El Castillo Marroquín, una pieza histórica que data de 1898 y ocupa los terrenos de la Hacienda El Castillo en Chía, Cundinamarca, ha capturado la atención nacional desde que el presidente Petro anunció su asignación a la Universidad Pedagógica Nacional.
De acuerdo con Gustavo Petro, la decisión presidencial se justifica en que el Gobierno busca que la estructura, que representa a una “élite corrupta y esclavista”, pase a manos de la educación de futuros maestros y maestras.
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Aunque la decisión presidencial es novedad, lo cierto es que la UPN ya había expresado interés en mejorar su infraestructura. Desde hace aproximadamente dos meses, el entonces rector encargado de la UPN Adolfo Atehortúa había hecho pública la intención de la universidad de obtener la autorización gubernamental para utilizar el predio del castillo Marroquín.
Por hacinamiento y problemas de infraestructura, la Universidad Pedagógica había solicitado ocupar el castillo de Marroquín
“La Universidad Pedagógica Nacional ha aplicado con seriedad para obtener la destinación definitiva de los predios correspondientes al castillo Marroquín. La razón de ello (...), la UPN presenta el peor hacinamiento y la peor infraestructura de todas las Instituciones de Educación Superior de Bogotá. Si alguien lo duda, puede visitarla en todas sus sedes para convencerse”, se lee en la columna de opinión escrita por Atehortúa en El Espectador.
A mediados de 2023 se hicieron públicas imágenes que muestran el mal estado de algunos edificios de la sede de la calle 72, donde funciona la UPN.
Por esa misma época, el entonces rector Alejandro Álvarez comunicó que la universidad tenía una grave situación por falta de espacio: La mayoría de los más de 13.000 estudiantes se concentran en la sede de la 72, mientras que hace veinte años este número era de apenas 5.000.
“Con la ilusión de obtener una respuesta positiva de la Sociedad de Activos Especiales (SAE), los directivos universitarios visitamos el lugar y, junto al Consejo Académico en pleno, empezamos a soñar con ampliar la cobertura”, cuenta en su escrito el exrector de la universidad.
Atehortúa detalla que allí estaban pensando en ubicar la Facultad de Artes y los programas de Biología, Ciencias Naturales y Educación Ambiental, así como trasladar los museos Pedagógico, de Historia Natural y de Educación Física. Esta planeación las justificaban en “las condiciones del sitio, asociadas al patrimonio histórico y con una importante reserva forestal y natural”.
Sin embargo, dice el texto, a mediados de marzo la universidad recibió como respuesta de la SAE que el predio “se encontraba en proceso de comercialización”. Fue entonces cuando las directivas de la universidad acudieron a la Presidencia de la República.
Con miras a que el presidente Gustavo Petro hiciera realidad la propuesta, Atehortúa expresó que de esa forma los predios del castillo permanecerían en manos de la educación pública, en lugar de particulares, argumentando que esto garantizaría su uso como recurso del Estado.
Atehortúa hizo hincapié en la importancia simbólica de esta decisión, señalando que el Castillo, asociado con la corrupción y la violencia, debería pasar a ser un símbolo de educación y progreso. El rector encargado, al concluir su carta, hizo un llamado a la acción al presidente Petro.
Además, solicitó la intervención del ministro de Justicia, Néstor Iván Osuna, y la ministra de Educación, Aurora Vergara Figueroa, para asegurar que el castillo Marroquín se convirtiera en un bastión de la educación superior pública en Colombia.
¿Cuál es la historia del castillo de Marroquín?
En su columna de opinión, el profesor e historiador Adolfo Atehortúa también detalla la historia de esta construcción que evoca la arquitectura medieval. Según explica, el castillo fue construido en épocas del mandatario José Manuel Marroquín, una figura controvertida en la historia de Colombia. Aunque era reconocido como un intelectual y humanista, su gobierno fue criticado por ser ineficiente y corrupto.
A pesar de ser visto como un demócrata, dio un “golpe de Estado” en 1900 supuestamente para poner fin a la Guerra de los Mil Días, que continuó durante dos años más con su apoyo. Además, Marroquín perdió a Panamá durante su gobierno; se dice que nunca salió del centro del país.
Su hijo, Lorenzo Marroquín Osorio, fue conocido como “el hijo del ejecutivo” y se le atribuye una gran influencia sobre su padre. Lorenzo estuvo involucrado en la adjudicación de contratos gubernamentales a personas de dudosa reputación y en la continuación de la guerra civil. También se le acusa de solicitar el nombramiento del presidente de facto de Panamá, José Domingo de Obaldía, quien luego se convirtió en presidente del país.
Lorenzo construyó un castillo durante la Guerra de los Mil Días, que se habría convertido en un lugar de negociaciones con Estados Unidos sobre Panamá. Después de su muerte, el castillo quedó abandonado y pasó por varias manos, incluyendo la de narcotraficantes como Gonzalo Rodríguez Gacha y Juan Camilo Zapata Vásquez, relata el profesor Atehortúa.