dentro de sus muros es otra.
El penal está dividido en dos alas principales: el ala sur y el ala norte. El ala sur alberga a delincuentes habituales y violadores en condiciones precarias. Los reclusos deben pagar por servicios básicos como un lugar para descansar y productos de limpieza, lo que agrava aún más la situación de aquellos que carecen de recursos. Además, en esta sección se encuentran programas específicos como el Piloto 2000 para personas con discapacidad, así como instalaciones educativas y áreas de servicio como la cocina y el almacén de comestibles.
Por otro lado, el ala norte es el hogar de aquellos considerados de mayor peligrosidad, como narcotraficantes, guerrilleros, paramilitares y autodefensas. También alberga a internos LGBTQ+ en un sector denominado Nuevo Milenio, así como aquellos con necesidades especiales en un anexo psiquiátrico. Las instalaciones en esta área incluyen talleres de artesanías, espacios educativos, comedores y lugares de culto.
Sin embargo, más allá de la clasificación de los reclusos por delitos o características, la realidad cotidiana en La Modelo es desafiante. Las celdas, o “jaulas” como las llaman los internos, son utilizadas para la recepción de nuevos reclusos y, a veces, como alojamiento temporal para aquellos que buscan protección debido a conflictos de convivencia o solicitan traslado.
Los problemas estructurales también son evidentes en La Modelo. Los muros, pisos y rejas muestran signos de deterioro, con cráteres y peladuras que reflejan la falta de mantenimiento. Las instalaciones administrativas tampoco escapan a esta realidad, con muebles y equipos que datan de una década o más.
Además, los servicios básicos como los baños presentan deficiencias significativas. La falta de desagüe adecuado y la ausencia de puertas en los sanitarios contribuyen a un entorno insalubre y poco seguro tanto para los reclusos como para el personal del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec).
En medio de estas condiciones, la sobrepoblación agrava aún más la situación. Aunque la capacidad oficial del establecimiento se sitúa en más de 3.000, informes indican que el número real de reclusos supera con creces esta cifra. Este hacinamiento dificulta la tarea de mantener el orden y la seguridad dentro de la cárcel, así como la implementación efectiva de programas de rehabilitación y reinserción.
El delito vive dentro de La Modelo
1 - Jineth Bedoya: en un día que cambió su vida y dejó una marca indeleble en la historia del periodismo colombiano, Jineth Bedoya, reportera en ese entonces de El Espectador, se convirtió en protagonista de su propia noticia el 25 de mayo de 2000. Mientras se disponía a entrevistar a un jefe paramilitar frente a las puertas de la cárcel La Modelo de Bogotá, Bedoya fue secuestrada, torturada y violada por tres hombres, frente a una patrulla de policía y seis agentes.
Después de 22 años de lucha por la justicia, en una sentencia histórica, el Estado fue finalmente declarado culpable. A pesar de las secuelas físicas y emocionales que aún padece, Bedoya continúa su labor como reportera en defensa de la libertad de prensa y los derechos humanos.
2- Motín en La Modelo: el 21 de marzo de 2020, en medio del inicio del confinamiento nacional debido a la pandemia de COVID-19, un violento motín sacudió la cárcel La Modelo en Bogotá, dejando un saldo trágico de 23 reclusos muertos y casi 100 heridos, incluidos algunos funcionarios penitenciarios. A medida que avanzaba la investigación, salió a la luz que al menos tres funcionarios del Inpec se unieron a la violencia desatada en el centro penitenciario.
Estos funcionarios, identificados como Víctor Cervera, Yeferson Hueso y Julián Piñeros, fueron acusados de tortura agravada y lesiones personales agravadas en relación con su presunta participación en el motín. Sin embargo, después de más de dos años desde el incidente, los tres individuos quedaron en libertad debido al vencimiento de términos en el proceso judicial en su contra.
3- Asesinato del director de la cárcel La Modelo: desde principios de mayo de 2024, el temor se apoderó de los funcionarios del Inpec que trabajan en La Modelo de Bogotá, luego de que circulara un panfleto amenazando al coronel retirado Elmer Fernández, que hasta el jueves 16 de mayo ejercía como director de la cárcel. La amenaza, proveniente de Pedro Pluma, advertía represalias contra la familia de Fernández si se continuaban realizando requisas en el patio de la prisión.