“No creo que vuelva a hacer una gran gira nunca más”: Enrique Bunbury habló sobre su salud, su arte y su futuro

Hace exactamente dos años, Enrique Bunbury, en medio de la celebración de sus 35 años de vida artística, pensó que nunca volvería a pisar un escenario. Hoy, tras volver a los conciertos y lanzar su nuevo disco, ‘Greta Garbo’, y su libro ‘La carta’, habló con Infobae Colombia de su crisis de salud, su contacto con sus seguidores y su nueva etapa como artista

El cantante Enrique Bunbury durante su presentación en el festival Vive Latino en la Ciudad de México, el 17 de marzo de 2019 - crédito AP/Christian Palma, archivo.

Fueron muchas noches sin dormir y muchos días de angustia. Jornadas dominadas por una tos constante, desesperante y por la sospecha, cada vez más firme, de que se acercaba el final de su carrera sobre un escenario.

En realidad ya eran años sintiéndose mal, pero la decisión llegó en medio de una maratónica gira planeada para celebrar sus 35 años de carrera, contados desde 1987, cuando Enrique Ortiz de Landázuri Izarduy (mejor conocido como Enrique Bunbury), Juan Valdivia y Pedro Andreu publicaron el primer disco de la agrupación Héroes del Silencio.

Algunos conciertos que no llegaban a su fin y otros cancelados de plano. Su presentación en Chicago, Estados Unidos, estaba programada para el 3 de mayo del 2022, la aplazaron para el 15 del mismo mes, aduciendo problemas de visas, esperando que la afección que lo aquejaba disminuyera; pero llegó el día y el intérprete de Entre dos tierras, Parecemos tontos, Donde habita el olvido, Mar adentro, Lady Blue y decenas de éxitos más seguía sin recuperar su salud.

“Fue un poco la gota que colmó el vaso y tomamos la decisión de irnos todos a casa y cancelar la gira, pensando que ese concierto, el de Chicago, era la última vez que me subiría a un escenario. No me subí”, aseguró Bunbury.

Enrique Bunbury fue el encargado de inaugurar la edición 2024 del Bime en Bogotá

El artista habla tranquilo, despacio, elegantemente vestido, completamente de negro, sentado en su camerino en una universidad de Bogotá, donde acaba de abrir con una conferencia una nueva edición del Bime, el Encuentro Internacional de la Industria Musical que se celebra desde 2013 en Bilbao (País Vasco español) y desde 2022 en la capital colombiana.

Tras el abrupto final de su gira pensó en todas las posibilidades de lo que le había pasado, desde un cáncer de garganta o de pulmón o problemas derivados de los cambios de clima, hasta una reacción física a un agotamiento mental, una especie de reacción alérgica a las giras; pasaba de la tranquilidad al desencanto, de la aceptación al terror, de la desesperanza a la alegría.

“Hay un aspecto de los conciertos, de las giras, que de alguna forma se me estaba volviendo cansino. Por un lado tenía un problema físico serio, eso es verdad, pero, por otro lado, también es cierto que llevaba mucho tiempo haciendo giras muy largas y que llega un momento, o me llegó a mí un momento, en el que no quería estar tanto tiempo fuera de casa, prefería dedicarle más tiempo a lo artístico, a lo creativo, más a lo introspectivo que es la creación, que a lo interpretativo en una gira larga que te lleva a dedicar un año y medio a tocar, a reinterpretar tu repertorio por todo el mundo”, explicó.

Enrique Bunbury aprovechó el parón en sus giras para escribir y componer. @bunburyoficial/Instagram.

Aprovechó el tiempo para comenzar a componer las canciones de lo que sería su nuevo álbum, pintar y escribir poemas; sin embargo, todavía persistía la angustia por encontrar la causa de su enfermedad, de esa dificultad para cantar, sentir la garganta destrozada, una resequedad constante y esa desesperante sensación en los pulmones; en medio de los ires y venires, consultar especialistas y pensar en el futuro, escribir, escribir y escribir, había algo que le preocupaba sobre todo: perder el contacto con sus seguidores.

