Lida Arismendi Martínez, una mujer campesina de 71 años, murió de manera heroica protegiendo a sus animales de granja los primeros días de mayo del 2024, en el municipio de Barragán, departamento del Quindío, según informó prensa local.
De acuerdo con testigos, el incidente ocurrió en cercanías al conjunto residencial Lunadas y en medio de una tormenta que habría puesto en riesgo la vida de sus aves de corral, así como la de miles de animales que han muerto tras la llegada del fenómeno de La Niña a Colombia.
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Cuando Lida salió de su vivienda para socorrerlas, al parecer, la rama de un gran árbol de su propiedad se desprendió y terminó cayendo encima de ella, ocasionándole graves lesiones que la condujeron a su muerte.
Para cuando los organismos de socorro se presentaron en el lugar, lamentablemente ya no registraba signos vitales. Una emergencia que se suma a interminables tragedias por cuenta de las fuertes lluvias en la zona centro del país, a partir del segundo trimestre del 2024.
Otra mujer de la tercera edad tuvo que solicitar ayuda luego de que secuestradores raptaran su loro mascota
En Barranquilla, el secuestro de mascotas se ha convertido en una problemática cotidiana que afecta a dueños de perros, gatos y loros, quienes son extorsionados por delincuentes que demandan dinero a cambio de la devolución de sus animales. Este fenómeno delictivo ha alarmado tanto a residentes de barrios populares como de clases media y alta, demostrando que ningún sector está exento de esta práctica.
La ciudad ha sido escenario de numerosos casos, entre ellos, el de Lilly González, una mujer de 60 años, residente en el sur de Barranquilla, quien fue víctima de la sustracción de su loro Monchy.
Una madrugada, delincuentes invadieron su hogar llevándose al ave. Y posteriormente, una desconocida le informó que para recuperar a su mascota debía pagar $70.000 pesos colombianos. La vecindad de González se unió para acumular la suma requerida, lo que le permitió a González recuperar a Monchy tras un día de angustia.
“Fue ahí cuando le dije, ¿perdón?, ¿por qué tengo que entregar ese dinero?, ¿de dónde voy a sacar 70.000 pesos para eso? No me pueden exigir ese dinero porque el loro es mío, lo vengo cuidando desde hace más de 15 años”, explicó, en declaraciones entregadas a Blu Radio.
Sin embargo, el caso de González ilustra la solidaridad comunitaria frente a estos actos y subraya la creciente preocupación por el robo y secuestro de mascotas en Barranquilla. A pesar de la felicidad por el reencuentro con su loro, la experiencia destaca el problema de la extorsión animal, un delito que presiona emocional y económicamente a los dueños de mascotas.
“Me lo entregó a un costado de la calle, no tengo idea de quién era porque nunca lo había visto. Solo me indicó que lo habían enviado para entregarme el loro y fue ahí cuando decidió devolvérmelo, en momentos en los que le di el dinero en sus manos. El lorito me gritó, me puse contenta, él es como un hijo”, celebró.
La experiencia de González con Monchy, más allá de un final feliz, pone de relieve la vulnerabilidad de los ciudadanos frente a estos crímenes y la necesidad de medidas preventivas y de acción por parte de las autoridades.
Históricamente, la pérdida de una mascota puede ser un evento traumático para los propietarios. Sin embargo, el fenómeno del robo seguido de extorsión añade una capa adicional de temor y ansiedad, urgiendo una respuesta efectiva y coordinada. Este incidente en Barranquilla no solo resalta la importancia del apego emocional hacia las mascotas sino también denuncia la audacia de los criminales en la ciudad.