En la tarde del 13 de mayo, el presidente Gustavo Petro anunció que el castillo Marroquín, una estructura construida en 1988 en el municipio de Chía, sería entregada por la Sociedad de Activos Especiales (SAE) a la Universidad Pedagógica, lo que generó múltiples reacciones.
Cabe recordar que el castillo fue tomado por el Estado debido a que era una de las propiedades de Juan Camilo Zapata Vásquez, alias Darío, un narcotraficante que perteneció al cartel de Bogotá y se dice tuvo acercamientos con Gonzalo Rodríguez Gacha, alias el Mexicano, uno de los cabecillas, junto a Pablo Escobar, del cartel de Medellín.
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Múltiples historias de la estructura han salido a la luz con la noticia de la entrega de la estructura a la Universidad Pedagógica, y aunque no se tiene certeza de que alias Darío hubiera tenido algún tipo de relación con Pablo Escobar, un aspecto poco mencionado es que Zapata Vásquez terminó siendo una de las fichas claves para que el 2 de diciembre de 1993 fuera dado de baja el líder del cartel de Medellín.
Para entender estos hechos, hay que contextualizar lo que se registraba en Colombia en 1993, ya que luego de la fuga de Escobar de la cárcel La Catedral, la orden del Gobierno nacional al Bloque de Búsqueda fue encontrar de cualquier forma al capo, que había burlado a las autoridades con su entrega años atrás.
La masificación de los operativos hizo que múltiples hombres de confianza del narcotraficante cayeran, sumado a esto, otros más, incluyendo a su hermano, alias El Osito, se entregaron a la policía con mensajes que afirmaban que Escobar quería negociar un nuevo sometimiento ante la justicia.
A diferencia de finales de los 80, las autoridades sentían que Escobar había perdido parte de su poder, y aunque se seguían registrando atentados en el país, la interceptación de sus llamadas demostraban que el capo tenía un tono alejado al de las intimidaciones y amenazas.
En el pódcast Pablo Escobar: escape de La Catedral, Hugo Aguilar, que fue comandante del Bloque de Búsqueda y afirma ser la persona que terminó con la vida del capo, reveló detalles del operativo que terminó con la caída del criminal.
En primer lugar, Aguilar recordó que habían descubierto que un funcionario de la empresa de telecomunicaciones trabajaba con Escobar, por lo que lo obligaron a seguir laborando con el capo, pero de la misma forma debía entregar las líneas por las que se comunicaba el capo.
Fue ese el momento en el que alias Darío tomó importancia en la historia, ya que Pablo Escobar se había escapado de diferentes formas debido a que la tecnología de intercepción de las llamadas daba la ubicación en un radio de kilómetros, pero un nuevo método entregaba esta información con un margen de metros.
Las autoridades pensaron que era riesgoso probar el nuevo dispositivo con Escobar, por lo que aprovecharon el testimonio de un cura que se acercó a una estación de policía para revelar que escuchaba en una frecuencia de radio hablar a un criminal que ordenaba múltiples crímenes.
Se trataba de Juan Camilo Zapata, que llamaba todos los días a una bruja para preguntarle si su refugio era seguro o si debía moverse a un nuevo escondite. En una de estas llamadas, la mujer le indicó a Darío que podía seguir sin inconvenientes en una finca de la vereda Villarroca, zona rural de Copacabana, Antioquia, en dónde gracias a la nueva tecnología fue interceptado por las autoridades y dado de baja luego de un cruce de disparos el 27 de noviembre de 1993.
Días después y con la certeza de que la nueva tecnología funcionaba, en una vivienda del barrio Los Olivos, en Medellín, se registró la caída de Pablo Escobar tras ser interceptado durante una llamada que sostenía con su hijo.