Andrés Felipe Marín Silva, alias Pipe Tuluá, líder de la banda criminal La Inmaculada, no habría dejado de delinquir desde que fue capturado en 2015, pues se ha conocido su participación en atentados contra miembros de la fuerza pública, funcionarios públicos, trabajadores del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec); y los recientes asesinatos de concejales de Tuluá.
El peligroso delincuente al que se le atribuye ordenar 46 homicidios, siendo efectivos 39, se encontraba recluido en la cárcel de máxima seguridad de Valledupar, conocida como La Tramacúa, pero fue trasladado inicialmente a la cárcel La Picaleña, de Ibagué, se presume, a la espera de ser remitido al centro especializado de la Dijín, en el Meta.
Ahora puede seguirnos en nuestro WhatsApp Channel y en Facebook.
Sin embargo, debido a denuncias reveladas por Semana, que refieren presuntas amenazas y beneficios que tendría el delincuente en la mencionada cárcel de Ibagué, Pipe Tuluá fue enviado a cárcel La Picota, en Bogotá, en la tarde del sábado 11 de mayo.
Televisores, cuchillos y mercados, entre los beneficios de Pipe Tuluá en La Picaleña
Felipe Marín Silva habría llegado a La Picaleña el 8 de mayo de 2024, lanzando amenazas a diestra y siniestra contra los funcionarios del Inpec.
“Espero que la guardia tenga claro quién soy yo, llegué a mandar como lo he hecho en todas las cárceles y espero que nadie se meta en mi camino porque no temblará la mano para seguir matando guardianes. No me importa si tengo que matar capitanes, cabos, dragoneantes”, dijo el delincuente, según declaraciones conocidas por el medio citado.
Pero eso no era lo peor del caso. En un acta de entrega se especificaban más de 120 artículos de todo tipo para Pipe Tuluá, en los que se destacaban detergentes, papel higiénico, loza, utensilios de aseo, recogedores, escobas, toallas de baño, servilletas, papas, carne, pollo, chicharrones, chontaduro, jamón, costillas, cavas de icopor, gaseosas, buñuelos, zanahorias, ollas, licuadora, chocolatera, televisores, ambientadores y hasta cuchillos de cocina. Esto, en lapsos de entrega cada ocho días.
El megatrasteo habría sido ingresado por la esposa del criminal, Sandra Patricia Guzmán que, además, habría tenido acceso a los patios, demostrando así poder y autonomía para entrar a sitios no autorizados para visitantes. Igualmente, según Semana, la mujer habría llegado en una camioneta de placas JPS 928, que la esperó hasta que terminara su objetivo en la mencionada cárcel.
Según le dijo el Inpec a Semana, si bien es cierto que por seguridad Pipe Tuluá tiene el beneficio de ingresar sus propios alimentos, debido a una solicitud expresa del delincuente que dejaba en evidencia su temor a se asesinado dentro de la cárcel por su acciones criminales contra funcionarios del Inpec principalmente; no estaban autorizados los polémicos artículos que, mal utilizados, podrían representar un peligro tanto para los guardias como para los mismos reclusos.
“De manera atenta y respetuosa me dirijo hacia ustedes con el fin de solicitarles el ingreso de alimentos en el establecimiento penitenciario de La Picaleña, Ibagué, Tolima, donde actualmente me encuentro radicado, ya que por motivos extremos de seguridad mi vida corre peligro, disminuyendo de esta forma un posible atentados en contra de mi integridad física (sic)”, se lee en la carta compartida por Semana.
La dirección general del Inpec responsabilizó del ingreso de artículos no permitidos a la directora encargada de Picaleña, Liliam Patricia Rubio Escalante. A través de un comunicado, indican: “Igualmente, y de ser necesario, para la evaluación de la pertinencia o no de las solicitudes anteriores, se tendrá en cuenta lo establecido en el Reglamento General de los Eron en el título V sobre alimentación y el Reglamento del Régimen Interno del establecimiento”.