“En ese momento creí que era algo definitivo, entonces pensé en una manera de relacionarme con el público de forma incluso más personal que lo que puedes hacer desde un escenario, porque, al final, en un escenario hay una distancia y una separación; por otro lado, yo tengo cierta aversión a las redes sociales, pienso que en las redes sociales no se establecen diálogos profundos, se establece una comunicación que tiene más que ver con la ley de la selva que con un diálogo entre seres humanos adultos”, expresó.

A pesar de eso, utilizó una red social, Instagram, para echar a andar su nueva propuesta: “Quiero comenzar una conversación directa con vosotros”; así iniciaba el comunicado en el que le proponía a sus seguidores hacerle preguntas “sobre cualquier cosa que consideréis”; les aseguraba que no habría tema vedado siempre y cuando fuera asumido “con educación y respeto” y prometió que respondería cada semana directamente a aquellos que le escribieran. “Es una comunicación directa entre nosotros”.

Bunbury le pidió a sus seguidores que le escribieran cartas y prometió responderlas

“Me parecía que la correspondencia daba para una mayor extensión en sus preguntas y en mis respuestas”, explica sobre de dónde salió esa iniciativa. En la primera semana llegaron alrededor de 2 mil cartas. “No sabía cómo enfrentarme a eso. Me parecía que era absolutamente imposible, no tenía físicamente el tiempo ni para leer; luego ya es contestar, pero primero leer; al final di con una fórmula para ordenadamente ir contestando a todos, o a la mayoría, y luego, afortunadamente, una vez que pasó la primera semana, no llegaban 2.000 semanales”.

Aparecieron mensajes de todo tipo: textos más o menos largos hablando de sus vidas, o de cuando conocieron o empezaron a escuchar su música, confesiones personales, peticiones de que los visitara en sus casas y se tomara una foto con ellos, invitaciones a sus bodas y hasta regaños por ser como es. “Hubo una carta, ahora no recuerdo exactamente en qué términos, pero una carta muy crítica conmigo, con mi forma de expresarme; decía que trataba muy bien a todo el mundo, que no se puede ser amigo de todos y que a veces hay que frenar a la gente cuando no te tratan bien, que hay que insultar y llamar a las cosas por su nombre. Bueno, yo no estoy en absoluto de acuerdo con lo que decía este señor; cada uno es como es, y yo pienso que no debo contestar de malas maneras, aunque me digan algo con lo que no estoy de acuerdo, o utilicen términos que me pueden parecer desagradables; creo que muchas veces a esta violencia verbal se le vence con paciencia y humor”.

Las cartas, asegura, le permitieron conocer mejor a su público, o a sus públicos. “Entendí que el público no es uno, siempre lo denominamos en singular, pero el público está conformado por individuos, el público es plural. Se tiende a hablar mucho en los medios del público de Taylor Swift, los ‘swifties’, como si todos fueran lo mismo, y al final son individuos que se acercan a su música por distintos motivos y que reciben de su música un alimento distinto, que le llena a cada uno de una manera muy particular, y eso es lo que principalmente me han enseñado estas cartas, que hay mucho público dentro de mi público, mucho público que piensa de maneras completamente opuestas, no solo con respecto a mi propia música, sino con respecto al mundo en el que vivimos”.

El resultado de la correspondencia con sus seguidores, fue un libro que lanzó en abril de 2024 llamado La carta

También, sostiene, aprendió sobre sí mismo, sobre su arte, su música y la forma como piensa. “Me dio la oportunidad de revisar mis planteamientos, que quizás en algún momento mi discurso no ha estado o lo suficientemente bien explicado o lo suficientemente bien elaborado. Esta correspondencia fue una oportunidad para mí para revisar mis planteamientos, que no tenía por qué dar por definitivos, que es un error que solemos cometer muy a menudo, el pensar que yo soy así o yo pienso así; sí, piensas así, pero hay matices que nos ofrece el lenguaje, diferenciadores en esa fina línea que hay entre lo aceptable y lo inaceptable”

Finalmente, tras meses de angustia, a pocos días de entrar a grabar su más reciente álbum, Greta Garbo, un médico holístico le reveló el origen de su padecimiento. “Me dijo que él había tratado a un cantante mundialmente conocido, que no voy a citar, que había tenido el mismo problema”.

