Cartagena de Indias se enfrenta a un debate cultural y ambiental profundo. La propuesta de reemplazar los tradicionales carros cocheros, símbolo ícono del patrimonio cultural de la ciudad, por carrozas eléctricas generó un punto de inflexión en la percepción de la tradición versus la innovación.
Esta medida, presentada por las autoridades de la ciudad con el objetivo de ofrecer alternativas más ecológicas y atender las crecientes preocupaciones por el bienestar animal, suscitó distintas reacciones entre los involucrados.
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El alcalde de Cartagena, Dumek Turbay, posicionó la sustitución de los caballos cocheros por vehículos eléctricos como un eje central de su administración, que le apunta a la preservación ambiental y el mejoramiento de la calidad de vida tanto de sus habitantes como de los animales.
“En esta administración, el tema de la sustitución de estos caballos, es una prioridad y un proyecto pensado como exitoso en cualquier ámbito. Lo que realmente necesito es contar con ustedes (cocheros) para construir el proceso y seleccionar la mejor opción en beneficio de la ciudad”, enfatizó Turbay.
Contrario a esta visión, la Asociación de Cocheros Cartageneros (Asocarcoch), a través de su presidente Yesid Soto, expresó un fuerte rechazo a la propuesta, argumentando la inviabilidad de la transición hacia lo eléctrico y citando experiencias negativas en otras ciudades.
Soto reveló que si bien inicialmente hubo una apertura hacia la propuesta mediante la participación en un plan piloto, actualmente la asociación se opone a la eliminación de los 120 caballos que prestan este servicio en la ciudad. El escepticismo se fundamenta en la preocupación sobre el impacto que tal cambio podría tener en la autenticidad de la experiencia turística y en el sustento de los cocheros.
En el contexto de adaptación y prueba, la ciudad presentó en enero el primer prototipo de coche eléctrico e inició una fase de evaluación en el entorno singular de Cartagena, marcado por sus calles estrechas y su clima.
Paralelamente, el bienestar de los caballos cocheros ha sido una constante preocupación. Casos de desplome y fatiga extremos han motivado la intervención de entidades como el Departamento Administrativo Distrital de Salud de Cartagena de Indias (Dadis) y la Unidad Municipal de Asistencia Técnica (Umata), esforzándose por mejorar las condiciones de vida de estos equinos.
Un incidente reciente en el que un caballo colapsó en el Centro Histórico reavivó el debate sobre el maltrato animal, aunque este caso particular fue atribuido por Umata a un “susto causado por el ruido de un camión, más que a un problema de salud o sobrecarga”.
Encontrar el punto de equilibrio
Para encaminarse hacia una transformación que favorezca la sostenibilidad y la ética en el manejo de los carros cocheros, es necesario la evaluación cuidadosa de las alternativas de transporte que puedan servir como sustitutos viables de los carruajes tirados por caballos. Esta evaluación debe considerar no solo la viabilidad técnica y económica, sino también cómo estas alternativas pueden integrarse de manera respetuosa con el legado histórico y cultural de Cartagena.
Simultáneamente, el sector cochero indica que es crucial fomentar un proceso de socialización y diálogo abierto con quienes son custodios de esta tradición. Expresan que esperan que se entiendan sus perspectivas, inquietudes y expectativas para construir una propuesta de cambio que sea inclusiva y justa, garantizando que “la transición no solo sea viable sino también valorada por quienes serán más directamente afectados por ella”.
La implementación de soluciones sostenibles, que equilibren la innovación con la preservación del legado histórico, constituye el núcleo de esta visión de futuro. Estas soluciones deberán diseñarse de tal manera que contribuyan a enriquecer la experiencia turística de la ciudad, garantizando al mismo tiempo que la tradición de los carros cocheros evolucione de manera que respete los derechos de los animales y mejore significativamente las condiciones laborales de los cocheros.