El anuncio realizado en abril de 2023 por la entonces ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, sobre la próxima circulación del primer bus impulsado por hidrógeno verde en Bogotá generó en ese momento grandes expectativas en Colombia.
Se proyectó este vehículo como una revolución para el sistema de transporte público de la capital, prometiendo la movilización de hasta 50 pasajeros y ofreciendo una impresionante autonomía de 450 kilómetros. El compromiso no solo se limitaba a la puesta en marcha del citado bus, sino que también se vislumbraba la llegada de una flota enteramente impulsada por esta tecnología, según aseguraba Vélez.
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Sin embargo, a más de un año de ese anuncio, el anticipado debut del bus de hidrógeno verde en el país aún no se convierte en realidad, dejando a la expectativa tanto a ciudadanos como a expertos en materia de movilidad y sostenibilidad ambiental.
A pesar de las promesas, diversos contratiempos han postergado de manera indefinida la operación de este vehículo, revela Eduardo Cando, director de electrificación de la Fábrica Nacional de Carrocerías (Fanalca).
El hidrógeno verde, aclamado como el combustible del futuro por su producción a partir de energías renovables (tales como la solar o la eólica) y su potencial para reemplazar a los combustibles fósiles, enfrenta aún múltiples desafíos en su camino hacia la implementación urbana. La serie de reveses incluye, desde dificultades burocráticas para obtener los permisos necesarios para su circulación hasta desafíos técnicos como ajustes en el sistema de refrigeración para adaptarse a las condiciones de Bogotá.
Colombia no está sola en su aspiración de integrar el hidrógeno verde en su matriz de transporte público. En paralelo, España, avanzó considerablemente con la construcción de una “hidrogenera” para alimentar una flota de 10 buses. La diferencia esencial entre ambos proyectos radica en el enfoque de ensamblaje local adoptado en Colombia, donde Transmilenio, Fanalca y Green Móvil colaboran estrechamente.
Esta alianza logró reducir los costes asociados a la adquisición de un vehículo de estas características, que podría llegar a costar hasta 10 veces más que uno convencional, señaló Martha Cobo Ángel, Ph.D. en ingeniería y decana de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la Sabana al diario El Espectador.
El vehículo opera mediante una celda de combustible de hidrógeno que genera electricidad para su motor, un mecanismo semejante al utilizado por los buses eléctricos que ya transitan por las calles de Bogotá. No obstante, la innovación trae consigo la necesidad de ensayos exhaustivos para demostrar su eficacia y seguridad en el transporte de pasajeros bajo diversas condiciones.
La falta de un protocolo de evaluación específico para esta tecnología exigió la creación de un marco regulatorio desde cero, agregando otra capa de complejidad al proyecto.
En el momento del lanzamiento del proyecto piloto, según reveló Cando, “teníamos el vehículo funcional, pero no habíamos empezado a hacer las pruebas del sistema con Transmilenio”, evaluaciones indispensables para su operación. El problema radicaba en que Colombia carecía de un protocolo específico para la realización de pruebas a autobuses movidos por hidrógeno verde, a diferencia de lo que ya se había establecido para los vehículos eléctricos, a gas o de diésel.
Además, el diseño inicial del bus fue objeto de reevaluaciones, especialmente en su sistema de refrigeración, para adecuarse a la altitud y clima de la capital colombiana. La visibilidad de una zona de ventilación más grande es resultado de estas modificaciones, enfatiza Cando.
A pesar de estas complicaciones, el proyecto mantiene su curso. La puesta en marcha del primer bus de hidrógeno en Colombia, aunque demorada, se perfila como un hito, situando al país en la vanguardia de la adopción de combustibles limpios y reafirmando su compromiso con el medio ambiente y la movilidad urbana sostenible.