La razón era un compuesto químico llamado glicol de propileno, que se usa, entre otras cosas, como humectante en los productos cosméticos, en las lágrimas artificiales y en las máquinas de humo de los conciertos. “La solución ha sido eliminar el humo”.

El concierto en Bogotá agotó sus entradas pocas horas después de abrir la venta de la boletería. @bunburyoficial/Instagram.

Ahora podía regresar a los escenarios. Y regresó. El martes 5 de diciembre, 19 meses después de esa noche en la que no subió a la tarima en Chicago, comenzó en Buenos Aires una pequeña gira con solo cinco presentaciones en Latinoamérica que terminaría en Bogotá el 16 de diciembre.

“Argentina, Chile, Perú, Ecuador y aquí en Bogotá. Esos cinco shows fueron muy emocionantes y sí, me subí al escenario con... no sé si la misma fuerza o más que antes, lo disfruté muchísimo, muchísimo, teniendo en cuenta que pensaba que nunca más iba a pasar, y reencontrarme con el público fue súper emocionante”.

Ahora sabía que no tenía que dejar de girar, que podía volver a tomarse el mundo a punta de canciones, pero, después de años de dar vueltas, durante un tiempo había experimentado algo distinto y las cosas, tal vez, habían cambiado.

“A mí me gusta el escenario, me gusta mucho, pero no tengo tanta necesidad del escenario como sí que la tengo de la creación. Me gusta mucho hacer canciones y grabar discos, pero he empezado a dedicar mucho tiempo a escribir, publiqué dos poemarios, ahora este libro de correspondencia, también en distintas temporadas, le he dedicado mucho tiempo a la pintura, todo esto a mí me llena de satisfacción, de una satisfacción que no me resulta completa en el escenario. Es bueno, me gusta, pero a lo mejor no me pide dedicarle tanto tiempo”.

Le gustan las giras, asegura, pero disfruta mas la creación. @bunburyoficial/Instagram.

Ahora, quizás, le llegó la hora de tomarse las cosas con un poco más de calma, de girar menos y crear más. “No creo que vuelva a hacer una gran gira nunca más”, asegura.

“Todo puede pasar, no tengo un impedimento físico para hacerlo, pero sí que quiero balancear de forma distinta mi vida, dedicar menos tiempo a las giras y más tiempo a la vida familiar y a la creación. Ahora mismo estoy escribiendo, estoy preparando mi próximo disco, entraremos a grabar este verano y estoy escribiendo un nuevo libro, un poemario, que supongo que saldrá el año que viene”.

Podrá detener las giras pero no la creación, y eso sí que lo tiene claro. Intenta escribir con regularidad y, cuando está en Los Ángeles, Estados Unidos, donde está radicado desde hace unos 13 años, va casi todos los días a su estudio para que, como dijera Pablo Picasso, cuando la inspiración llegue lo encuentre trabajando.

“Voy al estudio a obligarme a conectar con esa matriz de la que surgen las ideas para intentar conseguir crear el mayor material posible, y durante este proceso hay veces que no estás para nada conectado y que lo que escribes no tiene ningún interés, pero aunque lo que escriba no tenga un valor, el simple hecho de enfrentarme al papel en blanco y desarrollar un pensamiento, aunque sea un pensamiento ridículo o absurdo, voy a intentar escribirlo y expresarlo de la mejor manera posible. Una cosa que empieza como un ejercicio pasa a ser una necesidad vital”.